El próximo mes, los votantes en Bolivia van a considerar un cambio constitucional para permitir o rechazar que el presidente Evo Morales pueda presentarse a un cuarto mandato en 2019, cuando expire su actual gestión. El referéndum se produce en un momento en el que los votantes de América del Sur se han mostrado contrarios a los líderes de izquierda que llegaron al poder en la región durante la última década, o antes, en la llamada “marea rosa”.

Precios más bajos del petróleo, de los minerales y de otros productos básicos de exportaciones han mermado su capacidad para financiar los programas populares de bienestar social, poniendo a los votantes en un estado de ánimo para el cambio. Solamente Evo Morales, en Bolivia, es un poco diferente de los otros socialistas que han de ser barridos por la marea.

En noviembre, el conservador Mauricio Macri fue elegido presidente de Argentina, poniendo fin a 12 años de gobiernos de izquierda. La oposición de Venezuela ha ganado el control del Parlamento por primera vez en 17 años. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, está luchando contra el juicio político y contra la crisis económica que atraviesa su país.

¿Podría ser Morales el próximo en sufrir un revés simbólico? Elegido para un tercer mandato en 2014 por un triunfo aplastante, todavía goza de un elevado índice de aprobación, según las encuestas más recientes. Las denuncias de la oposición por hechos de corrupción y un estilo autoritario de gobernar no han mellado su popularidad; así como tampoco el video difundido el verano pasado en el que se observa a Morales ordenar a uno de sus ayudantes que se agache para atarle los zapatos.

Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, puede ser el socialista políticamente más inteligente de toda América del Sur. La buena fe izquierdista de Morales no está en duda. Le encanta cuestionar y pinchar al “imperio” (Estados Unidos) y en 2008 expulsó al embajador norteamericano en Bolivia y a los funcionarios de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). Y él es, después de todo, el hombre que le dio al papa Francisco un crucifijo con la forma de la hoz y el martillo. Pero una cosa es la política y otra la forma de hacer política, y ahí es donde Morales ha demostrado ser muy hábil.

Por caso, esta semana Morales está defendiendo una serie de nuevas leyes para promover la pequeña industria vinícola de Bolivia. Él ha ordenado a los ministros de gobierno que trabajen con los viticultores locales para reducir los impuestos y aumentar las exportaciones. Morales dijo que él personalmente promoverá el vino boliviano en sus viajes al extranjero. La mayoría de la gente tiende a pensar en alpacas de gran altitud y en la quinua cuando se imaginan los productos bolivianos. Sin embargo, un pequeño número de familias bolivianas se ha dedicado a elaborar vinos durante generaciones, especialmente en el departamento de Tarija, que cuenta con un clima cálido-árido bien adaptado para los viñedos y a baja altitud. El país también produce un tipo de aguardiente llamado singani, cuya exportación Morales también quiere promover.

Si bien este tipo de promoción es algo habitual en la política local de la mayoría de los países, otros socialistas sudamericanos no tienden a asociarse con la empresa privada. Por ejemplo en Venezuela, la inclinación del fallecido Hugo Chávez, y ahora de su sucesor asediado (Nicolás Maduro), ha sido la de culparlos por el sabotaje económico y apoderarse de sus bienes.

Sin embargo, Morales ha recorrido un largo camino desde los primeros días de su primer mandato, cuando las regiones de tierras bajas más prósperas del país amenazaron con separarse de Bolivia, a través de una revuelta popular en 2008. Una década más tarde, después de años de crecimiento económico sostenido y una política fiscal disciplinada, Morales incluso ha ganado un amplio apoyo en el departamento de Santa Cruz, que es la capital comercial del país.

En la última década, Morales ha reinvertido ingresos provenientes de las exportaciones en pleno auge de la soya, gas natural y minerales, en programas sociales y proyectos de infraestructura, como un sistema por cable (teleférico) en la ciudad de La Paz, que ha tenido una muy buena acogida. Pero también con diligencia ha acumulado reservas de divisas a un grado que ahora le ayudarán al país a amortiguar el golpe de la caída de los precios de las materias primas. La proporción de las Reservas Internacionales Netas (RIN) respecto al Producto Interno Bruto (PIB) se encuentra entre los más altos de América Latina: 38%, un indicador clave de la prudencia fiscal.

Ahora, el referéndum del 21 de febrero da a Morales otra oportunidad para ganar en las urnas, con un panorama futuro más complicado, en el que el país posiblemente tendrá que apretarse el cinturón. Y solamente una victoria del Sí podrá habilitarlo para un nuevo mandato, como él mismo reconoce: “Si la gente quiere que me quede, darán su conformidad con sus votos”.