Inversión para crecer
Ya no corresponde pensar en inversión privada nacional con parámetros de los 90

En poco menos de dos semanas, las autoridades del Gobierno han anunciado dos lineamientos económicos que son claves para Bolivia: por un lado, el crédito chino por 7.000 millones de dólares para infraestructura (al que ya nos referimos en este mismo espacio) y el encuentro del Jefe del Estado con inversionistas de todo el mundo en la ciudad de Nueva York.
Es de destacar que ambas iniciativas son importantes en los tiempos que corren; la crisis económica global —que ya está afectando a toda América Latina— exige respuestas rápidas y creativas para sostener la dinámica económica que tuvo como uno de sus principales vectores en la pasada década el ciclo de precios de las materias primas.
En ese sentido, potenciar la inversión en la economía nacional, conjugando el capital extranjero, el nacional y la participación estatal, forma parte de lo que se requiere para capear el temporal de baja actividad económica en el ámbito global y sentar las bases para una paulatina diversificación de la economía nacional.
Por un lado, es importante resaltar la señal que el país está recibiendo de los inversores internacionales, que perciben a Bolivia como un territorio atractivo para hacer negocios y que están dispuestos a arriesgarse. Por el otro, esa actitud contrasta con el discurso de una fracción del empresariado nacional que insiste en que Bolivia aún no ofrece condiciones para invertir.
Sobre el primer punto, se ha informado que más de 30 empresas extranjeras han manifestado su interés por invertir en Bolivia en los rubros de hidrocarburos, minería, energía, industria y turismo. El presidente Morales les ofreció estabilidad económica y seguridad jurídica, dos de las demandas básicas para que la inversión internacional se movilice. El interés planteado por los empresarios en Nueva York indica que la intervención estatal en Bolivia no se contrapone con un buen clima de negocios.
Aquellos grupos del empresariado nacional que aún indican que el país no ofrece condiciones para invertir tienen ya algunos elementos de juicio para reflexionar su posición. Es pertinente preguntarse hasta qué punto las transformaciones cuantitativas ocurridas luego de una década de crecimiento económico con tasas por encima del 4%, se han reflejado en transformaciones cualitativas en tamaño de mercado, patrones de consumo y capacidad productiva. La economía es hoy más grande y la sociedad es cualitativamente diferente. Por lo tanto, ya no corresponde pensar en inversión privada nacional con los parámetros de la década de los 90, que están desactualizados.
Al entorno de políticas y normas podría ayudar un canal fluido y regular de discusión y consulta e, incluso, de negociación con el empresariado para incentivar un salto cualitativo de la inversión nacional en rubros que son de interés para el crecimiento económico. El experimento podría dar resultados interesantes.