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¿Quién es el autor de la demanda boliviana?

El autor de la demanda por un acceso soberano al mar es el propio pueblo boliviano. Desde que en 1879 una acción atroz nos privara de costa marítima, no hemos cesado un instante en demandar una reparación por ese acto avieso e injusto. Sucesivos gobiernos realizaron distintos esfuerzos diplomáticos para que Bolivia recupere su cualidad marítima y se conecte al mundo a través de un puerto propio. Ninguna iniciativa fructificó hasta el presente, al punto que el reconocido diplomático Wálter Montenegro se refirió en un libro a las oportunidades perdidas, aquéllas en las que Bolivia estuvo cerca de lograr acuerdos con Chile, pero que finalmente no se concretaron.

¿Quién fue el presidente boliviano que más esfuerzos realizó para lograr que Bolivia recupere su acceso al mar? Sin duda, el actual mandatario Evo Morales, tanto por su actuación en el proceso de diálogo con Chile conocido como la Agenda de 13 puntos (2006-2010), como por haber tomado la decisión (marzo de 2011) de formular y presentar la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).  

Durante el siglo XX, Bolivia abrigó esperanzas de que Chile permitiera resolver el enclaustramiento de nuestro país, negociación diplomática por medio, pero ante promesas incumplidas y negociaciones interrumpidas nuestra diplomacia optó por llevar la demanda ante los foros internacionales. La Sociedad de las Naciones (1920) fue el primer escenario, luego, las Naciones Unidas, el Movimiento de Países No Alineados y la Organización de Estados Americanos.  En 1979, durante el gobierno de Wálter Guevara se obtuvo un rotundo éxito al aprobar la Asamblea General de la OEA una resolución que exhortaba a Chile a “iniciar negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico”.  El canciller Gustavo Fernández y el embajador Gonzalo Romero fueron piezas claves de ese triunfo diplomático opacado luego por la torpeza del coronel Alberto Natusch, autor del golpe que derrocó al presidente Guevara de forma violenta.

Cansado de esperar que Chile propusiera con claridad una fórmula que le permitiese a Bolivia recuperar su cualidad de país costero, el presidente Morales tomó el camino de pedir a la CIJ que declare vinculante la obligación de Chile de negociar con Bolivia un acceso soberano al mar. En 2010, siendo cónsul general de Bolivia en Santiago fui autorizado para dirigirme ante La Haya y acceder el expediente completo de la controversia jurídica entre Perú y Chile en la que se debatía un tema de interés para Bolivia: el límite marítimo entre esos dos países vecinos. A partir del conocimiento pleno de ese litigio asumí la tarea de advertir a las autoridades bolivianas que Bolivia podía solicitar a la CIJ intervenir como un tercer Estado en dicha controversia, a fin de ser escuchado por dicha corte y por los dos Estados litigantes y así lograr que en lugar de disputar los espacios marítimos a continuación de la Línea de la Concordia se avengan, con la venia de la CIJ, a otorgarle el ansiado acceso soberano a Bolivia por el norte de Arica, tal como Santiago le había prometido a  Bolivia durante el proceso de negociación de Charaña (1975), promesa vinculante bajo los principios del derecho internacional contemporáneo.

Aunque la idea de la tercería no prosperó, se presentó un documento oficial (nota diplomática) a conocimiento de la CIJ (noviembre 2011). El trabajo se hizo en La Haya por un reducido equipo de abogados en el que tuve el honor de participar y donde conocí al prestigioso jurista español Antonio Remiro Brotóns. Ese documento contiene en esencia el nudo argumental que luego se refleja en la demanda boliviana presentada en abril de 2013.

Bolivia ha logrado algo que parecía imposible: abrir la competencia de la CIJ para conocer su demanda amparándose en el Pacto de Bogotá. Ese triunfo indiscutible debe ser adecuadamente administrado para que luego la CIJ le dé la razón a Bolivia en el fallo de fondo (probablemente en 2018).  En todo caso, no se debe perder de vista que el objetivo es conseguir que Chile se siente a una mesa de negociaciones, por tanto, nada ganamos endureciendo posturas y mirando a Chile como enconado enemigo. Chile es la contraparte con la que hoy litigamos en La Haya, pero con la que mañana negociaremos en Santiago y en La Paz.