Voces

Friday 29 Mar 2024 | Actualizado a 11:15 AM

Repensar cómo hacer las cosas

En muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción.

/ 19 de octubre de 2015 / 06:20

En las dos últimas décadas, las estrategias utilizadas para reducir el impacto ambiental de las industrias se han centrado en la mejora de sus procesos productivos, a través de la implantación de sistemas de gestión medioambiental como por ejemplo la norma ISO 14001. Para cumplir con estos parámetros, si una empresa tenía un problema de contaminación de sus aguas residuales, instalaba una depuradora, y si el problema era de contaminación atmosférica, instalaba un filtro en su chimenea. Más recientemente, a raíz de la gran cantidad de residuos generados por el consumo de productos, apareció la estrategia de las tres eres (3R): reducir siempre que sea posible, reutilizar como segunda opción y reciclar como última opción.

Aunque es cierto que este tipo de estrategias han resultado efectivas en la mejora ambiental de determinados aspectos en el ámbito local como el reciclaje de las botellas de vidrio, cartón y papel periódico; también se ha constatado que no han sido efectivas para la mejora de problemas globales como el calentamiento del planeta, por el denominado efecto invernadero. Esto debido a diferentes factores. Por caso, en muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción, sino en otras fases de su ciclo de vida, como cuando se desechan o utilizan. Y es que la mayoría de los productos no están diseñados para que los consumidores puedan reutilizarlos con facilidad ni para que su reciclado sea efectivo. Normalmente en cualquier proceso de reciclaje es necesario introducir material “virgen” para que el producto resultante tenga una calidad aceptable; y por consiguiente este sistema de producción genera un gran impacto ambiental, por cuanto un elevado porcentaje de los productos dependen de recursos no renovables y no están hechos para evitar impactos durante su uso ni durante la fase de residuo. Por tanto, una menor contaminación a la hora de producir este tipo de productos no soluciona el problema, simplemente ganamos tiempo antes de que se hagan palpables sus consecuencias.

Entonces, ¿qué podemos hacer? La mejor solución posible es repensar la manera en la que estamos haciendo las cosas, intentando que los ciclos de los productos sean periodos cerrados que se asemejen a las etapas naturales. No estaría mal que un día al tomar el transporte en vez de un humo negro saliendo por su tubo de escape viéramos solo vapor de agua. Únicamente repensando nuestra manera de producir seremos capaces de incidir sobre los problemas ambientales globales.

En cuanto al reciclaje de las bolsas plásticas, el mayor problema deviene porque su uso está ampliamente extendido. Utilizamos miles de millones de bolsas al año, y resulta que el plástico es un material que tarda mucho en deteriorarse. Ahora mismo estamos llenando el mundo de bolsas plásticas que recién, como mínimo, van a comenzar a degradarse dentro de 100 años. Mientras tanto van a estar abundando por ahí con los problemas que ello conlleva. Y dicho sea de paso, se utiliza petróleo para fabricarlas. No olvidemos que mientras exista la necesidad de transportar las cosas, las bolsas serán indispensables. Ahora bien, para atenuar su impacto la ley de las “3R” (reducir, reciclar y reutilizar) resulta muy útil, pues se puede reducir el consumo de bolsas mediante su reutilización, en un mercado donde éstas se encuentran en continuo movimiento y pueden reciclarse fácilmente. Solo respetando el medio ambiente y evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación, minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos, es que lograremos satisfacer las necesidades del presente sin comprometer los recursos de las generaciones futuras.

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Productividad

Es importante establecer un sistema de innovación robusto y potenciar una buena base empresarial

/ 14 de noviembre de 2015 / 05:26

Escribir sobre desarrollo implica cambios cuantitativos y cualitativos en muchos aspectos. Se trata de un proceso multidimensional en el que se consolidan la democracia participativa y la ciudadanía, en un contexto de economías dinámicas en el sistema internacional. Tenemos que continuar desplazándonos hacia estructuras provechosas más diversificadas, con mayor contenido tecnológico y de conocimiento, que permitan mejorar la productividad. La dimensión de la productividad y el cambio de la estructura productiva tienen estrecha interrelación con la economía y la sociedad.

