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¿Cuánto vale el dedo de Jara?

Estamos siendo tragados por el monstruo de la corrupción, las malas costumbres y la inmoralidad

/ 3 de julio de 2015 / 04:54

Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), o como quieran llamarla, son exactamente lo mismo. Un tal Jara de la selección de fútbol chilena, quien debería merecer un calificativo lapidario por lo que hizo durante el último cotejo contra Uruguay, faltando el respeto a más de 50.000 personas en el Estadio Nacional de Chile y a muchos millones de televidentes en todo el mundo, ha sido capaz no solo de lograr que el buen jugador de la selección uruguaya Edinsón Cavani fuera expulsado, sino que además gracias a ese engaño permitió que su equipo  gane ese cotejo de la mano, del pie y del dedo del defensor chileno.

¿Cuánto vale el dedo de Jara? Seguramente hoy y siempre unos pocos pesos chilenos. Pero la intención que tuvo y el acto inmoral que provocó con ese dedo deberían valer una sanción de la FIFA mayor a la que se le dio a Luis Suárez en el Mundial de fútbol de 2014. Ustedes se preguntarán ¿por qué una sanción mayor que la del delantero uruguayo, quien mordió a su rival de Italia y le dejó una lesión en el hombro, mientras que Jara solo tocó a Cavani con el dedo? Simplemente porque cualquier acto de inmoralidad, reñido con las buenas costumbres y con el respeto que debemos tenernos todos en cualquier tipo de circunstancia, es una falta gravísima no solo a la dignidad del jugador uruguayo y a la de los propios compañeros de Jara, sino también contra los valores y virtudes de todos los que esperamos de una justa deportiva un encuentro entre personas entregadas 100% al deporte, mostrando sus capacidades, habilidades y talento; donde un acto inmoral no tiene cabida en ninguno de estos ámbitos.

Lo peor de todo es que evidentemente la sanción de solo dos partidos contra el defensor chileno es un grosero error de la Conmebol, que insulta nuestra inteligencia y nuestra moral; pero más grosero es el silencio de la FIFA; y peor aún, el mutismo del director técnico Jorge Sampaoli, quien, más allá de cualquier ambición exitista o perjuicio que pueda tener para con su equipo la ausencia de Jara, debió retirar a ese jugador para limpiar la mala imagen que se ha ganado la selección chilena con este hecho.

Asimismo, llama mucho la atención que la Presidenta de Chile no haya toma aún medidas sobre este acto de inmoralidad, ya que en un campeonato de esta magnitud, y en cualquier partido que juega su selección, los jugadores representan, cada uno, a su país; en otras palabras, son embajadores de su nación en toda justa internacional. Señora Bachelet, usted ha tenido el coraje y la determinación de hacer un cambio radical de su gabinete cuando se trataba de renovar y de limpiar cualquier vestigio de pérdida de confianza y rastro de corrupción en el Poder Ejecutivo de su país, y ahora ¿no es capaz de ordenar que ese tal Jara esté fuera de su selección definitivamente?

Parece que estamos siendo tragados por el monstruo de la corrupción, de las malas costumbres y de la inmoralidad. En Chile se perdió el norte. Al no hacer nada contra los actos de Jara, se los está validando; Carabineros de Chile, al no sancionar a Vidal por conducir en estado de ebriedad, están perdiendo autoridad, seriedad y respeto institucional; y la Federación de Fútbol chilena, por ambos casos, perdió la razón de su existencia. De la Conmebol y de la FIFA, mejor ni hablar. Este es el mundo de los Jara y de los Vidal; los Cavani no tenemos cabida en él. 

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Mi sano y valeroso hígado

El boliviano tiene las virtudes de ser honesto, responsable  y respetuoso, vota con la conciencia.

