No debemos nada
¡Basta, pues, hermano y compañero Evo! ¡Basta de decir: ‘Con que me pagaran las mujeres’!
Las mujeres, que somos la mitad de cada pueblo, de cada revolución, no recogemos el fruto de nuestras luchas, fundamentalmente porque el patriarcado tiene muchísimos instrumentos de control, incluyendo el autocontrol machista que las propias mujeres ejercemos sobre nosotras mismas.
¿Cómo se van a hacer revoluciones si la mitad de la humanidad vive sometida? No puede haber revolución de las estructuras de las opresiones de la humanidad si las mujeres seguimos sometidas, por la violencia, por el machismo, por la doble jornada de trabajo, por la maternidad obligatoria, por el abuso sexual, entre otras.
El proceso de cambio en Bolivia tiene algunas reivindicaciones que ningún otro gobierno ha sido capaz de plantearlas en favor de las mujeres, como por ejemplo un marco jurídico favorable. Las leyes son importantes, pero las leyes no se comen ni tampoco te protegen cuando en la cotidianidad de tu casa te siguen matando, explotando y violentando.
¿Por qué las mujeres no tenemos tiempo para estudiar, capacitarnos y mejorar nuestras vidas? Pues porque realizamos doble y triple jornada, porque nuestro trabajo no se valora, no se remunera; por lo tanto, el trabajo nuestro no vale o vale menos en todo lado. ¿Por qué las mujeres no escapamos de la violencia? Pues porque no tenemos a dónde ir ni cómo garantizar la comida y la vida de nosotras y de nuestras wawitas.
Ya es tiempo de que las mujeres nos organicemos por nuestras propias demandas. Pero también necesitamos hermanos y compañeros que entiendan que ellos no pueden ser libres si nosotras estamos sometidas, no puede haber coherencia revolucionaria si en sus propias casas, comunidades, organizaciones sociales y el Gobierno tienen y quieren servidumbre por parte de las mujeres, y peor si se exigen y considera natural y obligatoria la servidumbre de las mujeres a los hermanos hombres.
Lo poco que se ha conseguido para las mujeres nos lo hemos ganado en las calles y en las luchas, nadie nos da nada gratis; pero claro, como la idea y el imaginario social es que las mujeres hacemos cosas que valen poco, nuestras luchas, nuestro trabajo, nuestras propuestas valen pues poco, incluso para nosotras mismas.
No faltará alguien que nos dirá que entonces somos las propias mujeres las culpables de nuestra opresión. Que fácil no mirar los beneficios que les da el trabajo de las mujeres, el privilegio del tiempo, la palabra, el cuidado de sus vidas. ¡Gracias a las mujeres, el país, la industria, la comunidad, el Gobierno funcionan!
¡Basta, pues, hermano y compañero Evo! ¡Basta de decir: “Con que me pagaran las mujeres”! Le decimos, gracias por ser hermano y compañero, pero usted no nos regala nada que no nos lo hayamos ganado. Al contrario, más bien ¿cuándo el Estado Plurinacional va a saldar una deuda histórica con las mujeres, que es el trabajo doméstico no remunerado, que genera plusvalía y aumenta las ganancias del capital y del PIB de Bolivia? Injusticia reconocida en el Art. 338 de la nueva Constitución.