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Thursday 2 May 2024 | Actualizado a 19:05 PM

Economía positiva en un contexto negativo

Bolivia, a pesar de los pronósticos, volverá a ser la economía con mayor crecimiento de la región

/ 16 de junio de 2015 / 04:00

Días atrás organismos internacionales pronosticaron que el crecimiento de América Latina y el Caribe (ALC) para esta gestión disminuirá por quinto año consecutivo. El pronóstico señala que el crecimiento estaría por debajo del 1% en esta gestión, debido al descenso de los precios de las materias primas.

Otros organismos señalan que el panorama fiscal para la región recuerda la parábola de José, aquel personaje bíblico que interpretó un sueño del faraón egipcio, en el que siete vacas flacas devoran a siete vacas gordas, anticipando un periodo de abundancia y otro de hambruna. En otras palabras, el contexto internacional, al parecer, no favorece a los países latinoamericanos. Sin embargo, resulta interesante observar en los mismos documentos el análisis de la economía boliviana, además de ver el comportamiento de algunas variables económicas recientes.

Se proyecta un crecimiento del 0,9% para América Latina, menor al 1,4% observado en la pasada gestión. Economías como Argentina, Brasil y Venezuela tendrán un crecimiento negativo (por debajo de cero); en tanto se estima que el PIB de Chile crecerá 2,7%, el de Colombia 3,4% y el de Perú 3,8%. En cambio, al margen del contexto internacional, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la tasa de crecimiento de la economía de Bolivia estará en torno al 4,3%, alrededor del 4,5% de acuerdo con el Banco Mundial y 5,5% según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el primer cuatrimestre de la gestión, según fuentes oficiales, la economía nacional continuó creciendo en torno al 5%.

Es evidente que la caída de los precios de las materias primas, aunque no es nada nuevo, ha afectado la actividad económica de muchas economías de la región, pero no así la estabilidad económica nacional, como vaticinaban algunas opiniones elucubradas ¿Por qué? Esto se debe a la aplicación de políticas económicas orientadas a fortalecer la demanda interna y a disminuir la pobreza, las cuales van en contracorriente de lo que están haciendo los países de la región.

Mientras muchos países devaluaron sus monedas, lo cual trajo consigo problemas inflacionarios en sus mercados internos casi en la misma medida, en Bolivia el tipo de cambio continúa estable. Aun cuando los precios de los minerales y del petróleo cayeron, los volúmenes de los principales productos de exportación del país continuaron creciendo.

En el contexto interno se evidencia que la construcción sigue boyante, puesto que la producción de cemento continúa creciendo, y el valor de las ventas y el consumo de bienes y servicios en los diferentes sectores también mantienen una tendencia ascendente, lo que repercute positivamente en la recaudación de impuestos y así como en la inversión pública; la cual, por cierto, tiene la mayor participación en el Producto Interno Bruto (PIB) en la región.

Esto significa que Bolivia, muy a pesar de los pronósticos pesimistas, esta gestión volverá a ser la economía con mayor crecimiento de la región, puesto que lleva adelante políticas que muestran resultados positivos en contracorriente de las tradicionales políticas conservadoras.
 

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Hagan lo que digo, no lo que hago (hice)

Por no realizar una adecuada política tributaria, el país estaba destinado a estirar la mano durante décadas.

/ 6 de abril de 2018 / 04:05

En un reciente artículo, el Sr. Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) durante más de 10 años en la época de gobiernos neoliberales, señala que el actual Gobierno necesita financiarse, razón por la cual habría una política tributaria persecutoria para la ciudadanía. Esta afirmación, que solo busca desorientar a la población, amerita un análisis más riguroso y que corresponda a la realidad.

Los últimos 12 años se han caracterizado por la implementación de un modelo económico social comunitario productivo, el cual ha permitido la redistribución de los ingresos que antes beneficiaba a una élite y casta política, a tiempo de activar el motor de la demanda interna. Y aunque el Sr. Morales resalta ese aspecto como varios organismos internacionales, se olvida que durante sus años como presidente del BCB no hizo mucho en cuestión de política económica para mejorar la calidad de vida de los bolivianos.

Por otro lado, en diferentes ámbitos se ha demostrado que el déficit actual se debe a los objetivos ambiciosos en cuanto a inversión pública se refiere y no así por gasto corriente, principalmente por los megaproyectos en curso y por realizar. Entre 2016 y 2020 se pretende invertir $us 48.574 millones.

