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Transición política en Santa Cruz

En los tres últimos procesos electorales, el voto cruceño se ha ido concentrando de manera creciente y consistente en torno al Movimiento Al Socialismo (MAS) y la principal fuerza opositora, tanto en la disputa presidencial, como en la departamental y las municipales.

En 2005 los sufragios en favor del MAS y de Podemos sumaron el 74,97% de los electores que asistieron a las urnas, en 2009 el oficialismo y Convergencia Nacional obtuvieron el 93,51% de los votos, y en 2014 el voto en favor de Evo Morales y de Samuel Doria Medina concentró el 88,81% de los sufragios. En 2005 Rubén Costas y el candidato del MAS obtuvieron el 72,05% de los votos en la disputa por la entonces prefectura, hoy gobernación. Esta cifra se elevó en 2010 a 88,60% y en 2015 llegó al 91,23%.

En las elecciones municipales de 2004 el MAS ganó en 11 de los 56 municipios cruceños. El resto se repartió entre el MNR, ADN, MIR, UCS, NFR y otras agrupaciones. En 2010 el partido oficialista triunfó en 23 municipios; Verdes, la agrupación del gobernador Rubén Costas, lo hizo en 15; y el saldo quedó en manos de otras fuerzas. En 2015 el Movimiento Demócrata Social (MDS) ganó 23 alcaldías y el MAS, 21, concentrando entre ambas organizaciones el control de 44 de los 56 gobiernos municipales del departamento.

Estos datos permiten inferir que solamente el MAS y el MDS han logrado tener presencia territorial en todo el departamento de Santa Cruz; previsiblemente gracias al control que tienen del Gobierno Nacional y de la Gobernación cruceña, respectivamente, lo que les ha permitido articular alianzas, apoyar a autoridades afines y afectar el desempeño de sus adversarios según convenga. Este es el factor crítico que determina al presente la concentración del voto en torno a estas dos fuerzas en Santa Cruz. Las terceras alternativas, que no cuentan con el control ni del Gobierno Nacional y ni del departamental, están viendo cada vez más difíciles sus condiciones para competir, y por eso van perdiendo espacios sistemáticamente. No logran resistir el embate ni del MAS ni del MDS.

Esto significa que el campo político boliviano está funcionando a partir de tres órdenes, vinculados con la disputa por el Gobierno central, los gobiernos departamentales y los municipales. Si bien cada uno constituye un espacio relativamente autónomo, existe una relación jerárquica entre ellos, que se la puede definir de la siguiente manera. Quien está a cargo del Gobierno central puede irradiar su influencia sobre todos los demás espacios en disputa en todo el territorio del país; quien está a cargo de una determinada gobernación puede incidir sobre los municipios que componen ese departamento; y quien está a cargo de una Alcaldía en el mejor de los casos podrá ejercer algún nivel de influencia en los municipios que le rodean.

Este juego de influencias sucede en dos movimientos. En una primera instancia, desde el Gobierno central o el departamental se construye una presencia territorial y se articulan alianzas, lo cual permite ir tomando el control de los municipios. Luego, desde esos espacios tomados se articula el apoyo y el voto que define las elecciones por la presidencia y las gobernaciones. En el caso de Santa Cruz, se debe tener en cuenta que este sentido de uso práctico del potencial político de la gobernación obedece a que Rubén Costas sí tiene un proyecto político propio y juega con intención. En contraste, el MAS perdió la gobernación paceña, algo que no tendría que haber ocurrido tan fácilmente dado que disponía a su favor del despliegue del Gobierno central para ir afianzando su proyecto desde lo territorial. Esto se explica por una mala gestión y por algo que se podría entender como pereza política.

Volviendo a Santa Cruz, el resultado final de todo lo que viene sucediendo es que en ese departamento se está recomponiendo el sistema de partidos políticos, que ahora gira en torno al MDS y el MAS, y va tomando la forma de una suerte de bipartidismo.