La campaña presidencial de Donald Trump se centra en la promesa de sus talentos personales. Él dice que hasta ahora “nunca hubo una persona tan exitosa como él que se haya presentado como candidato a la presidencia” (George Washington y Dwight Eisenhower: ¡tomen asiento!). Sin embargo, hay una idea que anima su candidatura: Estados Unidos está siendo fuertemente derrotado por sus competidores económicos. Trump explicó en su discurso acerca de la política exterior que Estados Unidos está siendo superado por países como China, Japón y México, debido a que sus líderes son “más inteligentes, astutos y precisos que los nuestros”. “Nos están matando”, dice con frecuencia.

Este es un momento extraño para realizar tales acusaciones, ya que la realidad es casi enteramente opuesta. En el panorama económico mundial, EEUU se encuentra más dominante que nunca antes desde el auge de la presidencia de Bill Clinton; tal vez aún más. En el último trimestre, la economía de Estados Unidos creció en 3,7%. Actualmente, el crecimiento anual es casi el doble del de Europa y cuatro veces el de Japón. La tasa de desempleo se encuentra en 5,1%; la más baja en siete años. El déficit como porcentaje del PBI (2,8% en 2014) se encuentra en su nivel más bajo desde 2007.

“Estados Unidos ha salido mejor que el resto de los países occidentales de la crisis de 2008”, dice Ruchir Sharma, director de Global Macro en Morgan Stanley. “Los estadounidenses han reducido su carga de deuda más que los europeos, mientras que la deuda china ha aumentado frenéticamente a niveles altamente peligrosos. Con excepción de China, el crecimiento estadounidense es en realidad mucho más rápido que los mercados emergentes.

Desde la crisis de 2008, los mercados de valores estadounidenses han superado a todos. De hecho, nueve de las diez empresas más valiosas del mundo son estadounidenses. El dólar es la moneda elegida. El crecimiento global no es lo que solía ser, pero en un vecindario malo, Estados Unidos tiene la mejor casa de lejos”, afirma Sharma y agrega que en los últimos cuatro años, el crecimiento del PBI de Estados Unidos ha aumentado, mientras que el de Europa y el de Japón han disminuido.

Cuando me encontraba en Europa semanas atrás, noté que los empresarios estaban preocupados, ya que observaban un nuevo nivel de dominio estadounidense en todo ámbito, desde la tecnología, pasando por el entretenimiento y hasta las finanzas.

Tengamos en cuenta a los grandes bancos de Estados Unidos. Estaban en el epicentro de la crisis financiera y fueron fuertemente golpeados por ella. Desde entonces, los banqueros se han quejado de tener que enfrentar la incertidumbre sobre las políticas monetarias de Washington, de reguladores demasiado entusiastas que tratan de compensar por su laxismo registrado antes de la crisis y de las rígidas cargas de la ley Dodd-Frank (ley de reforma de Wall Street para ejercer un mayor control financiero y una mejor protección al consumidor).

A pesar de estas quejas, los bancos estadounidenses actuales son más dominantes que nunca. El periódico Wall Street Journal señala que en los últimos cinco años JPMorgan Chase, Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley han incrementado su valor en un $us 254.600 millones. En el mismo periodo, sus competidores europeos (Barclays, Credit Suisse, Deutsche Bank, UBS y Royal Bank of Scotland) aumentaron su capital en solamente $us 9.500 millones. En julio se le preguntó al presidente de Barclays, John McFarlene, si los bancos estadounidenses estaban comiendo el almuerzo de los prestamistas europeos. Él contestó: “Están haciendo un buen trabajo” y agregó que los bancos estadounidenses “son los únicos que realmente confirman ser mundiales y exitosos”.

Comparar el desempeño y el liderazgo estadounidense con el de México, Japón y China es particularmente inoportuno. Tal vez Trump esté estancado en un túnel del tiempo, en el Japón de 1980. Cuando se publicó su artículo El arte del negocio en 1987, los estadounidenses envidiaban a los brillantes líderes de Japón que se decía que eran más listos que los de Estados Unidos en todo momento. Desde entonces, Japón se ha convertido en el ejemplo modélico del estancamiento económico y de la parálisis política. El primer ministro, Shinzo Abe, ha estado poco dispuesto o se ha mostrado incapaz de lograr que se promulguen sus reformas prometidas, y la economía del país nipón continúa encogiéndose.

México está siendo testigo de cómo colapsa su crecimiento. Mientras su presidente, Enrique Pena Nieto, trata de mostrarse como un líder inteligente que ha tomado decisiones audaces, también ha realizado importantes meteduras de pata. Más importante aún, el país estaba mal preparado para precios del petróleo tan bajos que han golpeado los ingresos del Gobierno y su crecimiento.

China ha tenido tres décadas de crecimiento sobrecargado y una política de gobierno competente. Sin embargo, en los últimos años, Beijing ha sufrido una serie de atrasos, contrayendo deudas a niveles que no tienen precedentes, según Sharma. Y en los últimos meses ha cometido errores al administrar sus mercados de valores y su moneda; deudas que le costaron al gigante asiático $us 400.000 millones, según informa el periódico Financial Times.

Por supuesto Estados Unidos también tiene problemas que son preocupantes, como el estancamiento de salarios e índices bajos de participación en el mercado laboral. No obstante, la comparación más importante no es con una fantasía ideal de lo que podría ser Estados Unidos, sino con otros países en el mundo real. Y los hechos muestran, Sr.Trump, que EEUU está entre los primeros lugares frente a sus competidores económicos.