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Una estrategia antiextremista

El extremismo violento es el desafío más crítico que está amenazando al mundo entero

/ 27 de junio de 2015 / 04:17

El extremismo violento es el desafío más crítico que está amenazando al mundo entero. Su alcance y ambiciones globales no dejan dudas de sus implicaciones para el entorno geopolítico y la seguridad de todo el planeta. Las atrocidades perpetradas por los extremistas violentos en diferentes lugares del mundo, incluyendo Siria e Irak, vienen a subrayar el creciente alcance de la amenaza del extremismo violento. Este fenómeno condujo a la creación de Al-Qaeda y los talibanes, seguido de la invasión estadounidense a Irak, lo que provocó la afiliación de varios militantes a esa organización terrorista, la cual fue creciendo hasta convertirse en el Daesh (que se autodenominó como Estado Islámico).

Los crímenes cometidos por el Daesh dejan al descubierto el alcance de la amenaza que representa. Su reclutamiento en más de 90 países del mundo es una indicación alarmante de muchas disfunciones sociales y estructurales descuidadas. La destrucción sistemática y la profanación de lugares sagrados ilustran los objetivos del extremismo violento para la región. Las atrocidades cometidas contra las minorías así como el uso de los medios sociales para glorificar la masacre de los cadetes iraquíes presagian lo que puede deparar el futuro para los iraquíes si no logran derrotar a los extremistas violentos.

Las tradiciones religiosas y el Islam siempre han abrazado y portado los valores humanos; no obstante, en las últimas centurias, un grupo de demagogos presentó una imagen distorsionada del Islam, tergiversando su mensaje y distorsionando sus enseñanzas religiosas para su interés político. Estos grupos dispusieron rechazar el resto de los textos religiosos y excomulgar a los que consideraba diferentes. Además, afirman haber llegado a la comprensión exacta del Islam y poseer toda la verdad. Esta es la esencia del takfirismo y de sus antepasados, los núcleos del actual extremismo violento.

El problema surgió cuando sus defensores emprendieron su difusión entre la más grande comunidad musulmana y en todo el mundo, forzando y manipulando a diferentes pueblos en función a sus objetivos políticos y estratégicos. Los grupos con predilección por ideologías radicales fueron seducidos por esta interpretación. La mayoría de los creyentes musulmanes siempre ha evitado el uso de la fuerza para poner en práctica los preceptos de su ideología; sin embargo otros no piensan así, y a veces se han opuesto a sus mentores. Y es precisamente en este momento cuando surge el extremismo violento.

Además de destacar las raíces del Daesh y de sus seguidores en el desarrollo histórico de una interpretación retorcida del Islam, se debe tener en cuenta el impacto de la sangrienta historia iraquí en el crecimiento de los extremistas violentos. Las distintas intervenciones en el mundo islámico agravaron la situación, crearon un semillero fértil para extremistas demagogos y establecieron grandes organizaciones extremistas violentas. El Daesh surgió a partir de las inestabilidades creadas por la invasión de Irak. Los extremistas, con la crisis de Siria y el apoyo de algunos círculos y Estados, hallaron un nuevo caldo de cultivo y se han convertido en monstruos que amenazan incluso a sus creadores.

Las intervenciones militares y los intentos de ingeniería social mal ejecutados reflejan la profundidad del engaño inherente a las políticas de Estados Unidos y algunas otras potencias occidentales para la región. La llamada

“Iniciativa del Gran Oriente Medio” promovida por los círculos neoconservadores de Estados Unidos para la ingeniería política y social de las mencionadas sociedades y la exportación de la “democracia” crearon el marco teórico para la intervención militar, lo cual provocó la resistencia regional y una mayor inestabilidad. Esta inestabilidad resultante en un grupo de sociedades de la región empoderó a los extremistas violentos y creó un círculo vicioso en el que la ocupación extranjera y el extremismo se refuerzan entre sí.

El Daesh no es un grupo islámico, su existencia y objetivos no tienen nada que ver con el Islam. Esta organización utiliza al Islam como una herramienta con fines de reclutamiento y recaudación de fondos. Su tratamiento brutal y sus crímenes contra las minorías religiosas en Irak y Siria van en contra de la enseñanza coránica, y la mayoría de los musulmanes ven sus actos como antiislámicos. Musulmanes y adeptos de otras religiones han convivido en la región durante siglos y dan testimonio de una época de coexistencia pacífica de los diferentes pueblos de fe en esta región.

El éxito del Daesh en la dominación en Irak y Siria depende de factores como la debilidad de los gobiernos centrales, el apoyo militar y financiero de los gobiernos regionales y autoridades takfiries, el débil control fronterizo, el acceso a arsenales en Siria e Irak, la experiencia adquirida en la guerra contra Estados Unidos en Irak y el uso de ingresos provenientes del petróleo y el contrabando.

