Icono del sitio La Razón

De libros, ferias y lectores

En estos días se lleva a cabo la Feria Internacional del Libro de Cochabamba, con el mismo entusiasmo pero con menos recursos que las de La Paz y de Santa Cruz. Sin embargo, los dirigentes de la Cámara Departamental del Libro que organiza el evento han logrado un programa abundante e interesante. Hay que destacar el encuentro de escritoras bolivianas; el segundo encuentro de lectores. impulsado por Ramón Rocha Monroy; el junte de escritores de Editorial 3600 y el de literatura infantil, organizado por el IBBY. Asimismo me parecieron muy justos los sendos homenajes que recibieron los escritores Adolfo Cáceres y Gaby Vallejo, sus vidas y sus grandes obras se lo merecen; así como el reconocimiento a los 70 años de la librería Los Amigos del Libro y a su fundador, Werner Guttentag.

Se han estado publicando muchos artículos de opinión sobre los problemas y errores de las ferias,  entre ellos destaco uno del escritor Mauricio Rodríguez Medrano que se refiere a la feria de La Paz, pero que vale para todas las ferias nacionales. En ese artículo Rodríguez critica la falta de organización y la actitud de pavorreales de ciertos escritores. Sin embargo, hay algo que no se ha mencionado y tiene que ver con las presentaciones de libros. Hay muchos escritores que creen que mientras más presentadores tenga su obra, mejor llegada tendrá a sus lectores, algo que no es cierto. La verdad es que tiene que ver más con la vanidad del autor que con la obra misma. Se han dado casos en los que existen hasta seis presentadores, sin contar al autor, lo que convierte al acto en un evento aburrido. En una época anterior yo también cometí ese error, y llegué a pedir a tres amigos que hablen de un libro mío. La gente que asiste a estas presentaciones son en su mayoría amigos, familiares y lectores que esperan escuchar al autor o autora, no van a tragarse una hora y media de discursos, incluso corriendo el riesgo de presentadores que quieren mandarse la parte y leen textos plagados de citas que nadie entiende y otros que para demostrar que han leído el texto cuentan todo su contenido.

Mucho se ha hablado también respecto a que en Bolivia no existen lectores. Quizá no existan en igual número en comparación con otras grandes capitales americanas o europeas, pero de que los hay, los hay, y la mejor prueba de ello son las mismas ferias, porque de lo contrario ya hubieran fracasado y no existirían más. La otra prueba son los libros piratas. Vamos a hablar de Santa Cruz. Es cierto que en la capital cruceña se han cerrado varias librerías y que heroicamente se mantienen unas pocas; sin embargo, por cada librería que se ha cerrado se han abierto decenas de puestos piratas. Mi hijo, Luis Antonio, que es editor independiente, me dijo: “Si no fuera negocio vender libros piratas, los dueños de los puestos estarían vendiendo hamburguesas o mocochinchi. Ellos son negociantes, no les interesa la cultura. Si existen los piratas, es porque venden y ganan dinero”. Algo habrá que hacer para que los lectores vuelvan a las librerías.