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¿Tercera guerra mundial?

Estos días convulsos el rey de Jordania, Abdalá II, dijo que ha comenzado la “tercera guerra mundial contra la humanidad”. El derribo de un avión ruso en territorio egipcio y los atentados en París la semana pasada, hechos culminantes de una larga cadena de acontecimientos similares signados con el rótulo de terrorismo, parecen dar la razón a esa fatídica afirmación. En efecto,  da la impresión de que ha comenzado la temida tercera conflagración mundial.

¿Cómo habíamos imaginado que esto podía ocurrir? De modo muy distinto a lo que viene aconteciendo, por cierto. Es decir, suponíamos que podía darse una confrontación bélica de dos bloques de países, de signo ideológico contrario, una suerte de “cuerpo a cuerpo” en el que sus ejércitos se trenzaban por medios convencionales en aire, mar y tierra. O, en otro escenario posible, se rompía el precario equilibrio atómico y se desencadenaba la destrucción masiva y el planeta se hacía añicos.

Lo que ahora viene sucediendo y que el monarca hachemita considera ya una tercera guerra mundial es algo muy complejo y enrevesado, nada fácil de entender, pero bastante más distinto de lo imaginado.

En primer lugar, no hay frentes definidos según la antigua terminología militar. Los escalofriantes atentados terroristas afectan a personas civiles inocentes, no involucradas directamente en los conflictos. Por otra parte, los intensos bombardeos de Estados Unidos, Rusia, Francia y otros países contra las posiciones del llamado Estado Islámico tienen con seguridad letales “efectos colaterales” sobre la población civil. Imágenes de estos hechos, por supuesto, no aparecen en los grandes medios de difusión. Esta inusitada violencia que cae del aire se suma a la que se produce entre facciones rivales por el control del poder en Siria. Ello explica, de alguna manera, la oleada de migrantes que huyen de la guerra. Y este, fenómeno, a su vez, está haciendo renacer antiguas posiciones políticas ultraderechistas y xenófobas, tanto en Europa como en los propios Estados Unidos.

Entrelazados en este nudo de contradicciones, están los intereses de las potencias por controlar regiones estratégicas y el acceso a las reservas petrolíferas. Y por si fuera poco, complicando aún más el panorama, hay entremezcladas posiciones religiosas sectarias que intentan justificar las aberrantes acciones terroristas.

El autodenominado Estado Islámico podría tener a cerca de 50.000 hombres sobre las armas, muchos nacidos en la misma Europa, motivados por la exclusión de que serían víctimas como hijos o nietos de los emigrantes del medio oriente. Y está visto que no se trata de simples grupos islámicos radicalizados, pues controlan extensos territorios de Irak, país donde la institucionalidad estatal fue destruida por la invasión de los Estados Unidos y de Siria, donde las potencias azuzan una guerra civil interna apoyando abiertamente a una de las fracciones en pugna.

¿Dónde se origina este caos? ¿Qué tanto tiene que ver en este embrollo la intervención extranjera de uno u otro lado? ¿De dónde salen el financiamiento y los recursos tecnológicos para el despliegue del terrorismo a gran escala? ¿Sirve para algo la Organización de Naciones Unidas surgida precisamente al finalizar la segunda guerra? Si esto es la tercera guerra, ¿cuándo acabará y cómo quedará reconfigurado el mundo? ¿hasta cuándo China solo mirará de reojo? Son todas preguntas que se quedan en el aire… nadie puede responderlas todavía.