El consenso global sobre derrota del Daesh indica que toda la comunidad internacional tiene un interés en derrotar a este grupo y otros similares, pero esta comunidad sigue sufriendo la ausencia de una estrategia integral, consistente y coherente para enfrentar el extremismo violento. Esta estrategia debe ser seria, global, edificada sobre la base de normas, no discriminatoria; asimismo debe tener plena conformidad con las normas y principios del derecho internacional.

Una estrategia exitosa debería convocar a los líderes religiosos y comunitarios y los medios de comunicación. Los líderes religiosos de todo el mundo deben estar a la vanguardia de los esfuerzos para denunciar los falsos preceptos del extremismo violento, y rechazar el sectarismo y los ataques contra las minorías religiosas y étnicas. La mencionada estrategia debe contener medidas para contrarrestar la islamofobia, como un instrumento en manos del Daesh y otros grupos takfiries similares. Además, se debe prever el incremento del apoyo a los países que participan directamente en la lucha contra los extremistas violentos.

Los iraníes han sido consecuentes en rechazar y luchar contra el extremismo violento de los grupos terroristas en Yemen, Irak y Siria. Irán se enorgullece de jugar un rol determinante en impedir a los extremistas la consolidación de su dominio en Afganistán, y ha mostrado su determinación para ayudar al Gobierno iraquí en la lucha contra el Daesh. Irán propuso un programa mundial para el diálogo entre civilizaciones, adoptado por la Asamblea General de la ONU; y el Presidente iraní introdujo un programa integral para proporcionar una vía para combatir el extremismo violento, que fue adoptado por la Asamblea General.

La República Islámica de Irán está dispuesta a contribuir a nivel bilateral, regional y global para contener y derrotar el flagelo del extremismo violento. La cooperación en todos estos niveles es imprescindible para derrotar a todos los grupos terroristas ya que representan una amenaza global y un peligro para el mundo entero.
 

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Mensaje del Canciller de Irán

Fanfarronear o amenazar no le dará al Gobierno de Estados Unidos un ‘nuevo acuerdo’.

/ 10 de mayo de 2018 / 04:07

Mi nombre es Mohammad Javad Zarif y soy el ministro de Asuntos Exteriores de Irán. Durante los primeros dos años de ejercer mi cargo pasé gran parte de mi tiempo negociando con mis homólogos de Rusia, China, Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y de la UE. Llegamos a un acuerdo global sobre el programa nuclear de Irán en 2015, llamado Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), en el que mi país se comprometió a tomar medidas concretas para principalmente mitigar las preocupaciones de Estados Unidos; país que a su vez se comprometió a eliminar las sanciones y a dejar de obstaculizar los negocios con Irán.

El acuerdo no era un tratado que requiriera firma o ratificación por parte alguna, pero se volvió vinculante para todos los países involucrados, ya que fue aprobado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU. Desde entonces, en 11 ocasiones el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de la ONU confirmó que Irán ha cumplido a cabalidad con todas sus obligaciones. Por el contrario, EEUU ha violado constantemente el acuerdo, especialmente al intimidar a otros países para que no hagan negocios con Irán.

En este último año y casi en el mismo periodo nos dijeron que el presidente Trump no estaba contento con el acuerdo, y ahora parece que la respuesta de algunos europeos ha sido ofrecer más concesiones a Estados Unidos a costa de nuestro bolsillo. Este apaciguamiento implica promesas sobre un “nuevo acuerdo” que incluiría cuestiones que todos decidimos excluir al inicio de nuestras negociaciones, incluidas las capacidades defensivas y la influencia regional de mi país.

Por favor comprendan en ambos temas es Irán, no Occidente, el que tiene quejas serias y mucho que reclamar. No hemos atacado a nadie en siglos, pero hemos sido invadidos. El ataque más reciente fue impulsado por Saddam Hussein, quien luego recibió el respaldo de EEUU y de sus aliados regionales. Occidente incluso impidió activamente que compráramos medios rudimentarios de defensa inclusive cuando Saddam utilizaba armas químicas contra civiles y soldados iraníes.

A pesar de esta experiencia inquietante e inolvidable, todavía gastamos una pequeña fracción de lo que gastan países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos en defensa; nuestros misiles tienen un alcance más corto que los de Arabia Saudita; y a diferencia de los aliados de EEUU en la región que han financiado y armado a Al-Qaeda, a los talibanes y al Estado Islámico (ISIS) y lavado el cerebro de los yihadistas, nuestro papel ha sido vital para derrotar a estos criminales extremistas.

