Dignidad
Todo ser humano nace dotado de dignidad y ésta no depende de factores externos
Hoy se celebra en el mundo el Día del Orgullo Gay, ocasión en la que la sociedad entera puede mirarse al espejo y reconocer que la categoría binaria varón-mujer no es (nunca fue) suficiente para dar cuenta de la diversidad humana, esa que trasciende lo meramente sexual y atraviesa el conjunto de manifestaciones del espíritu. Es un día para celebrar la dignidad.
En efecto, mucho ha pasado en el mundo desde aquel 28 de junio de 1969 cuando en Nueva York, EEUU, el colectivo gay decidió decirle basta al constante abuso policial y desde el emblemático bar Stonewall, objeto de constantes redadas policiales, partió en colorida marcha reclamando dignidad y exhibiendo el orgullo de su sexualidad y todas las expresiones que conlleva.
Hoy, a 46 años de aquella ocasión, la marcha se replica en muchos países del mundo, y gracias a estas manifestaciones más de una persona ha podido revelar su verdadera identidad al mundo, y ha conocido a gente que está dispuesta a apoyarla en el proceso de lograr reconocimiento de los suyos o cuando menos consuelo ante el rechazo de quienes no pueden aceptar esta realidad basados, por lo general, en prejuicios, ignorancia o, peor, dogmas religiosos.
También ha cambiado la propia identidad de quienes hoy se hacen protagonistas de la celebración. Si ayer eran solo “homosexuales”, hoy sus identidades adquieren importantes matices: bisexuales, transexuales, transgénero, intersexuales, además de gais y lesbianas, lo cual muestra un arco de diversidad mayor de lo que muchos se atreven a aceptar o reconocer. Finalmente, a fuerza de repetirse año tras año las celebraciones de fin de junio (hace días fue en Santa Cruz y otras capitales, ayer en El Alto y La Paz, y el próximo sábado nuevamente en La Paz, pero con carácter nacional), la sociedad ha comenzado a transitar de la “tolerancia” hacia el respeto y el reconocimiento de la dignidad intrínseca de quienes se apartan del molde tradicional y la sexualidad binaria. También en el ámbito institucional hay avances: además del reconocimiento constitucional, tanto un decreto supremo como una ley municipal en La Paz reconocen esta fecha.
Lo dicho no significa que las comunidades LGBT hayan superado todos los obstáculos que una sociedad conservadora, intolerante y patriarcal le pone a cualquiera que se aleje de la norma. Siguen sucediendo episódicamente los crímenes de odio, siguen siendo agredidos, menospreciados y discriminados; es más: el nombre de las identidades diversas sigue siendo empleado como insulto en muchos contextos.
Celebrar el orgullo de la diversidad sexual no es, pues, un asunto de hacer fiestas o desfiles extravagantes; es, más bien, un recordatorio de que todo ser humano nace dotado de dignidad y que ésta no depende de factores externos. Es deber de toda la sociedad respetarla y valorarla.