Una coyuntura que sugiere prudencia
La caída de los precios afecta a todos los productos tradicionales que exporta el país
En las últimas semanas, la caída de los precios del petróleo, minerales y productos agrícolas que se venía registrando desde la pasada gestión se ha acelerado, situándose la mayoría de ellos al finalizar julio por debajo de los precios promedio registrados en 2014, y algunos incluso en niveles de hace diez años. Este comportamiento se debe principalmente a la menor demanda por materias primas de parte de China, cuya economía se desaceleró a un 7% en el segundo trimestre, el crecimiento más bajo desde 2009, y que registró en junio una caída en su actividad fabril a niveles de principios de 2014. En el caso del petróleo, cuyo precio se había estabilizado en $us 60 el barril en mayo, luego de caer hasta los $us 41 en abril, a la menor demanda se adiciona una potencial mayor oferta por parte de Irán, que volvería a exportar petróleo luego de alcanzar un acuerdo para limitar sus actividades nucleares, lo que ha contribuido para que el precio del barril se situé al finalizar julio en torno a los $us 50, 50% por debajo del precio promedio de 2014.
La continua caída de los precios de las materias primas está debilitando la situación de varias economías emergentes que dependen de su exportación, lo que ha ocasionado una mayor depreciación de sus monedas frente al dólar estadounidense a la que ya registraban en lo que va del año, tal es el caso de Australia, Sudáfrica, Brasil, Colombia, Chile y Perú, entre otras.
En el corto plazo no pareciera que los precios de las materias primas vayan a recuperarse, ya que es poco probable que la demanda equilibre la sobreoferta existente; además, es altamente probable que el Banco Central estadounidense (FED) comience a elevar la tasa de interés de referencia, que se encuentra entre 0% y 0,25% desde fines de 2008, en algún momento de lo que resta del año, si la economía de ese país continua registrando señales de recuperación. Un incremento en las tasas en Estados Unidos fortalecería aún más al dólar, lo que encarecería las materias primas debido a que en los mercados internacionales se pagan en esa moneda. Por otra parte, un mayor fortalecimiento del dólar respecto a las divisas de varios de nuestros países vecinos permitiría que sus productos sean más baratos que los nacionales ante la inamovilidad del boliviano (Bs) respecto del dólar.
La caída de los precios de las materias primas afecta a todos los productos tradicionales que exporta el país (hidrocarburos y minerales) y a una buena parte de los productos no tradicionales (soya, quinua, azúcar, café y varios otros), representando los productos afectados más del 90%, en términos de valor, del total de las exportaciones.
Ante esta compleja coyuntura que podría extenderse más allá de 2015, no pareciera posible que el sector productivo nacional demande el monto de financiamiento que el Gobierno pretende que las instituciones financieras coloquen en ese sector. Es posible incluso que algunas empresas afectadas en sus ingresos por los menores precios de las materias primas que exportan o por la competencia de los productos importados legal e ilegalmente más baratos y en sus gastos por los mayores costos laborales ya no dispongan de capacidad de pago para asumir nuevos financiamientos. Pareciera, en consecuencia, que ha llegado el momento de obrar con prudencia, más aún cuando los recursos a ser colocados por las instituciones financieras en el sector productivo provienen del ahorro del público. En todo caso, es solo una sugerencia.