Urbanidad y otros
Las ciudades crecen, pero la mayoría de los espacios públicos no son amables con la población
Cuando se aborda el tema de la urbanidad es difícil pensar que una ciudad no solo es un conjunto de grandes edificaciones donde vive un gran número de habitantes, sino que es una sociedad que puede desarrollarse en una urbe o no. En este sentido, la urbanidad nace en cualquier lugar y también fuera de los límites de las ciudades (territorio), es decir que puede encontrarse en un pueblo, simplemente no existir o perderse en una gran metrópoli.
Es importante recordar que la mayoría de las ciudades consolidadas como tales son el resultado de la urbe del siglo XX. Momentos trascendentales para la historia de la conformación de las grandes ciudades y metrópolis, a las cuales se les impuso sustanciales transformaciones urbanas. La idea del ingreso al cambio fue encaminarse de forma plena a una modernidad secante, la cual se respaldó en la técnica y la tecnología. Así, la nueva ciudad ganó un primer plano en exigencias, como la buena convivencia urbana; pero la educación ciudadana, aparentemente, pasó casi desapercibida.
Algo poco relevante de ese entonces fue que gracias a ese proceso de transformación, si bien se consideró la relación colectiva, no se hizo mucho para su desarrollo en la mayoría de los espacios públicos de las ciudades. Uno de sus detalles, por ejemplo, fue la no construcción de rampas útiles y apropiadas para minusválidos.
Como es de esperar, muchas de esas urbes del ayer crecieron en territorio y consolidaron el desarrollo de sus funciones técnicas, económicas, sociales, culturales, entre otras. Y no cabe duda que aquéllas se fueron convirtiendo con el tiempo en los grandes enclaves citadinos de hoy.
Lo interesante es que dentro de esas urbes se pueden encontrar otras, por ejemplo la política, ubicada generalmente en los centros históricos. Ésta acoge obras particulares de infraestructura útil y apropiada para el funcionamiento del Estado. Sin embargo, ciertos espacios de la acción pública, si bien cuentan con lugares significantes de concentración masiva, no son un ejemplo para la buena convivencia entre ciudadanos, aunque no se debe desmerecer la proyección a la educación mentada.
Tampoco se debe olvidar a la cívica que existe al interior de toda urbe, la cual gracias a los fundamentos de una mentalidad religiosa logró incorporar la influencia de la religión en la sociedad. Con ello se estructuró la presencia de la tradición religiosa y moral sustentada en el clan familiar, para luego, en la educación, desarrollar campañas y proyectos referidos a reconsiderar el estudio sobre la urbanidad en centros educativos.
Las ciudades crecen y se construyen edificaciones distintas, pero la mayoría de los espacios públicos no son amables para recibir a la población. Grave error, porque la urbanidad es uno de los puntales intangibles de toda nación.