Responsabilidad en el endeudamiento
La semana pasada, el presidente Evo Morales anunciaba con júbilo el compromiso asumido por China de otorgarnos $us 7.000 millones en deuda. Inmediatamente este anuncio fue interpretado de dos maneras opuestas, según visiones sobre el endeudamiento externo. Por un lado, algunos celebraron la capacidad de endeudamiento del país, producto de su estabilidad económica y crecimiento sostenido, bajo la idea de que “cuando te va bien, más dinero te permite crecer y, por tanto, generar más dinero”. Otras voces, más desconfiadas de esa visión, se plantearon “si nuestro crecimiento económico está blindado como dicen, ¿para qué necesitamos prestarnos dinero?”. Ambas ideas han sido discutidas desde distintas voces que nos podrían ayudar a celebrar o criticar la reciente medida.
Asumamos que el fantasma del sobreendeudamiento heredado del periodo de las dictaduras todavía nos hace asumir una actitud conservadora. Recordemos que la crisis de la deuda en los años 80 alcanzó a un porcentaje de endeudamiento del 90% del PIB boliviano. La memoria de costosos créditos para construir elefantes blancos, sin ningún impacto en el crecimiento económico, nos obliga a recibir la información del aumento de deuda con extrema precaución. Para salir de esta crisis fueron determinantes los procesos de condonación de países pobres muy endeudados (HIPC) y la Iniciativa de Alivio de Deuda Multilateral (IADM), resultado de la movilización de la sociedad civil en diversos lugares del mundo. No queremos volver a someternos a los condicionamientos que estos procesos implican.
Algunos analistas nos alejan de esos tiempos, recordando que Bolivia tiene un buen soporte económico reflejado en sus Reservas Internacionales Netas, que nos permitiría una mejor capacidad de negociación de las condiciones de los créditos. Sin embargo, como en una familia, adquirir un crédito no solo depende de la posible capacidad de respaldo financiero y de pago, sino fundamentalmente del destino que se le da al crédito.
La información que tenemos es que la inversión propuesta al Eximbank (Banco de Importaciones y Exportaciones de China) está contenida en 11 proyectos que serían negociados individualmente, y necesariamente aprobados por la Asamblea Legislativa Plurinacional. Esto nos permite entender que en los próximos meses podremos conocer una adecuada evaluación de la necesidad del endeudamiento y el destino de esos recursos, considerando que serán compromisos de pago con fondos públicos. Así, comprendemos que el monto revelado finalmente como de $us 7.500 millones no vendrá de una vez “en paquete”, sino dependiendo de la negociación de cada uno de los proyectos y la capacidad de ejecución. Permítanme afirmar en ese sentido que no me cabe duda que la integración caminera planteada es absolutamente estratégica; sin embargo, dudo mucho que la construcción de un estadio para los Juegos Odesur en Cochabamba tenga la misma prioridad.
Recordemos que el Art. 322 de la Constitución Política del Estado menciona que la estrategia de financiamiento del país con nuevos créditos debiera optar por las condiciones más ventajosas en las tasas, los plazos, los montos y las condicionalidades que debemos comprender en cada uno de los proyectos propuestos. Esto implica que la sociedad civil boliviana tiene el desafío de poner atención al nuevo endeudamiento para poder discutir, proyecto a proyecto, la necesaria sostenibilidad y responsabilidad de nuestro endeudamiento.
En ese sentido, la Fundación Jubileo, en su nota de prensa Deuda externa en Bolivia, sostenibilidad y responsabilidad, nos plantea que es importante velar por mantener el nivel de sostenibilidad de deuda alcanzado por el país, y para ello es importante evaluar el impacto de los créditos, a través de un análisis de sostenibilidad de deuda con proyecciones que muestren el comportamiento previsto de los indicadores de deuda en su aporte al desarrollo.