En América Latina y el Caribe el de-safío de la competitividad es lento. Han pasado muchos años de bonanza para varios países de la región, sin embargo, se continúa mostrando importantes limitaciones y rezagos en materia de nuevas tecnologías. La revolución tecnológica aparece esencialmente como un fenómeno exógeno, sin que se cuente con los esfuerzos locales necesarios para explotar plenamente su potencial y esto se refleja en sus niveles de productividad. Es necesario que se realice un esfuerzo concentrado por incorporar las tecnologías de la información y comunicación, y por construir capacidades endógenas de adaptación de uso e innovación a partir de las mismas.

Los nuevos paradigmas tecnológicos generan trayectorias de producción e innovación; al mismo tiempo  los sectores asociados a ellos producen bienes y servicios cuya participación en la demanda externa e interna continúa aumentando, por ejemplo, en países como Bolivia, Nicaragua, Paraguay y Honduras marcan una tendencia en la región, a asociar cambio estructural a la innovación y a promover la diversificación hacia actividades de mayor contenido tecnológico las iniciativas del sector privado como a las políticas públicas, contribuyen al cambio estructural en la economía, al ayudar a introducir nuevos productos y servicios intensivos en conocimiento, y al aportar dinamismo a la productividad y capacidad de innovación del sistema económico.

Los emprendimientos se caracterizan por ser dinámicos e innovadores, se originan en sectores específicos como son, entre otros, los de las tecnologías de la información y comunicación, salud y farmacéuticos, las nuevas energías y las tecnologías limpias. Para que estas áreas puedan crecer y desarrollar su potencial, es importante establecer un sistema de innovación robusto, potenciar una buena base empresarial y habilitar un sistema capaz de generar un flujo relevante de conocimientos y tecnologías, además de disponer de financiamiento y de un marco legal apropiado.

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En muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción.

/ 19 de octubre de 2015 / 06:20

En las dos últimas décadas, las estrategias utilizadas para reducir el impacto ambiental de las industrias se han centrado en la mejora de sus procesos productivos, a través de la implantación de sistemas de gestión medioambiental como por ejemplo la norma ISO 14001. Para cumplir con estos parámetros, si una empresa tenía un problema de contaminación de sus aguas residuales, instalaba una depuradora, y si el problema era de contaminación atmosférica, instalaba un filtro en su chimenea. Más recientemente, a raíz de la gran cantidad de residuos generados por el consumo de productos, apareció la estrategia de las tres eres (3R): reducir siempre que sea posible, reutilizar como segunda opción y reciclar como última opción.

Aunque es cierto que este tipo de estrategias han resultado efectivas en la mejora ambiental de determinados aspectos en el ámbito local como el reciclaje de las botellas de vidrio, cartón y papel periódico; también se ha constatado que no han sido efectivas para la mejora de problemas globales como el calentamiento del planeta, por el denominado efecto invernadero. Esto debido a diferentes factores. Por caso, en muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción, sino en otras fases de su ciclo de vida, como cuando se desechan o utilizan. Y es que la mayoría de los productos no están diseñados para que los consumidores puedan reutilizarlos con facilidad ni para que su reciclado sea efectivo. Normalmente en cualquier proceso de reciclaje es necesario introducir material “virgen” para que el producto resultante tenga una calidad aceptable; y por consiguiente este sistema de producción genera un gran impacto ambiental, por cuanto un elevado porcentaje de los productos dependen de recursos no renovables y no están hechos para evitar impactos durante su uso ni durante la fase de residuo. Por tanto, una menor contaminación a la hora de producir este tipo de productos no soluciona el problema, simplemente ganamos tiempo antes de que se hagan palpables sus consecuencias.

Entonces, ¿qué podemos hacer? La mejor solución posible es repensar la manera en la que estamos haciendo las cosas, intentando que los ciclos de los productos sean periodos cerrados que se asemejen a las etapas naturales. No estaría mal que un día al tomar el transporte en vez de un humo negro saliendo por su tubo de escape viéramos solo vapor de agua. Únicamente repensando nuestra manera de producir seremos capaces de incidir sobre los problemas ambientales globales.

