El prócer José de San Martín
San Martín prefirió retirarse del Perú y dejar que Bolívar termine su obra libertaria en ese virreinato
En el presente mes se llevó a cabo un importante seminario, auspiciado por la Embajada de la República Argentina, sobre el gran prócer americano don José de San Martín, quien fue una figura no solo destacable por su accionar en Chile y Perú, sino también por su concepción estratégica de liberar al Alto Perú del poder realista y permitir, de ese modo, que su país, Argentina, recupere las provincias altoperuanas, que en derecho le pertenecían.
Sin embargo, comprendió que todos los esfuerzos que se habían efectuado para recuperar el Alto Perú habían sido infructuosos. Los realistas defendían esa zona tenazmente porque sabían que con la riqueza del Cerro Rico de Potosí podían financiar la guerra tanto en el Perú como en el Alto Perú, e incluso reconquistar el territorio argentino, que ya estaba liberado desde 1810. Por este motivo, junto a los distinguidos militares Guido y Belgrano, concibió un plan estratégico de gran envergadura: cruzar la Cordillera de los Andes, liberar Chile y luego invadir la costa peruana para dar la independencia al Perú. Con ello consideraba que las tropas realistas asentadas en el Alto Perú se iban a sentir obligadas a dejar esta zona alta, y bajar al Perú para tratar de recobrar algo para su rey. Es entonces que el general Belgrano volvería a invadir Potosí, como lo habían hecho anteriormente cuatro ejércitos argentinos, y reivindicaría para Buenos Aires todas las provincias altoperuanas.
La primera parte del plan salió muy satisfactoriamente. San Martín organizó el Ejército de los Andes, pasó la cordillera del mismo nombre, y ya en Chile obtuvo los triunfos de Chacabuco y Maipú, que determinaron la independencia de ese país. Posteriormente, y junto al héroe chileno Bernardo O’Higgins, preparó una escuadra que pronto dominó las aguas del Pacífico sur. Con ella se efectuó la expedición al Perú, la cual culminó con la proclamación de la independencia peruana.
No obstante, en el Perú comenzó a sufrir indecisiones que impidieron un resultado más definitivo. En primer lugar creyó que apenas desembarcase en suelo peruano, la mayoría del pueblo de esa región se levantaría contra los realistas. Pero eso no sucedió, porque Lima había sido la cabeza del imperio hispano en Sudamérica, y los peruanos nunca se sintieron oprimidos por el dominio español. Además, San Martín comprendió que la mejor forma de liberar al Perú sin batallar, y sin que se mantuviera un odio permanentemente entre España y sus antiguas colonias, era mediante una buena transacción. De este modo decidió proponer al virrey La Serna el establecimiento de una monarquía en el Perú, ejercida por un príncipe de la corte madrileña, quien se regiría por una constitución.
La propuesta incluía la conformación de una regencia compuesta por tres personas, y cuyo presidente sería el propio La Serna, el cual tendría la facultad de nombrar a uno de los corregentes y solo el otro sería elegido por San Martín. Lamentablemente esta suave y amistosa separación de la madre patria, que hubiese librado al Perú y a Sudamérica de cuatro años de una sangrienta guerra, no fue aceptada por el virrey. Éste sabía que su rey no ratificaría semejante acuerdo y él, La Serna, sería considerado un traidor en España.
Ante esta situación, San Martín prefirió retirarse del Perú y dejar que el Libertador del norte, Simón Bolívar, terminase su obra libertaria en ese virreinato. Algunos atribuyen esta actitud al haber sido hijo de español y haberse educado en España; y otros culpan a su adicción al opio el que fuese dominado por un espíritu abúlico y pacifista que motivó su deseo de terminar rápidamente su gestión en el Perú y retirarse a descansar. Pero la verdad es que al haber fracasado el plan del Alto Perú, es decir, que las tropas realistas abandonasen ese suelo, San Martín ya no tuvo mayor interés en quedarse en el Perú. Su anhelo de que su patria fuese grande y poderosa, con la unión de las provincias altoperuanas y también con el Paraguay y el Uruguay, se había esfumado.