Durante los gobiernos neoliberales el alto déficit se debía principalmente porque el Tesoro General de la Nación (TGN) no tenía la capacidad de cubrir obligaciones como los sueldos y aguinaldos, por lo que recurrían al crédito, sumergiendo al país cada vez más en la pobreza. En 2005, luego de la gestión del Sr. Morales, la pobreza en el país alcanzaba al 60%, es decir que seis de cada 10 habitantes no tenían ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas.

Un error académico en el que incurre el expresidente del BCB es que en una etapa del ciclo económico mundial donde la mayor parte de las economías atravesaron problemas económicos, el recortar gasto solo aviva los problemas financieros de los países, algo que recetan los organismos internacionales como viejas políticas ortodoxas y que acertadamente Bolivia no siguió. Aspecto resaltable, porque de haberlo hecho hoy, nuestra economía no sería la más boyante de la región.

El argumento de los impuestos que interpone Morales es un tanto contradictorio con la gestión de la cual formó parte durante los gobiernos que representó, puesto que olvida lo sucedido en 2003, cuando la creación de un impuesto a los ingresos de los trabajadores impulsó una serie de conflictos que trajeron consigo la muerte de mucha gente. De hecho, por no realizar una adecuada política tributaria, el país estaba destinado a estirar la mano durante décadas.

A diferencia de lo que señala el experto de antaño, durante los últimos 12 años la economía creció y continúa creciendo no solo en lo macroeconómico, sino también en lo micro, puesto que la creación de empresas se incrementó como nunca antes, permitiendo la ampliación del universo tributario, el incremento de las fuentes laborales, la disminución del desempleo y, por tanto, el incremento paulatino de la formalidad de los agentes económicos que durante muchos años estuvieron como fantasmas informales en la economía.

Asimismo, señala que la actualización de políticas de hace más de 22 años no es lo correcto, cuando la mayor parte de ellas iba en contra de los intereses de la población, en muchos casos sin un sustento técnico adecuado. Algo entendible, puesto que la política económica no la desarrollaban en el país, simplemente eran impuestas; así se tenía un piso exclusivo en el BCB y una unidad específica en el Ministerio de Hacienda de esos años para la atención del Fondo Monetario Internacional (FMI). En este ámbito parece no ser congruente políticamente y menos académicamente el decir cómo hacer las cosas, cuando en el ejercicio del poder se hizo lo contrario.

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2016: América Latina y Bolivia

Pese a este contexto adverso, la economía nacional continuó en 2016 por la senda del crecimiento.

/ 6 de enero de 2017 / 04:06

Días atrás, un periódico del oriente del país publicó una nota titulada “Argentinos hacen filas para comprar en Bolivia”, lo que llevó a que me preguntara si los expertos de siempre dicen que estamos en crisis, ¿por qué hay gente del exterior que se interesa en el país? Para responder esto es importante ver el contexto.

Comencemos. Desde la gran crisis hipotecaria desatada en EEUU en 2008, la economía mundial no se recuperó en su totalidad; esto implicó que la demanda externa se contrajera sobre todo en países como China, Rusia e India que, hasta ese entonces, mantenían un ritmo de crecimiento interesante.

Haciendo uso de una política monetaria y cambiaria “creativa”, se forzó, por algún tiempo, a que las tasas de interés y la cotización del dólar favorecieran al país del norte. A esto se sumaron los conflictos en Oriente Medio, entre otros factores. Como consecuencia de todo ello, las materias primas se encarecieron, lo que provocó, a su vez, una menor demanda, y, por ende, desde 2014, una disminución de los precios internacionales.

Según datos del BID y del FMI, a raíz de este fenómeno, en América Latina se registró una disminución en los ingresos y déficit fiscal mayor al 4% del PIB; frente a esto creció el endeudamiento de los países, llegando en promedio al 50% del PIB.

Como la mayoría sigue recetas de antaño y, por tanto, medidas procíclicas, 15 países ajustaron sus presupuestos, incluyendo inversión, cerca del 2% del PIB; e incrementaron los impuestos a la población en casi la mitad de lo que representaron los recortes, aspectos que también influyeron en la inflación y la tasa de de-sempleo.