Permítanme dejarlo absolutamente claro de una vez por todas: no externalizaremos nuestra seguridad, tampoco renegociaremos ni agregaremos nada a un acuerdo que ya hemos implementado de buena fe. Para decirlo en términos de bienes raíces: cuando compras una casa y te mudas con tu familia o la demueles para construir un rascacielos, no puedes volver dos años después e intentar renegociar el precio.

En los próximos días, Estados Unidos tendrá que decidir si al fin quiere cumplir con sus obligaciones o no. Irán se mantiene firme frente a los inútiles intentos de intimidación, pero si Washington continúa violando el acuerdo o si se retira por completo, ejerceremos nuestro derecho a responder de la manera que nosotros decidamos. Fanfarronear o amenazar no le dará a Estados Unidos un “nuevo acuerdo”, especialmente porque no está cumpliendo con el que ya ha suscrito. Insistir en las acusaciones caricaturescas (repetidas desde hace más de una década y ya tratadas por la OIEA) para justificar el rechazo al acuerdo no ha engañado a nadie.

Por lo tanto, se aconseja sabiamente al Gobierno de EEUU que empiece a cumplir con sus compromisos, o ellos y solamente ellos tendrán que aceptar la responsabilidad de las consecuencias de no hacerlo.

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El armamento militar no salvará a Medio Oriente

El Sr. Trump se está dedicando a la extorsión y al despojo de nuestros vecinos sauditas. El viaje de Trump ha sido leído por los déspotas de la región como un cheque en blanco para reprimir

/ 3 de junio de 2017 / 03:56

Contrariamente a los sauditas, Irán busca una salida política para Siria e Irak. ¿Acaso no se le debe dar otra oportunidad a la paz? Mientras el Sr. Trump era recibido en los palacios de la familia real saudita tras la firma de un histórico contrato armamentístico, el pueblo de Irán festejaba los resultados de unas elecciones reales y desafiantes. Las elecciones mostraron la determinación de los votantes iraníes de dar continuidad al camino de moderación e interacción constructiva sobre la base del respeto mutuo, un camino que posibilitó el acuerdo nuclear de 2015.

Si la eficiencia de los métodos anteriores se tomase como criterio para el éxito en el futuro, otros 110.000 millones de dólares destinados para armamento, “no quitarán de los hombros de Washington la carga que suponen gastos adicionales”, ni tampoco ayudará a “la seguridad a largo plazo de Arabia Saudita”, como bien afirma el Departamento de Estado de Estados Unidos. La última vez que los sauditas gastaron una de estas desmesuradas sumas pagaron más de 70.000 millones de dólares en la década de los 80 con el fin de armar a Saddam Hussein para que invada a Irán, pero vean cuáles fueron los resultados de esta acción para el mundo y para ellos mismos.

Por lo tanto, en el más optimista de los casos, el Presidente de EEUU se está dedicando a la extorsión y al despojo de nuestros vecinos sauditas, de un dinero que en realidad no están en capacidad de pagar. En el más pesimista de los casos, el Sr. Trump convertirá a Estados Unidos en un mercenario de sauditas en Medio Oriente. Lo feo de este caso se hace más visible cuando nos enteramos que 15 de los secuestradores de los aviones implicados en los sucesos del 11 de septiembre de 2011 eran de nacionalidad saudita. Tal y como sugieren la represión del pueblo saudí justo antes de la visita del Sr. Trump y el mortal ataque del régimen de Bahrein contra las protestas populares en ese país, aquel viaje ha sido leído por los gobernantes déspotas de la región como un cheque en blanco para reprimir todas las manifestaciones pacíficas restantes.

En otras palabras, algo muy malo está sucediendo en Medio Oriente. Para evitar una mayor propagación del flagelo del terrorismo y el extremismo violento, los líderes responsables de las capitales regionales y del resto de los países del mundo deben actuar con urgencia y dar pasos serios e inmediatos para enfrentar estos peligros. Más allá de los bailes de espada y banquetes protocolares, existen en la región contradicciones fundamentales que deben ser abordadas. 

En Yemen, Arabia Saudita está atacando a las milicias houthi, que han demostrado ser las únicas fuerzas capaces de derrotar a Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), el grupo más letal de la actual red terrorista mundial. Los partidarios occidentales de la coalición dirigida por Arabia Saudita exponen que su motivación es el apoyo a la “democracia”, sin embargo, ese mismo concepto tiene pocos seguidores en Riad o entre otros aliados árabes de Estados Unidos.

