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Fans de Trump

Que el candidato presidencial estadounidense Donald  Trump  arremeta contra los inmigrantes mexicanos y diga que habría que levantar un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, y que sean los vecinos del sur quienes lo paguen,  no  es extraño. O que culpe a los latinos de todos los males que tiene su país, tampoco es extraño cuando uno se entera que estas palabras   vienen de alguien que tiene como cualidades ser conservador, multimillonario y torpe. 

La reacción cambia cuando comentarios similares provienen de bolivianos. Una calurosa tarde  de octubre, en una heladería de Cochabamba, escuché una conversación que giraba en torno a cómo los latinos han  arruinado la vida de  Estados Unidos.   Todos los males vienen de ellos,  Trump tiene toda la razón, él dice lo que muchos estadounidenses no se atreven a hablar en voz alta, aseveraban. “Es hora de que la lacra latina se entere y se deje de molestar”, concluyeron los bolivianos.

Eran cuatro personas, una mujer y tres varones, los que se quejaban de los males que los latinos siembran  en tierra estadounidense. Mientras escuchaba sus comentarios me preguntaba: ¿no saben que los bolivianos somos latinoamericanos? ¡Qué mala suerte tuvieron de nacer en América… pero del Sur! Uno no decide dónde nacer, pero felizmente puede decidir dónde vivir. ¿Por qué no se van a Estados Unidos?

Seguramente porque allí solo irían a engrosar las filas de “hispanos”, mientras que en Bolivia gracias al color de piel y el apellido que tienen, aún gozan de infinidad de privilegios.
¡Cada vez son más!, decían espantados por el  susto ajeno. Viviendo sin vivir en el piso que pisan, queriendo ser lo que no son y añorando un tiempo que ya no es. Pobrecitos, pensé, son del grupo de  fans de Trump. Son de los que todavía creen en la sangre azul o la pureza de la raza aria.

Para estos cuatro bolivianos,  Donald Trump  es exitoso porque piensa como piensa, razón también por la que es multimillonario,  lo que lo convierte en todo lo que ellos no pudieron, ni podrán ser: estadounidenses de nacimiento y multimillonarios sin discusión. Esto viene a corroborar la sabiduría del español José Luis Sampedro, quien a sus 90 años pensaba que “los ideales de nuestro tiempo se han reducido al éxito económico, algo que ha degradado las ilusiones, la dedicación, la gran aventura, la vida interior”. 

En cambio, qué afortunados los que se sienten orgullosos del lugar y el tiempo en que les ha tocado nacer y vivir. De ser copartícipes de la construcción de un mundo tan diverso,  tan ávido de felicidad, aunque se ponga zancadillas para alcanzarla. En fin, una lástima por los fans de Trump, pero una dicha para quienes valoran las tardes de sol siendo y amando solo  lo que son.