En términos de crecimiento posterior al 2008, la región tuvo un incremento del PIB de apenas el 2%. La situación se complicó aún más en 2016 con una tasa negativa de -0,6%.

A nivel interno, la gestión inició con las noticias de que los fenómenos de El Niño y La Niña llegaban al país, y estuvieron presentes los 12 meses del año, principalmente con la sequía.

De igual manera, se presentaron conflictos con sectores como los de discapacitados, transporte pesado y gremiales. Pese a este contexto adverso, la economía nacional continuó, en 2016, por la senda del crecimiento, mostrando una performance resaltable.

Si bien los ingresos por la venta de gas disminuyeron, producto de la caída de los precios de las materias primas, esta situación no mermó la estabilidad económica.

Las exportaciones, con excepción de los hidrocarburos, tuvieron una variación positiva en términos de valor y volumen (a octubre, 3,1% en valor y 16,7% en volumen de los productos no tradicionales, entre ellos la manufactura); el gasto en inversión continúa siendo uno de los mayores de la región con cerca del 17% del PIB; y los programas sociales no sufrieron ningún recorte.

A su vez, la deuda externa representa el 20% del producto, la inflación está controlada (3,7% a noviembre) y la tasa de desempleo está en 4%, una de las más bajas de Latinoamérica.

La demanda interna volvió a mostrar un dinamismo ponderable, que, en gran medida, continúa siendo uno de los pilares del crecimiento. En efecto, las ventas y/o servicios facturados, consumo de electricidad y agua potable, así como la producción y venta de cemento, mantienen una tendencia creciente.

Entre las empresas que se crearon y se cerraron fueron mayores las primeras (entre 2015 y noviembre de 2016 la base empresarial creció 4%); el número de cuentas en el Sistema Financiero creció 8%, llegando a 9 millones de cuentas; los créditos para vivienda crecieron en 62% y los productivos, en 25%; entre otros.

Con el comportamiento de los indicadores señalados, la economía, en su conjunto, creció a octubre del 2016 en un 4,2%, muy por encima del promedio de América Latina, siendo, además, el mayor de Sudamérica.

Para el 2017, las perspectivas son bastante alentadoras, por cuanto a nivel internacional se ha observado en los últimos meses una recuperación de los precios de los commodities, lo que supone una mejora de la demanda externa; mientras que, en al ámbito interno, las inversiones se mantendrán prácticamente constantes, esto permite proyectar un crecimiento del 4,8%.

* es economista, funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

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¿Quiénes están en crisis?

En el caso boliviano se observa que a la economía le va mejor si no se aplican las recetas foráneas.

/ 16 de junio de 2016 / 02:40

Desde hace diez años, diferentes personajes de la farándula política y económica señalan que la crisis está llegando al país. Es evidente que en el ámbito internacional existe una crisis; sin embargo, es preciso identificar cuáles son los países que atraviesan por esa situación, porque, de acuerdo con las estadísticas, hay algunas economías que sobresalen por su buen manejo.

La crisis que se encuentran atravesando gran parte de los países vecinos y muchas economías del mundo no comenzó este año, se inició en 2007, y quizás mucho antes, por la falta de regulación en el mercado financiero de Estados Unidos, y más concretamente en el mercado hipotecario. Esto junto a la crisis que también atravesaron los países de la Unión Europea puso en evidencia que muchas de estas naciones no eran de primer mundo, como se pensaba (por lo menos sus datos), pues al parecer el manejo de sus finanzas estaba sobreestimada y la realidad mostraba un sobreendeudamiento (deudas por encima del 100% del PIB).

Esta situación, entre otras, afectó negativamente el comportamiento de los precios internacionales; lo que junto a la demanda del dragón asiático (China) trajo consigo una contracción en el crecimiento de las diferentes economías de la región. Los problemas de la contracción se vieron reflejados inicialmente por el lado de los déficits comerciales. Y muchos gobiernos trataron de revertir este desbalance a través de políticas tradicionales como la devaluación de su moneda y ajustes fiscales (recortes presupuestarios como establecían las medidas de los 80). Así, economías como Brasil recortaron su presupuesto en $us 17.260 millones en 2015 y $us 5.780 millones a inicios de esta gestión. De igual manera devaluaron su moneda desde el estallido de la crisis (solamente en 2015 el real se devaluó en 48%, según fuentes oficiales).