La tragedia de Yemen desafortunadamente se repite también en Siria. Allí, las fuerzas que están en la primera línea de combate contra los extremistas wahabíes están siendo amenazadas simultáneamente por la política antiterrorista de los países occidentales, una política que a menudo es arbitraria en su distinción entre aliados y enemigos.

Permítanme ser más claro: lo que el presidente Trump llamó una “gran cantidad de hermosos equipos militares” no drenará los pantanos creados por las sucias aguas del terrorismo y la militancia extremista. Ni las cadenas de oro, ni las esferas brillantes proporcionan una solución mágica a los desafíos socioeconómicos y políticos que impulsan el extremismo. Lo único efectivo será el esfuerzo real para forjar una interacción inclusiva entre las potencias regionales, basada en una política de convivencia y aceptación de que las soluciones militares son inútiles.

Mientras que Arabia Saudita gasta incontables millones de dólares promoviendo la iranofobia para distraer la opinión pública de su exportación global, o sea el wahhabismo (que inspira la ideología extremista de Al Qaeda, el llamado Estado Islámico y muchos otros grupos terroristas que causan estragos desde Karachi hasta Manchester), Irán ha estado ayudando a las víctimas del extremismo en Irak y Siria. Al ayudar a impedir que el Estado Islámico se apodere de Bagdad y Damasco, Irán está apoyando activamente una solución política a los conflictos en ambos países.

En 2013, Irán propuso un cese inmediato al fuego y un plan para poner fin a la guerra en Siria. Durante más de dos años, Arabia Saudita rechazó categóricamente la premisa de que el conflicto sirio no tenía solución militar, aferrándose a la ilusión de que al arrastrar a Estados Unidos a la guerra, sus marionetas extremistas lograrían la victoria en el campo de batalla. Tras la pérdida de innumerables vidas, finalmente en 2015 nuestro plan sobre Siria se convirtió en la base de la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Recientemente, la iniciativa de diálogo liderada por Irán, Turquía y Rusia, aunque lejos de ser la ideal, logró ser un mecanismo eficaz para la reducción de las tensiones. La diplomacia de doble vía en Siria, donde los combates han disminuido y los esfuerzos antiterroristas han tenido progresos, proporciona una fórmula creíble para la resolución de otros conflictos de la región.

Con 7 millones de yemeníes al borde de una hambruna provocada por la acción del hombre y virtualmente la mitad de la población de Siria desplazada, las crisis son demasiado urgentes como para perder el tiempo apuntando al otro con dedo inquisidor. Más bien, para encontrar una solución confiable y duradera que ponga fin a estas calamidades, las potencias regionales deben identificar y abordar los problemas subyacentes que favorecen el extremismo violento.

En este sentido, Estados Unidos y sus aliados tienen hoy dos opciones. Pueden seguir prestando su apoyo material y moral y animar a los autores de la guerra a intensificar sus esfuerzos belicistas, aun cuando su inefectividad ha quedado demostrada y solo trae más muerte y destrucción, complicando aún más el camino hacia una solución duradera; o tal y como ha afirmado Irán desde el primer día, estos gobiernos pueden concentrarse en ayudar a forjar soluciones políticas inclusivas con la participación de todos los grupos involucrados.

En 1990, cuando yo era un joven diplomático fui testigo de cómo, después de la decisión de Saddam Hussein de invadir Kuwait y volverse en contra de sus financistas árabes, los ministros de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita y sus aliados árabes se opusieron a la oferta de su homólogo iraní para explorar un mecanismo inclusivo para la seguridad regional. Luego de gastar miles de millones de dólares en armas y después de años de ilimitado derramamiento de sangre, hemos regresado al punto de partida. Si no rompemos este ciclo, solo estaríamos dejando esa tarea trascendental a nuestros hijos y nietos. Debemos ser la generación que aprenda de la historia en lugar de ser la condenada a repetirla.

* es ministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán.

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Carta abierta al Secretario General de la ONU

La soberanía de los Estados es una de las piedras angulares del orden jurídico internacional

/ 5 de mayo de 2016 / 04:00

Sr. Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, en los últimos años, Estados Unidos ha puesto en peligro el orden y el derecho internacional al permitir, y en realidad instigar, a litigantes privados para que inicien acciones civiles ante los tribunales estadounidenses contra Estados soberanos, entre ellos la República Islámica de Irán. Los procesos han sido instaurados en ausencia de los acusados, y se han presentado demandas para usurpar los activos del pueblo iraní en tierra norteamericana. Hasta el momento, a pesar de que ninguna nación que se respete a sí misma (entre ellas ciertamente Irán) está sujeta a la jurisdicción de los tribunales locales de otros Estados, las cortes estadounidenses han condenado a la República Islámica de Irán y a sus entes gubernamentales a pagar miles de millones de dólares, todo ello sin ningún fundamento jurídico ni base real alguna.

