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El referéndum y la izquierda opositora

El efecto político más visible del próximo referéndum del 21 de febrero será la aprobación o el rechazo de la reforma de la Constitución para autorizar o no la repostulación del binomio presidencial Evo Morales y Álvaro García Linera en las próximas elecciones nacionales. Un efecto político directo de esta consulta ciudadana está ligado, a la larga, con el devenir de la izquierda boliviana. Por estas consideraciones es ineludible la construcción de escenarios de proyección, y para eso se hace necesario acudir a la diada izquierda/derecha que, a nuestro juicio, sigue presente en el análisis político.

Se debe destacar que por la naturaleza de este referéndum (Sí o No) hay una inevitable polarización electoral. Como era previsible, existe un actor estratégico en esta contienda: el partido gobernante, apuntalando la (re)postulación del binomio Morales-García Linera. En la otra orilla no hay un actor estratégico visible, y más bien hay un archipiélago de actores que si bien tienen visiones ideológicas diferentes, incluso algunas de ellas contrapuestas, comparten un mismo objetivo: frenar la (re)postulación del binomio Morales-García Linera en 2019. Además, en lo más inmediato buscan asestarle un golpe que lo debilite, por lo menos anímicamente. Posiblemente por esta razón la estrategia del Sí orienta su campaña en torno a un eje ideológico: izquierda y derecha.

En este contexto, uno de los principales argumentos esgrimidos por la izquierda opositora al MAS estriba en una especie de resarcimiento ideológico, sosteniendo el argumento del desvío del “proceso de cambio”, sea en su vertiente indigenista/ecológica que le reclama al MAS sobre todo su práctica extractivista, sea en su vertiente nacionalista (también marxista/trotskista) que identifica al partido gobernante como una continuidad del neoliberalismo, o la vertiente conformada por exmasistas que por revanchismo y protagonismo se alinearon a la campaña del No. Finalmente está aquel eje que, coincidiendo con la derecha, enarbola el respeto al Estado de derecho para evitar el continuismo.

Más allá de la argumentación de estos sectores de la izquierda opositora, lo que nos interesa son los efectos políticos posreferéndum. Si gana el Sí, el proyecto trazado por el MAS hasta 2025 posiblemente no tendrá mayores inconvenientes, ya que la garantía seguiría sustentada en la legitimidad del liderazgo de Evo Morales, sobre todo en el campo de la izquierda boliviana.

Si gana el No (con un pequeño o un amplio margen) la política boliviana soportaría un áspero giro de sentido, tan profundo que descolocaría incluso el propio sentido del denominado “proceso de cambio”; y allí la izquierda opositora, tan dispersa, tendría que aglutinar a todas sus vertientes con el objetivo de disputarle el campo popular del MAS, para luego esbozar un proyecto estatal o dar señales de la reconducción del proceso de cambio. En todo caso, estos derroteros serían simplemente simulacros y más bien proporcionarían una ventaja política para el resurgimiento de la derecha desplazada del poder en 2006. En este sentido, reconociendo que en las mismas entrañas del MAS hay muchos factores nocivos (que deben ser combatidos insoslayablemente), la izquierda opositora, amén a su campaña por el No, puede estar escenificando el papel de Jano, el dios de las puertas en la mitología romana, que en este caso específico podría estar abriéndolas para dar paso al poder de su contrario.