Es prudente preguntar si la economía brasileña mejoró con estas medidas. La respuesta es no. En lugar de potenciar el crecimiento de ese país, se contrajo aún más. En 2015, el PIB brasileño se redujo en -3,8% y se prevé hasta un crecimiento negativo de -4% para esta gestión. A su vez, la inflación cerró en 9% el año pasado, y este 2016 se encuentra entre las más altas de la región (consecuencia en parte por la devaluación). Tampoco se observa un mejoramiento en las exportaciones. Otras economías como Ecuador, Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia y Perú están corriendo la misma suerte, ya que en 2015 obtuvieron tasas de crecimiento menores a su potencial, entre el 0% y 3%.

Aunque cada economía tiene sus propias particularidades, los hacedores de política económica muchas veces se circunscriben en libretos y recetas foráneas que no son hechas a su medida, por lo que obtienen resultados negativos. En el caso boliviano se observa que a la economía le va mejor si no aplican tales recetas.

En años de crisis internacional, la economía nacional continúa creciendo de manera sostenida. A diferencia de los países vecinos, pese al pedido de algunos políticos y empresarios de devaluar la moneda, el peso boliviano se mantiene sólido, y la inflación es una de las más bajas de la región. En lo correspondiente al presupuesto, éste se enfoca en incrementar la inversión pública, la cual continúa en ascenso y permite, entre otras cosas, tener por tercer año consecutivo el crecimiento más alto de la región. Como dato, en 2015 la economía boliviana creció 4,8% y se prevé un crecimiento en torno al 5% para este año.

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Posicionando la nueva Bolivia

Los resultados obtenidos posicionan a Bolivia como un país atractivo para la inversión extranjera

/ 10 de noviembre de 2015 / 05:14

Entre el lunes 26 y martes 27 de octubre, el Gobierno entabló una serie de reuniones en la ciudad de Nueva York, en lo que se denominó Cumbre de Inversiones de la nueva Bolivia, organizada por el reconocido medio de comunicación Financial Times (FT). El encuentro sirvió para reunirse con 34 empresas internacionales, dejando fuera a casi 50 empresarios que no pudieron participar porque los cupos estaban llenos.

¿En qué beneficia esto al país?

Para los no entendidos en la materia significa que en el exterior existe una buena percepción del país y una predisposición para invertir en diversas áreas y sectores económicos para seguir potenciando la economía, concretamente, para consolidar los proyectos estratégicos de industrialización en las áreas de hidrocarburos, minería, electricidad, turismo y manufactura.

Esto se debe a que en un contexto de crisis internacional existen muy pocos países donde se pueda invertir y que a su vez brinden estabilidad económica, política y social. Más aún cuando diferentes indicadores como el incremento de reservas internacionales, cartera de ahorro y crédito del público, inversión pública, mejoramiento de la calificación de riesgo, la reducción de la deuda externa y de las tasas de desempleo, desigualdad y pobreza, etc. muestran en la actualidad una solidez envidiada por muchos países y gobiernos.

El documento del FT, que suma un total de 52 páginas divididas en 12 notas, considera opiniones oficiales y también de analistas y dirigentes opositores, en general resalta los avances económicos y sociales que vive el país en los últimos años. Entre las notas hay varias dedicadas al sector turístico, donde se describen atractivos naturales como el parque Madidi, salar de Uyuni, lago Titicaca y otros.

Entre las notas hay una que me llamó particularmente la atención, la cual titula “Upwardly Mobile” o Movilidad Ascendente y señala: “…Desde 2006, cuando Evo Morales se convirtió en presidente, la economía —un gran exportador de gas y minerales— casi se ha triplicado en tamaño”.

“Este crecimiento, junto con una prudencia macroeconómica y políticas fiscales expansivas, tiene financiado el bienestar popular y programas de alivio de la pobreza que han llegado a millones de bolivianos. Unos $us 500 millones al año se han canalizado en esquemas de transferencias para personas mayores, los escolares y mujeres embarazadas, por ejemplo”.

