La salud agoniza
La salud agoniza y para salvarla se necesitan autoridades comprometidas con la población
Para conocer la realidad del sistema de salud en Bolivia solo hay que darse una vuelta por los hospitales públicos o de la seguridad social, donde los pacientes son atendidos en vetustas edificaciones. Tampoco estaría demás dejarse atrapar por alguna revista matutina de televisión donde se suelen impulsar campañas en favor de personas enfermas. De igual manera, es parte de la vida cotidiana de las ciudades encontrarse en la calle con grupos que realizan colectas para poder costear el tratamiento de un paciente en el extranjero, cuya dolencia requiere equipos con tecnología de punta que no hay en el país, o simplemente porque su tratamiento fue programado para seis meses después, como suele suceder en la seguridad social.
Hace menos de un mes los pacientes con cáncer salieron a bloquear una avenida de la sede de gobierno con el propósito de exigir a las autoridades que soliciten a la organización de energía atómica la donación de un acelerador lineal. La ministra de Salud, Ariana Campero, deslindó su responsabilidad ante esta demanda, indicando que ese asunto no era de su competencia, sino de la Gobernación. “Fue un golpe bajo a nuestra esperanza de seguir viviendo. Nos mató en vida esa señora que dice ser ministra”, respondió la principal dirigente del sector.
Según el artículo 18 de la Constitución Política del Estado, uno de los derechos fundamentales de las personas es el derecho a la salud, a la que sin embargo pocos acceden, sea por falta de medicamentos y/o espacios para internarse, por el mal estado o la ausencia de equipos médicos o porque no hay suficientes especialistas.
El 16 de junio, el Gobierno señaló que en los nueve años de gestión del MAS se construyeron más hospitales que en la época “neoliberal”. En cifras, de los 133 hospitales que había en el territorio en 2001, en 2014 este número llegó a 3.900, la mayoría centros de salud y pocos hospitales de segundo nivel. Empero, en los hechos, la infraestructura construida, principalmente en el área rural, no abastece la demanda de los pacientes, ya que los centros no tienen profesionales de planta o equipos médicos para atender a la población. Antes de soñar con hospitales de cuarto nivel, habría que equipar los centros que ya existen para que presten un buen servicio.
A este paso, el Seguro Universal de Salud que el presidente Evo Morales volvió a prometer en enero, no se ejecutará este año, porque simplemente no existe una política de salud y menos un presupuesto adecuado. La salud está agonizando y para sacarla de terapia intensiva se necesitan autoridades comprometidas con la población, y no solamente con sus “amigos”, tal vez así comenzaríamos a caminar.