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Los robots y el futuro

Gracias al avance de la informática y la robótica, la automatización e informatización de casi cualquier proceso están empezando a impactar la vida cotidiana de millones de personas, tal como por ejemplo ocurrió en su momento con la mecanización fabril y, posteriormente, con la mecanización en el agro. En Bolivia este ámbito del desarrollo todavía no ha despegado.

Es tan amplio el mundo de la robótica que este año una empresa japonesa puso a la venta un robot “con capacidades emocionales”; vale decir, que puede reconocer y reaccionar a diferentes tonalidades de voz y a expresiones faciales humanas, además tiene un sistema que le permite aprender y evolucionar en su comportamiento. Pero más allá de que los robots estén en condiciones de imitar emociones humanas, ya se escuchan alertas sobre las repercusiones ante la posibilidad de que los robots empiecen a sustituir a los humanos en algunos espacios de trabajo. Uno de los más grandes fabricantes de smartphones en el mundo anunció que reemplazará miles de puestos de trabajo con robots; y los ejemplos se multiplican.

En EEUU se calcula que cerca del 50% de los actuales empleos podrían ser sustituidos por robots en los próximos 20 años. Dos décadas es un plazo relativamente largo para prever qué es lo que pasará con otras ocupaciones que aún no existen, pero el dato parece alarmante. En todo caso, hay evidencia de que las funciones productivas más simples y elementales y, por ende, de menor calificación, son las más vulnerables.

Las implicaciones más inmediatas se darán en la estructura de distribución del ingreso, primero en los países desarrollados y paulatinamente en algunos países de menor desarrollo relativo pero con alta incidencia de empleo industrial: menos personas y con mejores niveles de educación se quedarán con la mejor tajada de la torta. Es difícil prever qué pasará en países como Bolivia, pues todo depende del tiempo y las condiciones de costos en las que los avances de la robótica se instalen en nuestro aparato productivo. En todo caso, es solo cuestión de tiempo para esperar un impacto en el mercado laboral del país. La respuesta inmediata consiste en invertir en educación buscando no solo incrementar la cantidad de matriculados y de alumnos con grado primario y secundario completos. Se trata de poner a Bolivia al día con el mundo y desarrollar capacidades cognitivas más complejas y sofisticadas que las que el magisterio actual ofrece al país.

Tenemos decenas de ejemplos de estudiantes y algunos casos meritorios de maestros que a pesar del entorno del sistema educativo están investigando y tratando de hacer su propia ruta en el mundo de la robótica. Sin embargo, en realidad tenemos miles de potenciales especialistas trabados por un sistema educativo insensible a los cambios. Es obligación del Estado remediar esta situación.