Derrotas y victorias
La Paz está envejeciendo, hay barrios donde el promedio de edad supera los 30 años
La Paz ha perdido una gran oportunidad. La de tener una inversión de 300 millones de dólares para la construcción de un centro de investigación para la detección temprana del cáncer y del Alzheimer, entre otros usos. Como consuelo me queda el hecho de que esta platita se irá a la vecina y muy querida El Alto.
De todas maneras, siento que ha ganado la desinformación (en la que el Gobierno nacional tiene algo de culpa) y la ignorancia en la que varios de los vecinos de Mallasilla tienen responsabilidad. Pero, sobre todo de falta de liderazgo. Solo después de que la Universidad Mayor de San Andrés se pronunció sobre la viabilidad del proyecto y el hecho de que no fuera para nada peligroso es que la Alcaldía apoyó lo que desde un principio era lógico: este proyecto ayudará a miles de bolivianos y permitirá un desarrollo muy importante. Bueno, gracias a los prejuicios y a autoridades regionales y citadinas irresponsables es que nos quedamos sin esa platita que tan bien le hubiera venido a una ciudad donde cada día un montón de sus hijos toman el avión de ida al oriente y tardan, a veces años, en volver, para luego retornar a Santa Cruz donde hay menos trancas para todo.
La Paz está envejeciendo, su tasa de natalicios ha bajado, hay barrios, como el centro de la ciudad, donde el promedio de edad por habitante supera los 30 años.
Y es que, por un lado, no hay horizonte claro de crecimiento de empleos y oportunidades, y por otro, cada vez es más difícil construir casas y edificios. Sí, es verdad, hay una gran cantidad de edificaciones en curso que cuelgan de los cerros, pero una gran parte de ellas están lejos de contar con los servicios ideales. Particularmente con alcantarillado y agua potable. Y estamos preparando una gran bomba de tiempo sin que las alcaldías de La Paz metropolitana ni EPSAS hagan mucho.
Porque se están construyendo edificaciones cada vez más grandes, y por tanto más pesadas y más pobladas, en lugares donde el agua no llega a las alcantarillas y por tanto se insume tierra adentro. Todo esto nos puede llevar a más de un desastre.
Un desastre es, también, el hecho de que no se invierta en aguas servidas porque “no se ve” y entonces uno no puede salir en la foto acompañado de sus amigos y correligionarios. Una ciudad que espanta las inversiones, que no trabaja en tuberías adecuadas para las aguas servidas y las potables está condenada, no a desaparecer llevada por un ventarrón como Macondo, sino a permanecer marchita por los próximos 100 años de soledad.