Nuestros derechos, nuestras libertades
Honremos el Día de los Derechos Humanos exigiendo que todas las naciones estén a la altura de esta visión
El 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, se inició una campaña por el 50º aniversario de dos grandes tratados internacionales: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que han configurado el carácter integral e indivisible del marco internacional de los derechos humanos.
Estos dos pactos, junto con la Declaración Universal de Derechos Humanos, pasaron a constituir la Carta Internacional de Derechos Humanos, enunciando las obligaciones relativas a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales intrínsecos de todo ser humano, e igualmente pertinentes para una vida de dignidad y bienestar.
Esos documentos han inspirado constituciones y leyes nacionales, han dado esperanza y legitimidad a movimientos sociales, han movido a los Estados a unirse para definir medidas concretas en pro de un mundo mejor y de sociedades pacíficas.
La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo fue uno de esos hitos importantes que pusieron en acción las normas y los principios de derechos humanos. Más recientemente, la Agenda de Desarrollo 2030 ha articulado vínculos claros entre los objetivos de desarrollo sostenible y los derechos humanos.
El Día de los Derechos Humanos es un día que se debe celebrar, pero es además un día para dar voz a las mujeres, las niñas, los hombres y los niños que reivindican sus derechos humanos, incluidos sus derechos a la salud sexual y reproductiva, como un componente indivisible de la Carta Internacional de Derechos Humanos.
La Carta Internacional de Derechos Humanos ha proporcionado a las mujeres y las niñas un fundamento jurídico para exigir acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. Ha dado a niños, niñas y adolescentes el derecho a gozar de una educación que promueva la igualdad de género y les proporcione información acerca de su sexualidad.
Ha dado a las mujeres de las zonas rurales que viven en la pobreza el derecho a vivir libres de tratos crueles, inhumanos y degradantes, como la esterilización forzada. Ha dado a las mujeres embarazadas un fundamento para reivindicar su derecho a la privacidad y a vivir libre de la discriminación, el abuso y la falta de respeto cuando dan a luz en un centro de salud.
Ha dado a las niñas afectadas por una fístula el derecho a luchar contra el estigma y el abandono social. Nos da a todos el derecho a un recurso efectivo cuando se violan nuestros derechos y libertades.
Las cuatro libertades que están en la base de la Carta Internacional de Derechos Humanos (la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad para vivir sin miseria y la libertad para vivir sin temor) son directamente pertinentes al derecho a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.
Con demasiada frecuencia las personas más abandonadas por la sociedad no pueden disfrutar de su salud y sus derechos sexuales y reproductivos. La capacidad de las mujeres, los adolescentes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad o las personas de diversas expresiones sexuales suele verse limitada por normas culturales o sociales discriminatorias.
Por esa razón, el marco internacional de los derechos humanos ha seguido enriqueciéndose durante los últimos 50 años con otros instrumentos básicos que brindan especial protección a los más abandonados, a fin de velar por que nadie quede rezagado en la búsqueda de una vida con dignidad y valor. Esta visión no es nueva.
Es un principio básico de las Naciones Unidas, cuyo 70º aniversario celebramos recientemente. Honremos el Día de los Derechos Humanos exigiendo que todas las naciones estén a la altura de esta visión.
Es director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).