Icono del sitio La Razón

No nos dejemos robar la esperanza

Con esta exhortación los obispos de Bolivia al cerrar su centésima asamblea hacen un llamado animando a mirar la realidad que vivimos de manera diferente, a mirarla y vivirla con una actitud de perdón y misericordia.

¿Quién no necesita ser perdonado? ¿Quién no necesita perdonar? ¿Se imaginan si fuese posible reconocer errores y comenzar de nuevo? El perdón como valor, el perdón como actitud, el perdón como acción, el saber perdonar y el saber pedir perdón;  ¿tenemos en cuenta esto en nuestra vida?, ¿lo tenemos presente en la vida familiar, social, política?

El mensaje episcopal llama la atención  sobre este punto, y recuerda que no pocas veces actitudes como el orgullo, la soberbia y la indiferencia empañan las relaciones humanas haciéndonos grandes y poderosos,  y no pequeños y sencillos como señala la enseñanza de Jesús.

El valor del perdón parece ajeno a la realidad, por ello el papa Francisco ha convocado desde el 8 de diciembre a vivir el Año de la Misericordia, un tiempo para recordar y practicar entre nosotros la gracia del perdón de Dios, el valor del perdón humano, y la misericordia hacia las personas que sufren física y espiritualmente.

Sin duda una propuesta audaz en un tiempo en el que las ideologías y propuestas de cambio abundan y que muchas veces alejan de la realidad y nos llevan a encerrarnos en una burbuja, en la que solo se vela por el bienestar propio, olvidando y descartando a los más necesitados.

La Iglesia boliviana lo señala: ante la situación de los niños que no tienen familia o viven sin ser acompañados por sus padres, las mujeres víctimas del maltrato y la violencia, jóvenes que sufren a causa del desempleo o el subempleo, la violencia fruto de la ausencia de valores que provoca una inseguridad ciudadana, el narcotráfico y la adicción a la droga que gana terreno, la corrupción y los gastos innecesarios que no permiten una política de austeridad; frente a todo esto es ahora un tiempo de cambio positivo y que haga bien, que ayude a vivir y actuar como personas, comunidades e instituciones. No nos dejemos robar la esperanza de lograr un verdadero cambio.

El cambio empieza por uno mismo, bien lo decía Ghandi: “debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo”, tarea nada fácil sobre todo cuando se pierde el hábito, pero es posible retomar ese valor y ponerlo en común en nuestro entorno.

La Iglesia Católica en Bolivia se suma a la convocatoria de Francisco y anima a los creyentes y personas de buena voluntad a vivir este Año de la Misericordia, en su dimensión plena de perdón y cercanía.