/ 6 de marzo de 2017 / 04:58

Hace algunos días, el presidente de la Cámara de Senadores (como muchos de sus correligionarios), en su afán de buscar más elementos que desacrediten el voto popular del referéndum del 21 de febrero de 2016, propuesto por los líderes de su propio partido político, tuvo el desatino de afirmar que la población votante que asistió a votar por el No lo hizo con el hígado. ¿Entonces los que votaron por el Sí lo hicieron con los riñones?

Este desacierto representa un acto de insensatez, de irresponsabilidad e irrespeto hacia los bolivianos que —sobre todo desde 2005 e incluso antes— han estado emitiendo su voto de manera consciente. ¿Por qué se valida y aplaude nuestro voto cuando opinamos a favor y se nos tilda de falsos, manipuladores o manipulados por la “mentira” cuando opinamos o votamos en contra? Cuando el discurso irrespetuoso atropella la dignidad y los derechos morales, sociales y políticos de la ciudadanía votante, es señal de dictadura.

Gracias a Dios que hoy en día se educa a nuestra niñez y juventud en valores. Definitivamente, la base fundamental para una convivencia pacífica donde se respeta la dignidad de las personas y donde uno aprende a ser íntegro y coherente en su ser, su pensamiento y en su acción, son los valores y principios morales.

Gracias a la democracia han existido constituciones políticas del Estado que hemos sabido respetar. Solo en dictadura estas leyes supremas han sido violentadas por los gobiernos de facto, desconociendo su contenido y, sobre todo, los derechos ciudadanos de la población.

Hoy en día la propia Ley Avelino Siñani consolida su nueva malla curricular educativa sobre la base de cuatro pilares: ser, saber, hacer y decidir; dimensiones vivenciales y holísticas del ser humano. Es así que el ser está relacionado con los valores, principios e identidad, y espiritualidad; el saber, con la teoría, la práctica y el conocimiento; el hacer, con la práctica y la producción material e intelectual, y el decidir, con la organización política y la comunidad.

Los fundamentos que sostienen esta nueva Ley de Educación buscan que los niños y adolescentes alcancen, al ser adultos, el ejercicio pleno de sus derechos para una convivencia sana y pacífica entre todos.

Cuando un niño, niña o adolescente es educado por sus progenitores o sus maestros en un marco sólido de valores morales, y logra apropiarse de ellos, practicando y aplicando principios morales en cada circunstancia, ese niño, niña o adolescente podrá y sabrá distinguir entre lo que es bueno o malo, entre lo que es valor (la verdad, por ejemplo) y lo que es desvalor (la mentira).

Cuando una población como la nuestra, madura y consciente del valor de la democracia, ha asumido y practicado con respeto su derecho al voto el 21 de febrero de 2016, sin ser manipulada por la mentira, sino informada por las verdades que afectan la gestión e imagen gubernamental, como el Fondo Indígena, los contratos realizados sin licitación pública, el caso de YPFB que involucra a Santos Ramírez, etcétera, esa población educada en valores morales desde sus ancestros, desde su historia, e incluso desde lo que profesa la propia cosmovisión andina, practica virtudes ciudadanas que no pueden ser insultadas o menospreciadas.  

El ciudadano boliviano que tiene las virtudes de ser honesto consigo mismo, responsable con su país y respetuoso con su Ley Suprema, la Constitución Política del Estado, vota con la conciencia y la cabeza; aunque vaya con “dolor de hígado” a los recintos de votación. En otras palabras, lo que uno aprende en materia de valores morales de sus padres, familiares, esposa e incluso hijos, maestros y amigos, no se olvida, señor Gringo Gonzales. Nuestra responsabilidad ciudadana, compromiso con el país y respeto a nuestras normas se halla muy por encima de lo que la señora Zapata y el presidente Evo Morales hayan sido capaces o no de hacer.

El 21 de febrero de 2016 mi aún sano y valeroso hígado solo me acompañó a las urnas para que yo vote por una Bolivia mejor, más fuerte, más unida y respetuosa de la Constitución Política del Estado.

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