Al mismo tiempo describe: “…Un país que una vez fue sinónimo de pobreza extrema, los indígenas empobrecidos están ganando en influencia económica”. Continúa indicando: “…Entre 2005 y 2013, 2,6 millones de personas se unieron a la clase media…” y a su vez “muchos bolivianos están aprovechando las oportunidades de crecimiento”, incluso aquellos renuentes a los resultados del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, puesto que en La Paz, Samuel Doria Medina, hijo de un político conocido de la oposición, abrió el exclusivo restaurante Jardín de Asia en 2013, pone la política a un lado, “los negocios son los negocios”, dice, “y en el escenario actual, el negocio va muy bien”.

Sin duda los resultados obtenidos en materia económica, política y social posicionan a Bolivia, ante la comunidad internacional, como un país atractivo para la inversión extranjera que servirá para impulsar aún más el crecimiento y desarrollo.

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Exportar o morir, ‘The Walking Dead’

Liberar los mercados y devaluar la moneda para ‘alentar’ las exportaciones no garantiza nada

/ 16 de abril de 2015 / 06:25

A mediados de los 80, el expresidente Víctor Paz Estenssoro decía “Bolivia se nos muere”, haciendo alusión a la crisis del país de ese entonces y poniendo en énfasis en que la única alternativa eran ajustes fiscales, monetarios y liberalización de mercados. En otras palabras, exportar a como dé lugar, usando un tipo de cambio crawling peg (devaluación progresiva y controlada de una moneda) y relocalizando fuentes de trabajo, entre otras, como parte de la primera ola de medidas, que posteriormente en los 90 se “perfeccionaría” con la segunda ola de privatizaciones de las principales empresas estratégicas del país.

El abrirse a las exportaciones y devaluar la moneda para “alentar” las mismas no garantiza nada, eso lo comprobamos durante 20 años (1985 – 2005). Durante esa época el crecimiento promedio del país alcanzaba el 2,9%, situación similar a la del resto de los países de América Latina en ese momento, puesto que la región crecía en torno al 2,6%, pero inferior a la dinámica de la Economía Mundial (EM) 3,4%.

Se abrieron las puertas a las exportaciones y se devaluó el tipo de cambio, con la promesa de que esas políticas traerían mejores días para Bolivia. En dicho periodo, las exportaciones crecieron hasta los $us 2.948,1 millones, el tipo de cambio fue devaluándose, llegando a los Bs 8,10 por dólar a mediados de 2005; empero, la pobreza continuaría incrementándose.

Esta medida también reflejó un continuo deterioro de los salarios de la población en general, puesto que la inflación alcanzaba los dos dígitos y el salario mínimo nacional  creció apenas hasta los Bs 440, con periodos donde no había reposición por la pérdida del poder adquisitivo y menos incrementos salariales, como lo sucedido entre 2003 y 2005; lo que denota claramente una situación desventajosa para los trabajadores.

En los últimos años, la situación ha sido diametralmente distinta, el crecimiento de América Latina entre 2006 y 2014 promedió el 3,5% y la Economía Mundial, 3,8%, tasas relativamente conexas; en cambio el crecimiento de la economía nacional superó el 5%. Para este 2015, diferentes organismos señalan que América Latina crecería en torno al 1,3% y la Economía Mundial, en torno al 3,5%; en cambio Bolivia, pese a la revisión de la proyección alcanzaría 5%, es decir, por encima de la región y de la EM.

El tipo de cambio se mantiene estable, puesto que el crecimiento, la acumulación de reservas internacionales (44% del PIB) y exportaciones que se incrementaron notablemente no solo desde el punto de vista de los hidrocarburos o minerales, sino también de los productos no tradicionales, hicieron posible esta política, así como los incrementos salariales por encima de la tasa de inflación. Este año en el marco del acuerdo del Gobierno con la Central Obrera Boliviana (COB) el salario mínimo nacional llegaría a Bs 1.656.

Devaluar y exportar, incluso a expensas de desabastecer el mercado interno, no conduce a nada, puesto que, al margen de mostrar un efecto de abaratamiento respecto a las exportaciones de otros países, es simplemente una ilusión de “competitividad” que conlleva a menoscabar los ingresos de la población.

Lo importante es buscar una competitividad auténtica, principal fuente de mejora en los niveles de productividad laboral, lo que permite una mayor inserción en los mercados con productos de elevado contenido tecnológico y significativo valor agregado, a partir de una política de industrialización más acelerada, evitando revivir algunas recetas muertas al estilo The Walking Dead.
 

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