Migración y urbanización en El Alto
Debemos investigar con más profundidad el fenómeno migratorio boliviano ligado al de la urbanización

Si bien la migración, o cambio de residencia, que acontece dentro del país es fácticamente diferente a la que se lleva a efecto saliendo fuera de las fronteras, este tema debe ser comprendido como un solo fenómeno que forma parte de la creciente movilidad humana que caracteriza prácticamente a todos los países del mundo. Estos movimientos de población tienen como efecto directo el ascendente proceso de urbanización mundial.
El Alto es un caso emblemático en el que se dan estos tres procesos denominados técnicamente como migración interna, internacional y urbanización. De las áreas rurales del departamento de La Paz, principalmente de las provincias Omasuyos, Pacajes, Ingavi y Los Andes, proceden los actuales habitantes de esa urbe. En este caso ciertamente la migración tiene origen rural y destino urbano, pero como se sabe, existen otros patrones diferentes a éste, como el caso de la migración interciudades; es decir, de aquéllas con actividades económicas menores hacia centros urbanos con mayor dinamismo económico y social.
La profunda crisis que golpea a la economía rural, particularmente en el occidente boliviano, caracterizada por economías de subsistencia (es decir para su autoconsumo, donde persiste agudamente la pobreza rural), ocasiona que enormes contingentes de población joven aymara en edad de estudiar y trabajar salgan de sus comunidades rurales de origen y se dirijan hacia las principales ciudades de Santa Cruz y El Alto, y hacia fuera del país como Sao Paulo (Brasil), Buenos Aires (Argentina) o áreas mineras de Chile. Esta población abandona el campo y deja de vivir de la agricultura, buscando ingresos de otras fuentes alternativas. Este proceso de descampesinización, que aún no es una preocupación del Estado Plurinacional, explica el agudo descenso de la población rural boliviana, que hoy representa un poco más de un tercio de la población total del país.
La crisis económica de Europa, especialmente la caída del empleo en España, sumada al cambio en la normativa de la Unión Europea con respecto a los migrantes (reflejada en la “directiva del retorno” destinada a la población inmigrante en condiciones de ilegalidad), se tradujo en medidas disuasivas para el retorno voluntario de los migrantes a sus países de origen. Si esta población no cumplía esta “directiva”, se hacía pasible a ser conducida a centros de retención y finalmente ser repatriada. Esta situación indujo a que varios bolivianos decidieran retornar al país, aunque aparentemente este fenómeno de regreso no se tradujo en un movimiento de gran significación numérica. Los que retornaron, trajeron a Bolivia euros ahorrados con enorme sacrificio durante su estadía principalmente en España. Algunos de ellos invirtieron sus ahorros en casas sencillas, en las llamadas “eurocasas” (Fernando Murillo, Patrones de la migración y urbanización. Reconfiguración de la geografía de América Latina y el Caribe) o en viviendas de lujo, conocidas popularmente como “cholets”.
La actual estampida de la población joven aymara de sus comunidades de origen, es decir, de las provincias del mismo departamento de La Paz, tiene como consecuencia directa la rápida urbanización de El Alto, que desplazó de lejos a Cochabamba en esta categoría e incluso a la sede de gobierno. Hoy El Alto es la segunda ciudad de importancia demográfica después de Santa Cruz. Es la urbe con la tasa más rápida de crecimiento urbano en el mundo, según Fernando Murillo (ibídem). Es una ciudad de una importancia intercultural sin precedentes, donde se articulan importantes redes urbanas, lazos culturales, y relaciones de intercambio entre migrantes internos, internacionales (a través de las remesas) y la población nativa.
Antes de que sea muy tarde, es momento de investigar con más profundidad el fenómeno migratorio boliviano ligado al de la urbanización, porque, como debemos saber todos, ¡Bolivia es un país predominantemente urbano!