Moratoria griega
Mañana los griegos tienen la opción de revertir un legado histórico lleno de errores
La tierra helena, cuna de la democracia, la filosofía y muchas otras ramas de la ciencia y el arte, se ha visto sacudida durante la última semana a lo que tal vez sea uno de los momentos más frágiles de su historia, el temido default crediticio (cesación de pagos) de deuda soberana, que ha llevado a Grecia a “quebrarse”, bueno, al menos desde la perspectiva financiera.
¿Qué sucedió? La respuesta parece recurrente desde hace más de medio siglo. Un país se sobreendeuda (o lo sobreendeudan), como Grecia, y luego llega al extremo su capacidad financiera para soportar el asedio de los acreedores internacionales, como los organismos multilaterales o la red de bancos transnacionales poseedores del capital especulativo, que se convierten en jinetes del apocalipsis y empiezan a regar infortunio sobre un pueblo que vivió, a lo mejor, un espejismo de bienestar por irresponsabilidad de sus líderes de antaño, quienes convirtieron una tierra prometida en un paraje seco.
¿Cuál es la tragedia griega?, pues tener que acatar el viejo remedio ortodoxo conservador de castigar a sus ciudadanos con un ajuste en sus ingresos, aumentar impuestos, recortar gasto social, reducir el pago de pensiones a sus jubilados, “flexibilizar” el mercado laboral… en resumidas cuentas ajustar el cinturón a los más, incluido un virtual congelamiento de cuentas de ahorro (corralito financiero) y dejar que los menos se apropien de las ganancias fruto de la bonanza y luego disfrutar de sus réditos en algún lugar paradisiaco del orbe.
No resulta correcto que millones de justos paguen por unos pocos pecadores, más aún si estos últimos cometieron pecados casi mortales al emplear la especulación financiera como mecanismo de enriquecimiento rápido, efectivo, pero innoble. Ante este panorama, Grecia hizo historia una vez más al ser el único país “desarrollado” en no honrar sus deudas con la comunidad internacional; pero con un matiz adicional: el único país en un régimen económico que se subordina a los designios de los organismos multilaterales y otras entidades supranacionales que demostraron, por más de medio siglo, ser entes (y funcionarios) incapaces de solucionar la ocurrencia de los mismos problemas de siempre; y su recomendación, una receta anacrónica sinónimo de recesión económica y pérdida de empleos, siendo el desastre la “única” y “verdadera” opción de reactivación económica, control social y equilibrio político.
En ese sentido, los griegos tienen la opción de revertir un legado histórico lleno de errores ocasionados por la obsecuencia dogmática liberal de los organismos económicos multilaterales, y decir un ¡no! rotundo en el referéndum de mañana, como sinónimo de soberanía y dignidad ante el avasallamiento financiero y político de superpotencias que en su pasado también estuvieron en la misma situación que la tierra de Aristóteles y Zorba.