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Eutanasia para los inmigrantes

Entre abril y mayo de este año, en secreto la OTAN consideraba un plan para solucionar una posible oleada de inmigrantes: aplicarles la eutanasia. A decir de Arnon Grunberg, escritor holandés, se les iba a preguntar si ellos estarían dispuestos a dejarse dormir. Con una respuesta negativa se aventuraban a la incertidumbre de ser deportados.

Con una respuesta positiva tendrían la seguridad de que sus familiares recibirían en su país de origen 15.000 euros ($us 17.000). Para este trabajo habría un grupo de médicos del Ejército denominado Task Force Euthanasie. Hoy no sabemos si alguna vez estos planes fueron tomados en serio. Una cosa es cierta: el miedo que hay por el extranjero y que éste ponga en riesgo la fortaleza del bienestar. Eso lo sabían Osama Bin Laden y el califa Ibrahim, quien al ver los aviones de la OTAN atacando su amada Raqqa, amenazó lanzar a Europa millones de vidas humanas para que hagan pedazos su economía.

El otro día asistí a un foro de la Unión Europea sobre el impacto económico de la inmigración. Le pregunté al panelista acerca de lo contradictorio que es ver al capitalismo, amante del libre tránsito de mercaderías, tender una cortina de hierro en Hungría para evitar la movilidad de seres humanos; y más aberrante aún, ver a la Unión Europea destinar $us 14.000 millones por año para su política antiinmigratoria. Di como ejemplo los casi 750.000 inmigrantes que ingresaron en 2015 en Europa. ¿Por qué en lugar de dar aquel dinero a la burocracia mejor no dividirlo entre los 750.000 recién llegados? Así, en vez de tener 750.000 parias dentro de la Unión tendríamos 750.000 nuevos ricos en alguna parte del mundo. El panelista se rio de mí, diciendo que yo no entendía nada de economía. “Dinero no es matemáticas, dinero es un principio social. Uno compra, otro vende; uno presta, otro tiene deudas; uno gana, otro pierde; y lo que usted pretende es algo más peligroso que nuestra política antiinmigratoria, es acabar con el sistema”, me dijo.

Lastimosamente es ese sistema el que permite por primera vez sobrepasar la cifra de muertes a los nacimientos en Europa. También permite acoger a la gente de clase media para arriba que llegan huyendo de la guerra Siria y del Estado Islámico, porque es gente con educación superior, quienes fácilmente podrán cavarse un hueco en el mercado laboral. Si se trata de los africanos, es otra cosa. La derecha europea siempre se quejó de que la inmigración recibida es el rebalse de los problemas del Tercer Mundo, gente que no tiene posibilidades en sus propios países y que viene a aprovecharse del Estado de bienestar europeo. Ahora reciben lo mejor de un país y el miedo persiste.

Dicen que es peligroso mezclar sentimientos con políticas de Estado. No se trata de acoger sirios como si adoptasen mascotas, sino es cosa del cochino dinero. Resulta lucrativo recibir refugiados por cuanto lo que antes se daba a países que los acogían se revierte. La creación de nuevas fuentes de empleos subió en 60%, hay nuevos managers, inspectores, trabajadores de salud, etc. Los acoges mientras te aprovechas de ellos, después piensas en eutanasia, en llevarlos a una isla; y mientras tanto, te sacas una selfie durante el éxodo y fabricas escenas conmovedoras. Cuando se habla de inmigrantes, la hipocresía no conoce fronteras.