No se fue. El Tigre de la vida  fue el nombre que Guiomara Calle eligió para él cuando retornó a Auquisamaña, recuperado ya de los efectos de un terrible accidente de tránsito. Había vuelto con su dosis de optimismo y un sentido del humor que Wilma Pérez recordó cuando escribió la noticia más dura de toda su carrera: “Jamás mis dedos temblaron ante las teclas. Escribir sobre la muerte de cualquier persona duele, pero escribir sobre el amigo, compañero, jefe, al que conocí por 16 años, las lágrimas brotan con cada línea o párrafo armado. Fueron buenos y malos momentos, peleas y abrazos, lecciones aprendidas, sobre todo ese sentimiento de familia, la familia grande de La Razón”, afirmó Pérez para recordar a Galindo, quien ahora habita en nuestros corazones.

“Es difícil creer que se haya ido y es muy duro de aceptarlo”. Oswaldo Aguirre rezó así para que el Tigre de la Vida vuelva a la redacción; estaba seguro que, como en el pasado, iba a vencer esta batalla. “Es para tiempo, pero lo va a lograr”, aseguró. Galindo era, pues, un luchador que quiso vivir intensamente; vivir bien sin acumular rencores, dejando pasar los vasos de agua en los que muchos se ahogan sin mayores motivos. Ésa era la actitud que le animaba a existir.

¿Pero, por qué se fue? La muerte de nuestro colega nos ha tocado de distintas maneras. Quizá con varias reflexiones sobre la fragilidad de la vida, sobre los achaques y las sinrazones que nos impiden ver los corazones antes que nuestros defectos.

Pero Galindo no se fue. ¡Vive! Estará con nosotros y así lo queremos. Ése es el misterio de la vida de la gente de fe con la que trabajó tan intensamente y con tanta pasión. Jorge Asturizaga compartió las fotos de las coberturas que realizó cuando optó por correr entre la tinta y el papel. “Hace muchos años comenzamos una amistad incondicional. Las divertidas coberturas a diario en las prácticas del querido Tigre, el trabajo juntos en Última Hora (…). Nunca nos separamos a pesar de que el periodismo hizo que vayamos por caminos distintos. Volvimos a estar juntos en La Razón”, escribió. “Como pocos periodistas, él era más un líder que un jefe de sección. Orientaba, escuchaba y ayudaba”, afirmó Jorge Quispe para recordar al amigo.

Podría llenar muchas páginas recogiendo los mensajes de solidaridad que amigos y familiares, seguramente más autorizados, emitieron durante esta triste semana. Historias y testimonios de una persona que amó a su familia y que vivió por ella. El consuelo para Lili llegará porque Galindo no se fue, vivirá en nuestros corazones. Dejó puras cosas buenas, fue un hombre de bien. Historias sobran para retratar este legado.