Voces

Friday 19 Apr 2024 | Actualizado a 00:50 AM

Anunciemos al Papa urbes humanas

No es preciso grandes inversiones, basta concentrarse en solucionar aspectos fundamentales

/ 1 de julio de 2015 / 04:38

Entre las grandes noticias para nuestro país está la visita apostólica que próximamente nos hará el papa Francisco. En un mundo cargado de materialismo su voz se hace necesaria, y es un privilegio que haya decidido traernos su mensaje. Nuestra tarea es escucharlo no solo para agradar nuestros oídos, sino también para seguir sus propuestas, y en especial luego de la aparición de su encíclica Laudato Si (Alabado Seas) relativa a la necesidad de cuidar la naturaleza. 

A medida que la educación mejora, las poblaciones emigran hacia las ciudades. En esa misma línea, los campesinos bolivianos abandonan los lugares donde nacieron aumentando el número de habitantes urbanos. Por eso, la atención de las autoridades debería centrarse en las urbes, para hacerlas más humanas, procurando atender las necesidades de las personas y a la vez constituir un lugar de trabajo agradable.

Nuestra ciudad requiere de mejoras profundas para cumplir con esos propósitos, y es cada vez más necesario adoptar las medidas necesarias. No es preciso grandes inversiones, basta concentrarse en solucionar aspectos fundamentales que no parecen atraer la suficiente atención de las autoridades. La cultura cívica de nuestro pueblo ha ido aumentando, hay más sensibilidad sobre los temas, y es cuestión de pedir su colaboración a través de buenas campañas cívicas.

El día a día de los paceños se ve afectado por falta de reglamentaciones y controles, pero sobre todo por el incumplimiento de las normas que ya existen. Nada es difícil de solucionar, pues se trata de dictar las disposiciones, hacerlas cumplir y aplicar las multas que correspondan. El respeto hacia el bien común  y la cultura ciudadana que se observa en las personas fuera de nuestro país es resultado de la educación y el autocontrol, pero también al papel de las autoridades y funcionarios municipales y policiales.

Para que la ciudad sea más grata se necesitan cambios simples. Los semáforos solo atienden a los vehículos, no se ven desde las veredas y no hay una luz intermedia entre el verde y el rojo para que los peatones puedan cruzar las calles. Para  ayudar a que éstos sean respetados, los pasos peatonales deben estar pintados, de tal manera que promuevan a los conductores a detenerse. La excesiva contaminación acústica hace desagradable caminar por las calles, el uso de la bocina debe ser limitado a situaciones de emergencia; y los minibuses y taxis no deberían emplearla para llamar a sus clientes o para hacerlos saltar fuera de los pasos peatonales.

Es preciso establecer un control obligatorio a la emisión de gases de todos los vehículos, que los disparan por tubos que apuntan hacia el cielo como si ello disipara el daño. Las veredas deben ser de mejor calidad, sin hoyos; y las vendedoras que afectan el paso deben ser trasladadas. Calles y plazas se van convirtiendo en comedores públicos, además, con muy poca higiene. Es necesario colocar más papeleros para no tirar los residuos al suelo. No hay que autorizar que parques y jardines sirvan para jugar o de dormitorios. Poco a poco se transgreden los límites, y las autoridades no reaccionan.

Nada de esto es difícil de lograr, solo requiere voluntad, organización, buena ejecución y, por cierto, fiscalización. El Papa llama a respetar al prójimo, le hemos invitado a visitarnos y ha aceptado, entonces, no solo escuchemos su mensaje, sino que sea motivo para actuar y así tener ciudades más humanas. Aprovechemos para anunciarle nuestra determinación en ese sentido.

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Anunciemos al Papa urbes humanas

No es preciso grandes inversiones, basta concentrarse en solucionar aspectos fundamentales

/ 1 de julio de 2015 / 04:38

Entre las grandes noticias para nuestro país está la visita apostólica que próximamente nos hará el papa Francisco. En un mundo cargado de materialismo su voz se hace necesaria, y es un privilegio que haya decidido traernos su mensaje. Nuestra tarea es escucharlo no solo para agradar nuestros oídos, sino también para seguir sus propuestas, y en especial luego de la aparición de su encíclica Laudato Si (Alabado Seas) relativa a la necesidad de cuidar la naturaleza. 

A medida que la educación mejora, las poblaciones emigran hacia las ciudades. En esa misma línea, los campesinos bolivianos abandonan los lugares donde nacieron aumentando el número de habitantes urbanos. Por eso, la atención de las autoridades debería centrarse en las urbes, para hacerlas más humanas, procurando atender las necesidades de las personas y a la vez constituir un lugar de trabajo agradable.

Nuestra ciudad requiere de mejoras profundas para cumplir con esos propósitos, y es cada vez más necesario adoptar las medidas necesarias. No es preciso grandes inversiones, basta concentrarse en solucionar aspectos fundamentales que no parecen atraer la suficiente atención de las autoridades. La cultura cívica de nuestro pueblo ha ido aumentando, hay más sensibilidad sobre los temas, y es cuestión de pedir su colaboración a través de buenas campañas cívicas.

El día a día de los paceños se ve afectado por falta de reglamentaciones y controles, pero sobre todo por el incumplimiento de las normas que ya existen. Nada es difícil de solucionar, pues se trata de dictar las disposiciones, hacerlas cumplir y aplicar las multas que correspondan. El respeto hacia el bien común  y la cultura ciudadana que se observa en las personas fuera de nuestro país es resultado de la educación y el autocontrol, pero también al papel de las autoridades y funcionarios municipales y policiales.

Para que la ciudad sea más grata se necesitan cambios simples. Los semáforos solo atienden a los vehículos, no se ven desde las veredas y no hay una luz intermedia entre el verde y el rojo para que los peatones puedan cruzar las calles. Para  ayudar a que éstos sean respetados, los pasos peatonales deben estar pintados, de tal manera que promuevan a los conductores a detenerse. La excesiva contaminación acústica hace desagradable caminar por las calles, el uso de la bocina debe ser limitado a situaciones de emergencia; y los minibuses y taxis no deberían emplearla para llamar a sus clientes o para hacerlos saltar fuera de los pasos peatonales.

Es preciso establecer un control obligatorio a la emisión de gases de todos los vehículos, que los disparan por tubos que apuntan hacia el cielo como si ello disipara el daño. Las veredas deben ser de mejor calidad, sin hoyos; y las vendedoras que afectan el paso deben ser trasladadas. Calles y plazas se van convirtiendo en comedores públicos, además, con muy poca higiene. Es necesario colocar más papeleros para no tirar los residuos al suelo. No hay que autorizar que parques y jardines sirvan para jugar o de dormitorios. Poco a poco se transgreden los límites, y las autoridades no reaccionan.

Nada de esto es difícil de lograr, solo requiere voluntad, organización, buena ejecución y, por cierto, fiscalización. El Papa llama a respetar al prójimo, le hemos invitado a visitarnos y ha aceptado, entonces, no solo escuchemos su mensaje, sino que sea motivo para actuar y así tener ciudades más humanas. Aprovechemos para anunciarle nuestra determinación en ese sentido.

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