El Poder Judicial de Estados Unidos, para allanar el terreno y poder confiscar los activos de Irán que han sido congelados en ese país, está promulgando leyes sin ningún fundamento. Solo como un ejemplo, un reciente fallo de un tribunal de distrito de Nueva York ordenó a Irán el pago de más de $us 10.500 millones por daños a las familias de las víctimas de los ataques terroristas del 9 de septiembre de 2001. El juez de esa corte, contra toda lógica, basa su determinación con el argumento de que Irán “proporcionó un apoyo activo a los atacantes”. Tal afirmación, enunciada no por un político sino por un mal llamado tribunal de justicia, es absurda y contradice incluso las declaraciones públicas y los hallazgos de las investigaciones realizadas por el propio Gobierno y el Congreso de Estados Unidos sobre el caso en cuestión. Irónicamente, el mismo tribunal absolvió a los verdaderos culpables de cualquier responsabilidad y falló en contra de Irán, que por su parte ha sido víctima del mismo grupo terrorista y siempre ha estado a la vanguardia de los esfuerzos internacionales tanto contra ese flagelo como contra los grupos extremistas takfiries.

En suma, Estados Unidos, en flagrante contravención de los principios fundamentales del derecho internacional, ha creado un esquema pseudolegal por el cual los activos iraníes mantenidos en bancos estadounidenses y extranjeros, e incluso bienes culturales entregados en calidad de préstamo a museos estadounidenses, están siendo sometidos a resoluciones espurias y procedimientos de recolección ilegales.

Excelencia, el principio de la inmunidad de los Estados es una de las piedras angulares del orden jurídico internacional y la norma del derecho internacional consuetudinario, el cual recientemente ha sido codificado en la Convención de las Naciones Unidas sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes. La primacía de este principio también ha sido reconocida por la comunidad internacional, por los sistemas jurídicos y por la Corte Internacional de Justicia. De esta manera, con excepción de las “actividades comerciales”, las demandas contra un Estado soberano deben ser consideradas en concordancia con los mecanismos previstos en acuerdos bilaterales y/o multilaterales, o deben ser tratados por cortes competentes internacionales.

Es un motivo de gran preocupación que el Congreso de Estados Unidos, junto a otros poderes de ese país, pretenda desafiar y violar el principio fundamental de la inmunidad de los Estados, mediante la suspensión unilateral de este postulado, bajo pretexto de una doctrina legal infundada no reconocida por la comunidad internacional. En vista de los efectos adversos de tales prácticas sobre la integridad del orden público internacional, me gustaría llamar su atención y la de los miembros de las Naciones Unidas sobre las consecuencias catastróficas de la flagrante falta de respeto de EEUU al principio de la inmunidad de los Estados, lo que provocará la degradación sistemática de esta premisa internacional.

La República Islámica de Irán rechaza las decisiones ilegales de los tribunales estadounidenses en este caso, incluyendo la resolución relacionada con la confiscación de casi $us 1.800 millones de activos pertenecientes al Banco Central iraní en beneficio de demandantes privados. El proceso “judicial” que condujo a esta sentencia ha sido falso y ficticio en todas sus instancias, y constituye una parodia de la Justicia en todo sentido, desde la recopilación de la documentación legal, hasta la jurisdicción, el mérito, los hechos y procedimientos. Esta sentencia constituye claramente un acto ilícito internacional y entraña una responsabilidad internacional para el Gobierno estadounidense, que, por lo tanto, será cuestionado por su acción. La República Islámica de Irán considera al Gobierno de EEUU responsable de este robo vergonzoso disfrazado bajo una orden judicial, y está decidida a tomar todas las medidas legales para la restitución de los bienes robados y los intereses devengados a partir de la fecha que fueron bloqueadas por la Justicia estadounidense.

