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Freno al contrabando

La Aduana Nacional ha iniciado una campaña de lucha directa contra el contrabando con operativos de control fronterizo que involucran la movilización conjunta de cuerpos militares en coordinación con agentes aduaneros del COA. Lamentablemente, ciertas acciones tomaron ribetes dramáticos con la baja de funcionarios aduaneros y oficiales de las Fuerzas Armadas.

Estos hechos no hacen más que confirmar una lacerante realidad, el contrabando es una actividad ilícita lejos de ser erradicada, más aún, se encuentra fortalecida e inclusive protegida por ciertos grupos de la población que encubren a los contrabandistas y emboscan a los agentes de la ley, inclusive causando decesos y llevando dolor a sus familias, además de infligir un daño cuantioso a la economía nacional.

Surge entonces la interrogante, ¿qué hacer? Las respuestas a tan compleja problemática debieran enmarcarse en la necesidad básica de emprender políticas serias, coherentes y sólidas de reconversión y fortalecimiento industrial. En la medida que el contrabando sea prácticamente “la” opción para generar ingresos (fortunas en muchos casos) sin que medie una alternativa formal y legal, entonces ninguna acción de campo, con helicópteros incluidos, podrá frenar su voraz existencia.

Primero, erigir una industria nacional que trascienda la provisión de materias primas básicas y se oriente a la creación de producción con valor agregado capaz de generar empleos productivos y bien remunerados. Una reconversión que transforme a los actuales “ropavejeros” en trabajadores formales que perciban salarios dignos.

Segundo, potenciar una marca país que sea sinónimo de calidad en todos los rubros manufactureros posibles, que incluya alimentos y tecnología; de esta manera la demanda nacional se orientaría hacia estos productos bolivianos en sustitución de los importados y con ello se evitaría la salida de divisas a cambio de artículos que podrían ser elaborados dentro de nuestras fronteras.

Tercero, hacer cumplir la ley en las fronteras y por supuesto en los grandes centros informales de comercialización de los productos de contrabando que se encuentran   en ciudades de todo el país. Iniciar operaciones en los grandes depósitos y galpones que se encuentran en lugares emblemáticos como la famosa Uyustus o la Eloy Salmón en La Paz, la Cancha  en Cochabamba, Barrio Lindo en Santa Cruz, por mencionar algunos, eso sin considerar los centros intermedios de distribución como Challapata, por citar alguno.

La presencia del contrabando en las entrañas de nuestra economía, sin lugar a dudas, representa la debilidad institucional que tiene el país en enfrentar a esta actividad ilegal que cada año le resta recursos de toda índole, además de generar violencia e inequidad tanto entre quienes se enriquecen bajo su manto como en el resto de los ciudadanos.