Recordando a Roberto Prudencio
‘Como el mar ha dejado de estar delante de nosotros, ahora está dentro de nosotros’
El día de mañana, 19 de noviembre, se conmemorarán los cuarenta años del fallecimiento de mi padre, don Roberto Prudencio Romecín, Ilustre pensador, escritor y catedrático universitario. A Roberto Prudencio se le recuerda principalmente por su labor filosófica, histórica y de crítica literaria y de arte, pero casi se desconocen sus esfuerzos y estudios en favor de la reintegración marítima de Bolivia. Considero pertinente hacer en esta ocasión una remembranza de su labor relativa a este tema, tan importante para todos los bolivianos.
Cabe señalar al respecto que él se ocupó durante varios años de dictar conferencias sobre la materia en distintas entidades y círculos culturales y políticos, con objeto de hacer conciencia nacional no solo sobre la necesidad perentoria de que el país obtenga una libre y soberana salida al mar, sino sobre el camino más adecuado para lograr dicho fin.
Dos de esas conferencias fueron las más relevantes. Las dos fueron dictadas casualmente en la Universidad Mayor de San Andrés, y en momentos trascendentales de la cuestión marítima. La primera, en junio de 1950, a raíz de las notas que se habían cursado entre nuestro embajador en Chile, don Alberto Ostria Gutiérrez, y el canciller chileno, Horacio Walker Larraín. La segunda, a fines de 1974, luego de la entrevista informal de los presidentes Banzer y Pinochet, en Brasilia, que hacía prever la posibilidad de una futura negociación marítima.
Pese al tiempo transcurrido entre una y otra disertación, los puntos básicos de su argumentación permanecieron casi inalterables. Por considerar que los mismos podrían ser siempre de utilidad para los bolivianos, se los expondrá aquí muy someramente:
– Negociar directamente con Chile al margen del Tratado de Paz.
Sobre este particular, decía: ‘El único camino que nos puede llevar a soluciones efectivas y a la consecución del gran anhelo de nuestro país de obtener un puerto, es el de proponer la cuestión al margen del Tratado. Chile nunca se avendrá a revisar un tratado tan favorable a sus intereses como desfavorable a los nuestros. Y Bolivia no tiene medios ni posibilidades para obligarlo a aceptar esa revisión’.
– El problema marítimo no es un asunto sentimental.
En su conferencia de 1974, aclaró terminantemente: ‘El problema marítimo no es un problema sentimental; es un problema económico y de soberanía. Un país que no dispone de una libre y propia salida al mar no es completamente soberano, ya que depende, para su comercio internacional, de las naciones marítimas. Bolivia necesita un puerto sobre el Pacífico; ésa es la realidad, y lo necesitará más aun en el futuro, cuanto mayor sea su desenvolvimiento industrial y su capacidad de exportación’.
– El territorio marítimo que se negociará debe ser satisfactorio para el país y factible de ser otorgado por Chile.
El único puerto que él consideraba que reunía estas condiciones era el de Arica. Pero comprendiendo que Chile se opondrá a ceder este puerto, expresaba: ‘No quiere esto decir que debamos cerrarnos a cualquier otro arreglo. Una costa sobre el mar, cualquiera que ella sea, pero ligada territorialmente a Bolivia, será siempre útil e importante’.
– Necesidad de que el problema sea planteado en forma nacional.
En todas las ocasiones en que se refirió al tema marítimo, él siempre insistía en la unión de los bolivianos frente al problema. En una de ellas expresó: ‘El deber de todos los bolivianos es unirnos respaldando una sola política, porque sería ciertamente criminal que las divergencias partidistas pudieran interferir una solución del más trascendental de los problema nacionales’. Y en otra de ellas clarificó: ‘La política internacional del país no es ni de derecha ni de izquierda, sino una sola, la de la patria’.
Manifestó por último que ‘nosotros (los bolivianos) hemos hecho una especie de religión del mar; un culto nacional que da sentido a nuestra historia. Pero como el mar ha dejado de estar delante de nosotros, ahora está dentro de nosotros’.