En realidad, Estados Unidos es el que debería haber pagado desde hace mucho tiempo compensaciones por sus persistentes políticas hostiles contra el pueblo iraní. Incluso estas políticas ilícitas y las acciones contra la población iraní, que constituyen una responsabilidad internacional para el Gobierno estadounidense, han sido cuestionadas por algunos funcionarios estadounidenses con base en sólidas evidencias históricas. Algunas de estas violaciones fueron el derrocamiento del Gobierno iraní democráticamente elegido en 1953 y los brutales crímenes cometidos durante la dictadura instaurada posteriormente con el apoyo y la participación activa de EEUU, incluyendo torturas por parte de la unidad SAVAK (creada y entrenada por EEUU) en contra del pueblo iraní desde 1953 hasta 1979. Otras de las acciones ilícitas cometidas por EEUU contra el pueblo iraní durante los últimos años fueron el proporcionar información y otros tipos de ayuda a Saddam Hussein en su agresión bélica contra Irán entre 1980 y 1988, incluido el suministro de información de los sistemas de AWACS para facilitar al Ejército iraquí el uso de armas químicas contra soldados y civiles iraníes (lo que equivale a un crimen de guerra); derribar deliberadamente un avión civil iraní en 1988, causando la muerte de los 290 pasajeros; y el saqueo de los activos iraníes depositados en el exterior. La República Islámica de Irán se reserva el derecho de emprender acciones legales apropiadas, incluidas las contramedidas necesarias y proporcionadas, con el fin de restaurar los derechos y proteger los intereses del pueblo iraní frente a tal conducta ilegal persistente por parte de los Estados Unidos de Norteamérica.

Sr. secretario general de la ONU, pocas veces hemos sido testigos de tal amenaza para el estado de derecho, el buen funcionamiento del orden internacional, la integridad de los sistemas legales y financieros mundiales, y la prevalencia del diálogo y la comprensión en lugar de la coacción y la confrontación. En vista de los efectos perjudiciales de la persistencia de esta conducta ilegal por parte de Estados Unidos, me gustaría hacer un llamamiento a vuestra excelencia para que preste sus buenos oficios, con el fin de inducir al Gobierno de los Estados Unidos a que cumpla con sus obligaciones internacionales, ponga fin a la violación del fundamental principio de inmunidad de los Estados, libere todos los activos iraníes congelados en bancos estadounidenses, cese y desista de cualquier interferencia en las transacciones comerciales y financieras iraníes fuera de Estados Unidos, en cumplimiento de sus obligaciones internacionales de carácter general y de sus obligaciones en virtud del acuerdo de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés).­

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Peligroso extremismo de Arabia Saudita

La máxima prioridad de la política exterior de Irán es la amistad con nuestros vecinos  y la paz en la región

/ 25 de enero de 2016 / 07:01

El mundo pronto celebrará la implementación del acuerdo histórico alcanzado entre Irán y los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China, Rusia) más Alemania para resolver la innecesaria e incluso peligrosa crisis por el programa nuclear iraní. Todas las partes esperaban, y siguen creyendo, que la resolución de la cuestión nuclear de nuestra nación permitiría concentrarse de nuevo en el serio desafío del extremismo que está devastando nuestra región (Medio Oriente) y el mundo.

El presidente iraní, Hassan Rouhani, ha declarado en repetidas ocasiones que la máxima prioridad de la política exterior de Irán es la amistad con nuestros vecinos, la paz y la estabilidad en la región, y la cooperación global, sobre todo en la lucha contra el extremismo. En septiembre de 2013, tan solo un mes después de asumir el cargo, Rouhani propuso una iniciativa llamada el Mundo Contra la Violencia y el Extremismo (WAVE). Dicha iniciativa fue aprobada por consenso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, dando esperanza de una campaña global con visión de futuro en contra del terrorismo.

Sin embargo, desafortunadamente algunos países tratan de evitar la interacción constructiva. Tras la firma del acuerdo nuclear provisional en noviembre de 2013, Arabia Saudita, impulsado por el temor de su artificiosa iranofobia, se estaba desmoronando y comenzó a destinar todos los recursos a su alcance para derrotar el acuerdo. Hoy en día existen evidencias de que algunos en Riad (capital de Arabia Saudita) no solo continúan impidiendo la normalización de la situación, sino que además están decididos a arrastrar a todo Oriente Medio a un enfrentamiento.

Parece que a Arabia Saudita le preocupa que, con la eliminación de la cortina de humo de la cuestión nuclear, se exponga la verdadera amenaza global: el papel activo de este país en apoyar el extremismo violento. La barbarie es clara. En casa, verdugos estatales decapitan con espadas a los disidentes, como la reciente ejecución de 47 prisioneros en un solo día, incluyendo al jeque Nimr al-Nimr, un respetado erudito religioso que dedicó su vida a la promoción de la no violencia y los derechos civiles. En el extranjero también los hombres enmascarados decapitan con cuchillos.

No olvidemos que los autores de numerosos actos de terror, desde los horribles atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York hasta los disparos en San Bernardino (en California) y otros episodios de brutalidad extremista en este periodo, así como casi todos los miembros de los grupos extremistas como Al Qaeda y los del frente Al Nusra han sido financiados por petrodólares y protagonizados por ciudadanos saudíes o por yihadistas con el cerebro lavado por demagogos que han promovido los mensajes antiislámicos de odio y sectarismo durante décadas.

