Estabilidad versus inestabilidad
En política, como en la vida, no es posible vivir sin tomar decisiones, pequeñas o de gran trascendencia
En política, como en la vida cotidiana, no es posible vivir sin tomar decisiones, pequeñas o de gran trascendencia, según el caso. La decisión tomada por la cúpula del Movimiento Al Socialismo (MAS) con relación a la re-repostulación del binomio Evo Morales–Álvaro García Linera es evidentemente una de las grandes decisiones de este gobierno, cuyos resultados finales son inciertos. Sin duda esta decisión fue tomada con base en la inseguridad de los cuadros dirigenciales del MAS de retener para su organización política el ejercicio del poder para el periodo presidencial 2020-2025. La evaluación realizada en tal sentido seguramente ha tenido que ver con la carencia de un liderazgo nuevo que pudiera enfrentarse al natural desgaste en el ejercicio del gobierno.
La cúpula del MAS es también consciente de que lo menos que ha impulsado a lo largo de su existencia es la formación de otro liderazgo que no sea el de Evo Morales. Al contrario, podemos ver que se han efectuado considerables esfuerzos por impedir el surgimiento de otros líderes, como lo muestra el caso de Filemón Escobar, propulsor y creador del instrumento político de los movimientos sociales; Santos Ramírez, el otrora segundo hombre en la jerarquía del MAS; Félix Patzi, actual gobernador de La Paz por la oposición; o el accidentado Rafael Loayza, hoy enterrado en sus propios desaciertos.
Todo esto es resultado del incontrastable hecho de que el MAS carece de una estructura partidaria y representa solo un movimiento, al que no se lo ha querido transformar en un partido con líderes conscientes y preparados para asumir las tareas del recambio. Y no es que no existan cuadros de alto nivel en la cúpula dirigencial de este movimiento. Los hay, y también existía el tiempo necesario para que una vez elegido el candidato se lo prepare, reforzando sus méritos y minimizando sus deficiencias.
Empero, aparentemente para los miembros del MAS ha sido mucho más seguro, por no decir más fácil, el recurrir a la misma carta, porque sin duda reflexionar que Evo es un líder que además de haber personificado el suceso de ser el primer presidente indígena en el mundo es el que ha capitalizado los éxitos más visibles de este Gobierno, los cuales son una mayor equidad, una política económica heterodoxa exitosa y una política internacional acertada, especialmente en lo que toca a la causa marítima boliviana. Y, consecuentemente, puede hacer tragar el repudio ciudadano contra la corrupción generalizada o la ineficiencia allí donde no fracasaron las grandes inversiones estatales del sector productivo, que son el talón de Aquiles del presente Gobierno. Esta decisión entre la búsqueda de un nuevo cuadro político o volver a lo que se considera lo seguro conocido dio por resultado la re-re-postulación.
A mi juicio, contrariamente a la opinión publicitada sobre el deseo de la población por la estabilidad, que ha pesado enormemente en la decisión que aquí se comenta, está el hecho real de que al ciudadano boliviano le encanta la inestabilidad política y no aguanta situaciones estancadas, como es la repetición del mismo o casi el mismo equipo gobernante.
En efecto, el boliviano se mueve mejor en la inestabilidad política no porque sea un loco o un chiflado; lo que pasa es que existen gruesos sectores de la ciudadanía que a pesar de reconocer los méritos del presente Gobierno buscan ser parte de los nuevos equipos administrativos o de negocios que se construyen a la sombra del poder. Por ello, es muy posible que ese grueso sector de población que, incluso siendo masista, se vuelque hacia el No; algo totalmente comprensible, porque ello les abriría la posibilidad de un acceso efectivo al ejercicio del poder. Si a este sector se suma el voto seguro de la oposición por el No, la fórmula para el ascenso social y económico representada por la inestabilidad podría triunfar.