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El año que se viene

Mucho de lo que será noticia en 2016 viene como herencia de años e incluso de décadas pasadas, pues rara vez un acontecimiento histórico sucede sin tener antecedente alguno. De ahí que es posible, a partir de hechos pasados, ensayar una proyección de los temas que se contarán entre los más importantes para el nuevo año que hoy comienza.

En el ámbito nacional, es previsible que la noticia más importante sea dada el 21 de febrero, con los resultados del referéndum para la modificación de la Constitución Política del Estado, que le darían o no posibilidades al binomio Evo Morales-Álvaro García Linera para aspirar a un nuevo mandato. Y en el internacional, se pueden prever al menos tres asuntos que concitarán la atención mundial: el desempeño económico de China, las elecciones en EEUU y la guerra contra el inasible Estado Islámico (EI) en Medio Oriente.

China es prácticamente el termómetro de la economía mundial; es un país cuyo PIB es casi la quinta parte del total del planeta y su contribución al crecimiento mundial se ha estimado en cerca de 1%. Es, junto con EEUU y Europa, una de las locomotoras del crecimiento mundial. El desempeño de la economía china dirá mucho acerca del futuro de la economía mundial en las próximas décadas, máxime tomando en cuenta que su sistema bancario presenta serios desequilibrios y existe el riesgo del estallido de una burbuja financiera asiática.

A fines de 2016 se celebrarán las elecciones presidenciales en EEUU. En este escenario la novedad es, sin duda alguna, la irrupción del estrafalario Donald Trump y sus altisonantes exabruptos como precandidato republicano. Trump no es una casualidad ni tampoco un accidente del destino; mal que bien, representa lo que sienten y piensan muchos estadounidenses. Es difícil saber si sus seguidores serán mayoría electoral, pero indudablemente su presencia y su popularidad indican que hay una masa relativamente importante detrás suyo. En ese sentido, Trump es el resultado de las últimas décadas de guerra de EEUU contra lo que ellos consideraban los tiranos terroristas de Medio Oriente y, en ese sentido, representa aquellos valores no escritos que una fracción de norteamericanos considera como propios, y que en general creen tener la razón al considerar lo “americano” como el viejo paradigma masculino, blanco, conservador y defensor de la libre empresa. Lo que no corresponde a esa visión de mundo es visto como malo, amenazador y contaminante.

Sea cual sea el resultado de las elecciones en EEUU, el que herede el cargo de Obama deberá lidiar con su participación y responsabilidad en relación al EI, aquella entidad amorfa que azota selectivamente a países árabes y esporádicamente a occidentales como Francia. Pero está visto que la fuerza bruta no logró ni logrará estabilizar Medio Oriente, especialmente si existen tantos intereses y tan disímiles.