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Entre el voto duro y las redes sociales

Un día después del referéndum constitucional, con base en los resultados no oficiales difundidos en los medios de comunicación, el presidente del Estado, Evo Morales, sostuvo que la fidelidad electoral de las áreas rurales hacia su partido se debe principalmente a una suerte de “pacto de sangre”, y que su derrota en el ámbito urbano se explica porque en las “ciudades no me quieren”, situación que en esta coyuntura fue particularmente azuzada por intermedio de las redes sociales. A continuación se analiza la polarización electoral en términos del clivaje urbano/rural del referéndum constitucional del domingo.

La tendencia rural a favor de la opción del Sí está poniendo hoy en vilo la confirmación del veredicto final, contribuyendo a tejer incluso una probable hipótesis de fraude entre quienes apoyaron la opción del No. Históricamente recordemos que el voto del sector rural modificó sustancialmente los resultados (pre)anunciados por las empresas encuestadoras. Esta votación rural se explica principalmente por los mecanismos identitarios que siguen presentes entre el líder y sus bases sociales, incluso a pesar de las denuncias de corrupción en el Fondo Indígena, donde los indígenas/campesinos son los directos perjudicados.

Para los sectores rurales o/y rurales-urbanos la presencia de un “indio” en el poder todavía tiene un efecto simbólico y de posibilidades propias. Si bien Evo tiene una mirada nacional-popular, la fuente de su liderazgo se asienta sobre todo en el movimiento campesino e indígena.      

Quizás el “voto duro” se condensa por medio de este fuerte tejido identitario, que en muchos casos viene como mandato de sus formas originarias, donde orgánica y colectivamente se va definiendo el voto. En rigor, esa indisoluble ligazón entre los sectores campesinos/indígenas con el Presidente, devenida desde hace una década, configuró ese “voto duro” a partir del cual el Mandatario proyectó a posteriori su hegemonía política incluso para captar a los sectores urbanos.

Mientras tanto, en esta última elección, los sectores urbanos fueron definiendo su opción por el No sobre la base de cuestionamientos y rupturas previas al Gobierno, y afianzaron su posición mediante las redes sociales, donde no faltó materia prima. Así, esta opción ganó en todas las ciudades capitales, lugar donde hallamos a las clases medias, conectadas a los flujos de la “nube”. Según proyecciones, en Bolivia de cada 10 personas cuatro tienen acceso a internet, sobre todo en el área urbana. Este dato es importante, pues ahí hallamos a una población volátil (“digital”, diría Marcelo Durán) en su comportamiento electoral, que en los últimos 10 años se adhirió al proyecto hegemónico del Movimiento Al Socialismo (MAS), marcada por las contingencias de la coyuntura electoral, es decir, no es un voto duro.

De allí que, a raíz de las denuncias de un presunto tráfico de influencias que a diferencia de otras denuncias de corrupción llegó a la propia imagen presidencial y la quema provocada a la Alcaldía de El Alto (con un saldo trágico de seis personas fallecidas), se generó un ambiente de crispación en las redes sociales, afincando a los sectores medios urbanos a favor del No, que (aparentemente) provocó su victoria. Al respecto, la periodista Amalia Pando, quien alentó esta opción, dijo: “Gracias a las redes sociales se debe esta victoria”. Y, en la otra orilla, el propio Presidente sin aspavientos anunció: “Hay que debatir el tema de las redes sociales”.

Es sociólogo.