La estrategia actual de los saudís para descarrilar el acuerdo nuclear y perpetuar —e incluso exacerbar— la tensión en la región está basado en tres componentes: presionar a Occidente en tal dirección; promover la inestabilidad regional a través de la continuación de la guerra en Yemen y patrocinar el extremismo; y la provocación directa a Irán. La campaña militar de Riad en Yemen y su apoyo a los extremistas son bien conocidos en la opinión pública occidental. No obstante, las provocaciones contra Irán no se han plasmado en titulares de los medios de prensa internacional, porque nuestra actitud de prudente moderación no ha permitido que se convierta en una crisis.

El Gobierno iraní condenó inequívocamente, al más alto nivel, el asalto contra la embajada saudí y el consulado de ese país el 2 de enero en Teherán, y asimismo garantizó la seguridad de los diplomáticos saudíes. También se tomó medidas inmediatas para ayudar a restaurar el orden en el complejo diplomático saudí y declaramos nuestra determinación a llevar a los autores ante la Justicia. Por otra parte, tomamos medidas disciplinarias contra aquellos que no pudieron proteger la embajada, y se inició una investigación interna para prevenir cualquier evento similar en el futuro.

Por el contrario, en los últimos tres años el Gobierno saudí o sus agentes tienen como blanco de sus ataques a las instalaciones diplomáticas iraníes en Yemen, Líbano y Pakistán, matando a diplomáticos iraníes y a funcionarios locales. También se han registrado otros tipos de provocaciones. Por ejemplo, los peregrinos iraníes en Arabia Saudita han sufrido un acoso sistemático (en un caso los oficiales del aeropuerto saudí en Jeddah agredieron a dos chicos iraníes, lo que provocó la indignación pública en nuestro país). Además, la negligencia de Arabia Saudita fue la culpable de la estampida durante el reciente hajj (peregrinación), que ocasionó la muerte de 464 peregrinos iraníes. Por otra parte, durante días las autoridades saudíes se negaron a responder a las peticiones de los familiares y del Gobierno iraní para acceder y repatriar los restos mortales de las víctimas  de esta catástrofe.

Además de lo mencionado, es una práctica habitual de los predicadores designados por el Gobierno de Arabia Saudita la incitación al odio y no solamente contra Irán, sino también contra todos los musulmanes chiítas. La reciente indignante decapitación del jeque Nimr fue precedida inmediatamente por un sermón de odio hacia los chiítas a cargo de un predicador de la Gran Mezquita en La Meca, quien dijo el año pasado que “nuestro desacuerdo con los chiítas no se terminará ni tampoco nuestras operaciones de suicidio encaminadas a luchar contra ellos”, mientras los chiítas permanezcan en la tierra.

A lo largo de estos episodios, Irán, confiando en su fuerza, se ha negado a tomar represalias, romper o incluso degradar las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita. Hasta ahora estamos respondiendo con la moderación; pero la prudencia unilateral no es sostenible.

Irán no tiene ningún deseo en escalar la tensión en Oriente Medio. Necesitamos unidad para hacer frente a las amenazas planteadas por los extremistas. Nuestro Presidente y yo, desde los primeros días después de su elección, hemos expresado públicamente y en privado nuestra disposición a entablar un diálogo para promover la estabilidad y a combatir la desestabilización del extremismo; pero esta intención ha caído en oídos sordos en Arabia Saudita.
El liderazgo de Arabia debe tomar una decisión: puede seguir apoyando a los extremistas y promover el odio sectario, o puede optar por jugar un papel constructivo en la promoción de la estabilidad regional. Esperamos que la razón prevalezca.

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Un mensaje desde Irán

La seguridad de unos cuantos no puede llevarse a cabo a  costa de la inseguridad de los demás

/ 2 de mayo de 2015 / 04:03

Hemos realizado importantes progresos en Suiza a principios de abril. Con los representantes de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Francia, China, Rusia y el Reino Unido) más Alemania, nos hemos puesto de acuerdo sobre los parámetros para eliminar cualquier duda sobre la naturaleza exclusivamente pacífica del programa nuclear iraní y para levantar las sanciones internacionales contra Irán.

Sin embargo, para sellar el acuerdo nuclear preliminar se requiere más voluntad política. El pueblo iraní ha demostrado su determinación al decidir participar con dignidad en las negociaciones. Es hora de que Estados Unidos y sus aliados occidentales elijan entre la cooperación y la confrontación, entre las negociaciones y la grandilocuencia, y entre el acuerdo y la coerción.

