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El brindis boliviano

Como una amarillosa flor del aire, flota el chuflay en su pequeña alquimia: un chorro de singani sobre el hielo y un chincherel para darle dulzura al clima del compadre que hace gestos cuando el limón se mece en la inminencia de un brindis por tu suerte y por la nuestra. ¡Salud, salud! No dejes que la espuma de la cerveza inunde tu cabeza y te deprima en la nefasta bruma de dispersarte el habla y la entereza.

Para apartar la luz de las tinieblas, para vencer el frío de la noche, despertále a la leche sus poderes con algún batidor de aire suave y que el pisco le pida a la canela bailar el sucumbé junto a la hoguera, donde vemos arder nuestro silencio, las hojas secas de la despedida para ver regresar la primavera. ¡Salud, salud! La vida da sus vueltas a capricho de ella y siempre deja su impronta en mitad de la alegría, que cuando venga el cambio sin revueltas nos vamos a beber las utopías.

Hablemos del yungueño y de los duendes que, según dicen, flotan en la jarra cuando el singani vence a la naranja y el que te invita quiere verte tumbo, dejarte caña entre las soledades que te harán sollozar por todo el mundo. ¡Salud, salud! Incluso con tujsillo, pócima vil, ¿quién soy yo, compañero, para juzgar a los que, sin auxilio, quieren morir con grados de artillero?

Me han de invitar los cambas una esencia espirituosa del alba llanera que se llama ambrosía, santa mezcla al despuntar el día. Es una leche ordeñada recién y remecida en el alcohol de caña, trago tibio, que se sirve en un vaso de artesano para entrarle al trabajo necesario que el patrón sol nos da como aguinaldo.

¡Salud, salud! El tiempo huele a chicha, maíz motivador de charla amena. Chicha kulli, ch’uspillo, amarilla… Dices bien, amor mío, calma chicha, que la verdad sea dicha y sea plena para aliviar las penas que me abruman. Si en los p’uñus dormitan los misterios, que despierte la vida en las tutumas.

Destapá otra botella de singani, que se llene de júbilo este encuentro, debemos degustarlo con conciencia porque es uva del sur más boliviano. El hombre es un sonoro campanario para llamar al hombre que es su hermano y el vino ha de apurar con su paciencia la vanguardia del hombre libertario.

¡Salud, salud! Nunca olvides la ch’alla, que el primer sorbo es de la Pachamama. Viva el país que tendrá mar y trigo. Viva el maíz, la uva y la cebada. La chicha fresca, la cerveza fría, el vino añejo y que no falte nada. La vida es alambique del recuerdo y la memoria una bandera roja. El brindis boliviano alza la copa y pide en son de orden o de ruego: ¡salud, salud! ¡Un seco por el pueblo!