En cuanto al reciclaje de las bolsas plásticas, el mayor problema deviene porque su uso está ampliamente extendido. Utilizamos miles de millones de bolsas al año, y resulta que el plástico es un material que tarda mucho en deteriorarse. Ahora mismo estamos llenando el mundo de bolsas plásticas que recién, como mínimo, van a comenzar a degradarse dentro de 100 años. Mientras tanto van a estar abundando por ahí con los problemas que ello conlleva. Y dicho sea de paso, se utiliza petróleo para fabricarlas. No olvidemos que mientras exista la necesidad de transportar las cosas, las bolsas serán indispensables. Ahora bien, para atenuar su impacto la ley de las “3R” (reducir, reciclar y reutilizar) resulta muy útil, pues se puede reducir el consumo de bolsas mediante su reutilización, en un mercado donde éstas se encuentran en continuo movimiento y pueden reciclarse fácilmente. Solo respetando el medio ambiente y evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación, minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos, es que lograremos satisfacer las necesidades del presente sin comprometer los recursos de las generaciones futuras.

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En muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción.

/ 19 de octubre de 2015 / 06:20

En las dos últimas décadas, las estrategias utilizadas para reducir el impacto ambiental de las industrias se han centrado en la mejora de sus procesos productivos, a través de la implantación de sistemas de gestión medioambiental como por ejemplo la norma ISO 14001. Para cumplir con estos parámetros, si una empresa tenía un problema de contaminación de sus aguas residuales, instalaba una depuradora, y si el problema era de contaminación atmosférica, instalaba un filtro en su chimenea. Más recientemente, a raíz de la gran cantidad de residuos generados por el consumo de productos, apareció la estrategia de las tres eres (3R): reducir siempre que sea posible, reutilizar como segunda opción y reciclar como última opción.

Aunque es cierto que este tipo de estrategias han resultado efectivas en la mejora ambiental de determinados aspectos en el ámbito local como el reciclaje de las botellas de vidrio, cartón y papel periódico; también se ha constatado que no han sido efectivas para la mejora de problemas globales como el calentamiento del planeta, por el denominado efecto invernadero. Esto debido a diferentes factores. Por caso, en muchos productos el mayor impacto ambiental no se genera durante la fase de producción, sino en otras fases de su ciclo de vida, como cuando se desechan o utilizan. Y es que la mayoría de los productos no están diseñados para que los consumidores puedan reutilizarlos con facilidad ni para que su reciclado sea efectivo. Normalmente en cualquier proceso de reciclaje es necesario introducir material “virgen” para que el producto resultante tenga una calidad aceptable; y por consiguiente este sistema de producción genera un gran impacto ambiental, por cuanto un elevado porcentaje de los productos dependen de recursos no renovables y no están hechos para evitar impactos durante su uso ni durante la fase de residuo. Por tanto, una menor contaminación a la hora de producir este tipo de productos no soluciona el problema, simplemente ganamos tiempo antes de que se hagan palpables sus consecuencias.

Entonces, ¿qué podemos hacer? La mejor solución posible es repensar la manera en la que estamos haciendo las cosas, intentando que los ciclos de los productos sean periodos cerrados que se asemejen a las etapas naturales. No estaría mal que un día al tomar el transporte en vez de un humo negro saliendo por su tubo de escape viéramos solo vapor de agua. Únicamente repensando nuestra manera de producir seremos capaces de incidir sobre los problemas ambientales globales.

En cuanto al reciclaje de las bolsas plásticas, el mayor problema deviene porque su uso está ampliamente extendido. Utilizamos miles de millones de bolsas al año, y resulta que el plástico es un material que tarda mucho en deteriorarse. Ahora mismo estamos llenando el mundo de bolsas plásticas que recién, como mínimo, van a comenzar a degradarse dentro de 100 años. Mientras tanto van a estar abundando por ahí con los problemas que ello conlleva. Y dicho sea de paso, se utiliza petróleo para fabricarlas. No olvidemos que mientras exista la necesidad de transportar las cosas, las bolsas serán indispensables. Ahora bien, para atenuar su impacto la ley de las “3R” (reducir, reciclar y reutilizar) resulta muy útil, pues se puede reducir el consumo de bolsas mediante su reutilización, en un mercado donde éstas se encuentran en continuo movimiento y pueden reciclarse fácilmente. Solo respetando el medio ambiente y evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación, minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos, es que lograremos satisfacer las necesidades del presente sin comprometer los recursos de las generaciones futuras.

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