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‘Un solo corazón’

En 2014, quedé inmortalizado en una foto mientras caminaba por una céntrica calle de La Paz, junto a un buen amigo y colega que trabaja en un medio de comunicación del Estado. Ambos, de forma no muy frecuente, recorremos las inmediaciones de la plaza Murillo, el centro político del país, en busca de noticias.

Nada fuera de lo común, dirán muchos. No obstante, esa imagen desató reacciones en las redes sociales respecto a “la línea política” del matutino donde trabajo casi cuatro años de incansable labor.

Irónicamente la fotografía de marras fue convertida en un meme subido a Facebook por un compañero periodista que trabaja en la televisora estatal, que la bautizó como “Cambio y La Razón, un solo corazón”. El contexto de la imagen fue viralizado por otro colega que en ese entonces trabajaba en un medio crítico a la administración de Evo Morales, quien por azares del destino ahora se desempeña en una entidad pública del Estado Plurinacional.

Mi primera reacción: una sonrisa e incluso carcajadas ante algunos jocosos comentarios sobre la presunta coordinación de enfoques (sentido de la noticia) entre el medio estatal y el matutino en el que trabajo, al que muchos califican de “comprado por el Gobierno”.

Empero, luego no pude evitar fruncir el ceño al leer algunos duros y rudos cuestionamientos al trabajo de los periodistas de este periódico y a una supuesta parcialización en favor de las autoridades de turno. Lleno de ira quise llamar a esos “críticos del periodismo” y preguntarles en qué basaban sus apreciaciones y exigirles que me demuestren cuándo y en qué nota escrita por este servidor hay una sola frase, palabra, coma o punto usado para favorecer a tal o cual personero estatal.

Respiré e intenté calmarme, y logré salvar mi conciencia tras recordar que en cada artículo que redacto están presentes la parte y la contraparte en constante equilibrio; o como oí hace muchos años a un catedrático en la universidad, “el alma y el cuerpo”, elementos sin los cuales la noticia simplemente no puede existir; de lo contrario, el texto se convierte en un simple comunicado de prensa. “No, yo no estoy aquí para hacer eso”, me recalqué a mí mismo.

Es ahí donde radica este gusto y esta pasión adquirida: el ser periodista de un medio privado no solo significa estar libre de direccionamientos, sino también, tener la libertad y la obligación de informar, cuestionar y fiscalizar las acciones de las autoridades, sean del color político que sean. Estoy en paz, porque mi trabajo no se lo debo a una militancia partidaria ni porque fui llunk’u de alguna autoridad; soy feliz de hacer el trabajo que me gusta, y por eso seguiré informando. Mis notas hablan por mí.         

Es periodista de La Razón.