Eventual satisfacción con la democracia
Qué factores permitirían el apoyo a la democracia más allá de la satisfacción económica
En octubre la Corporación Latinobarómetro presentó el Informe: Historia de 20 años de opinión pública en América Latina, celebrando así su labor ininterrumpida en el estudio de la cultura política de la región. Sin embargo, el informe viene careciendo de repercusión en el país, quizá porque a nuestros analistas les atraen más otros reportes que causan ruido, como el Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, de la Fundación Konrad Adenahuer y el Latin American Public Opinion Project, de la Universidad de Vanderbilt, los que a partir de la relación de una serie de variables presentan un panorama gris de nuestra democracia y que por lo mismo resultan útiles para las posturas incendiarias.
Bien, a diferencia de informes anteriores, en esta ocasión el Latinobarómetro analiza el aprecio de los latinoamericanos por la democracia a partir de la consideración de una serie de variables. Por medio de un análisis de correlación estadística, el informe señala que en un mayor grado de significación, la satisfacción con la democracia estaría relacionada con la percepción del grado democrático de un país (cuán democrático es), la preferencia por la democracia frente a cualquier otra forma de gobierno y su percepción como el mejor sistema político.
La situación económica y la percepción del progreso de un país también estarían fuertemente relacionadas con la satisfacción con la democracia; y en tanto los latinoamericanos percibirían la distribución justa del ingreso, se sentirían más satisfechos con la democracia.
En un grado menor de significación, la confianza en las instituciones, la confianza en el Gobierno, la percepción de que éste actúa por el bienestar de la mayoría, el haber votado por el partido gobernante en la última elección, la aprobación presidencial y la percepción de la limpieza de las elecciones se relacionarían positivamente con la satisfacción con la democracia. Finalmente, la evasión de impuestos, la permisividad ante la corrupción, la inseguridad y el crimen minarían esa satisfacción, por lo que el combate contra la corrupción y la ética impositiva elevarían levemente los niveles de satisfacción con la democracia, lo mismo que la percepción subjetiva del ingreso o la satisfacción con la vida.
En el análisis particular de casos, el estudio encuentra que el apoyo a la democracia en Bolivia se encontraría relacionado con el desempeño de la economía, el acceso de la población a bienes de consumo y la satisfacción de las necesidades básicas. Esto quiere decir que el apoyo a la democracia en nuestro país no puede ser asegurado en el largo plazo, a menos que el crecimiento económico lo sea. Por tanto, o el crecimiento sostenido asegura el sentir positivo hacia la democracia o la pobreza persistente sume en la mediocridad democrática.
En relación con ello, la percepción de inequidad en la distribución de la riqueza es también significativa en el apoyo hacia nuestra democracia, aunque en un menor nivel de significación, lo mismo que la ética impositiva y el voto en la última elección.
Aunque este espacio no permite mayor discusión en torno a ello, podemos concluir que como en América Latina, en el país predominaría una cultura democrática de bolsillo, ya que el apoyo a la democracia dependería del estado de la economía. Esta vieja relación reaparece para recordarnos no solo nuestro rezago y pobreza económica, sino también nuestra exigencia de estabilidad y crecimiento que no depende solo de nosotros. Por ello, como dice el informe, la pregunta consiste en saber qué factores permitirían el apoyo a la democracia más allá de nuestra ocasional satisfacción con una incierta situación económica.