Con un liderazgo valiente y la audacia de tomar las decisiones correctas, podemos y debemos poner fin a esta crisis fabricada; y así poder empezar a trabajar en cosas mucho más importantes. Gran parte de la región del Golfo Pérsico está actualmente en crisis. No es una cuestión de gobiernos entrantes o salientes, las cuestiones sociales, culturales y religiosas de países enteros están siendo despedazadas.

Dotado de una población resilente que se ha mantenido firme a la hora de encarar la coerción, y al mismo tiempo manifiesta magnanimidad para abrir nuevos horizontes de compromiso constructivo basado en el respeto mutuo, Irán ha capeado las tormentas de la inestabilidad causada por este caos. Sin embargo no podemos ser indiferentes a la destrucción insondable que nos rodea, porque el caos no reconoce fronteras.

Irán ha sido claro: el ámbito de nuestro compromiso constructivo se extiende mucho más allá de las negociaciones nucleares. Las buenas relaciones con nuestros vecinos es la principal prioridad de Irán. Nuestro razonamiento es que la cuestión nuclear ha sido un síntoma, no una causa, de desconfianza y conflicto. Teniendo en cuenta los últimos avances en la prevención de síntomas, es hora de que Irán y las otras partes interesadas empecemos a direccionar las causas de la tensión en el Golfo Pérsico.

La política exterior iraní es de naturaleza holística. Esto no se debe al hábito o a las preferencias, sino porque la globalización ha deshecho todas las alternativas obsoletas. Nada en políticas internacionales funciona en el vacío. La seguridad de unos cuantos no puede llevarse a cabo a costa de la inseguridad de los demás. Ninguna nación puede lograr sus intereses sin tener en cuenta los intereses de los otros.

En ninguna otra parte estas dinámicas son más evidentes que en gran parte de la región del Golfo Pérsico. Necesitamos una evaluación sobria de las complejas y entrelazadas realidades presentes en Medio Oriente, y políticas coherentes para tratar con estas realidades. La lucha contra el terrorismo es un claro ejemplo de ello. Uno no puede hacer frente a Al Qaeda y sus ideologías, como el autodenominado Estado Islámico (que no es islámico ni tampoco un Estado), en Irak, mientras al mismo tiempo se permite su crecimiento en Yemen y Siria.

Existen múltiples ámbitos donde los intereses de Irán y otros actores principales se cruzan. El establecimiento de un foro colectivo para el diálogo en la región del Golfo Pérsico, con el fin de facilitar la participación, data de hace mucho tiempo. Si se desea comenzar una discusión seria sobre las calamidades que enfrenta la región, Yemen sería un buen lugar para comenzar. Irán ha ofrecido un enfoque razonable y práctico para hacer frente a esta crisis dolorosa e innecesaria. Nuestro plan pide un inmediato cese al fuego, la asistencia humanitaria y la facilitación del diálogo interior yemení, que promueva la formación de un gobierno inclusivo, basado en una amplia unidad nacional.

En un nivel más amplio, el diálogo regional debe basarse en los principios generalmente reconocidos y objetivos comunes, en particular el respeto a la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los Estados; inviolabilidad de las fronteras internacionales; la no interferencia en los asuntos internos; solución pacífica de controversias; inadmisibilidad de la amenaza o al uso de la fuerza; y la promoción de la paz, la estabilidad, el progreso y la prosperidad en la región.

Un diálogo regional podría ayudar a promover la comprensión y la interacción en los niveles de gobierno, el sector privado y la sociedad civil; y dar lugar a un acuerdo sobre un amplio espectro de cuestiones, incluidas medidas como la confianza y la seguridad; lucha contra el terrorismo, extremismo y sectarismo; garantizar la libertad de navegación y el libre flujo de petróleo y otros recursos; y la protección del medio ambiente. Un diálogo regional podría eventualmente incluir acuerdos de no agresión y de cooperación en materia de seguridad, de una manera más formal.

Mientras esta cooperación debe mantenerse dentro de los actores regionales relevantes, los marcos institucionales existentes para el diálogo, y en especial las Naciones Unidas, deben ser utilizados. La Secretaría General podría proporcionar el marco internacional necesario. Un papel regional para las Naciones Unidas ya fue previsto en la resolución del Consejo de Seguridad que ayudó a poner fin a la guerra entre Irán e Irak en 1988. Esto ayudaría a aliviar las preocupaciones y ansiedades, particularmente de los países más pequeños; proporcionando a la comunidad internacional las garantías y los mecanismos de protección de sus legítimos intereses; y vinculando cualquier diálogo regional con temas que van más allá de los límites de la región.

El mundo no puede permitirse el lujo de seguir evitando abordar las raíces de la crisis en toda la región del Golfo Pérsico. Esta oportunidad única para el compromiso no debe ser desperdiciada.

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