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Miles y millones

Nuestra deshumanizada relación con la muerte es el gran fracaso espiritual de la modernidad

/ 26 de febrero de 2016 / 04:14

Miles y millones era la expresión favorita de Carl Sagan, el brillante astrofísico de la serie Cosmos. En esta danza de los millones de la década ganada latinoamericana (2006-2015) circula una versión de que Bolivia habría recibido $us 150.000 millones en exportaciones. Una verdadera fortuna, ya que representa casi cuatro veces el PIB anual del país. Sin embargo, esa cifra que circula en redes sociales es errónea. Los datos oficiales del INE, del BCB, del Viceministerio de Exportaciones y otras bases serias como las del IBCE y Cadex dan cuenta de que en esta década (2006-2015) Bolivia habría recibido en total $us 75.000 millones por las exportaciones.

Para situarnos mejor y según fuentes internacionales, $us 150.000 millones anuales es la cifra de exportaciones del Ecuador, una economía el doble de grande que la nuestra e integrada al comercio internacional vía la cuenca del Pacífico. Una ventaja competitiva que Bolivia adolece desde la guerra de 1879 y que muestra el impacto que tiene la mediterraneidad en el país.

Con todo, es interesante ver que en estos años la contribución de las exportaciones se encuentra en torno al 35% del PIB. Esta cifra ubica a Bolivia respecto a la exposición al comercio exterior en el rango de países de 85 a 100. En ese rango las exportaciones cuentan, pero no lo explican todo. El saldo de generación del PIB (65%) corresponde al consumo interno.

Es innegable que en estos 10 años las exportaciones del país han tenido un salto cuantitativo innegable. Por ejemplo, tomando a 2015 como base de comparación (año en el que  el precio de los commodities que exporta Bolivia se redujeron en torno al 50%) se puede apreciar que se han ajustado a la baja casi todos los precios de la canasta exportable nacional, desde la quinua, hasta el gas natural, pasando por la soya. Aún así, las exportaciones nacionales se comportan razonablemente, y para fines comparativos los $us 9.000 millones de 2015 representan el monto acumulado de las exportaciones en el periodo 2000-2005. En otras palabras, incluso con un ajuste del factor precio, solamente en 2015 nuestro país exportó cinco veces más que durante el previo ciclo económico. El efecto-precio negativo desde octubre de 2014 no ha impactado tan duramente al sector externo boliviano.

El futuro es interesante. Es de esperar que en el decenio 2016-2025 se supere la marca de los $us 150.000 millones anuales, ya que la oferta exportable nacional migrará a bienes de mayor valor agregado, tal como por ejemplo se viene gestionando en el sector energía. En esta década nos convertimos en el mayor país exportador de gas natural de Sudamérica, y en 10 años venderemos a los países vecinos energía eléctrica, etano, butano, fertilizantes y probablemente plásticos.

Otro producto que puede modificar para bien y de manera radical el futuro nacional es el litio del salar de Uyuni, ya que con los desarrollos tecnológicos recientes de empresas como Tesla de Elon Musk y que construye en Nevada (EEUU) la primera de 20 gigaplantas que funcionan a base de energía solar y almacenamiento de baterías de litio, se puede anticipar el verdadero boom de este mineral a partir de 2018 a 2020.

Mientras tanto, deberíamos mirar más de cerca la estructura de las importaciones en el país, donde el dinamismo del mercado interno; la explosión del consumo en las grandes ciudades; los grandes centros comerciales; el arribo de las franquicias alimentarias, hoteleras y de vestimentas internacionales; la explosión del turismo internacional (atraídos por el Carnaval de Oruro, el salar de Uyuni y el Dakar) deberían generar para los empresarios nacionales oportunidades de negocio en sustituir importaciones, y en generar valor agregado “made in Bolivia”.

Como bien indican el Presidente y el Vicepresidente del Estado, el sector empresarial boliviano debería tomar la posta para empezar a generar oportunidades de negocios y de creación de empleos, invirtiendo en el futuro miles de millones de bolivianos, como diría el propio Carl Sagan.

Es gerente de YPFB Transporte, fue embajador de Bolivia ante el Reino de Bélgica y la Unión Europea.

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El legado de Carlos

Carlos fue llamado de urgencia por el presidente Evo Morales para tomar las riendas de YPFB

/ 28 de enero de 2016 / 05:03

Hubo un ausente en las celebraciones del décimo aniversario del proceso boliviano, el licenciado Carlos Villegas, quien un año antes perdía la vida víctima de un cáncer agresivo. Conocí a Carlos cuando era ministro de Planificación. Eran las semanas posteriores a la crisis financiera del subprime, una de las más fuertes del capitalismo internacional, y ambos fuimos invitados por la periodista Amalia Pando a un muy buen programa en Bolivia Tv. Yo era embajador de Bolivia ante la Unión Europea. Como ahora, se hablaba de la posible debacle de nuestra pequeña economía ante, en ese momento, la caída estrepitosa de los bancos de inversión, los gigantes que manejan los hilos del mundo, en paralelo a la bajada de los precios del petróleo.

A modo de diálogo hicimos una puesta en contexto de la economía nacional en esa crisis. Carlos demostró en ese programa la solidez de un economista de clase mundial. Tranquilo, el licenciado Villegas dio una cátedra del porqué Bolivia capearía esa crisis, recordando de paso que el sistema capitalista es por naturaleza cíclico. En otras palabras, las crisis, estos ajustes estructurales, están inscritos dentro del código genético del capitalismo. Meses más tarde, Carlos fue llamado de urgencia por el presidente Evo para tomar las riendas de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la nave almirante del proceso, sumida en la peor crisis de su historia.

Lo que Carlos hizo desde ese momento fue sensacional. Tomó una empresa con oficinas en estado lamentable, con un conglomerado desordenado de subsidiarias recién nacionalizadas, con graves problemas de organización y recursos humanos y un desafío pendiente de la Agenda de Octubre. Durante el periodo 2009-2015, la empresa multiplicó su tamaño hasta tener una facturación anual de $us 10.000 millones con una fuerza de trabajo de 4.000 personas. Para ubicarnos, es bueno recordar que el YPFB previo a la capitalización (1995) facturaba $us 600 millones anuales con más de 5.000 funcionarios. En otras palabras, Carlos llevó a YPFB al siglo XXI, con métodos de gestión modernos, juventud y, sobre todo, con la tranquilidad, simplicidad y sonrisa permanente con todos los colegas de yacimientos. Hoy, YPFB es la empresa más grande del país, “la madre de la economía boliviana”, como la llama el vicepresidente Álvaro García Linera y una “multilatina”, una de las empresas latinoamericanas más grandes y rentables de la patria grande.

Listar los logros tomaría mucho tiempo. Tomemos dos: primero el haber hecho que Bolivia, un país enclaustrado injustamente por una guerra de conquista, encare el desafío de la petroquímica (las plantas de separación de líquidos, la planta de fertilizantes y la futura planta de plásticos), cuando la falta de acceso al océano es precisamente una limitante mayor. Así cumplió el mandato de la Agenda de Octubre (industrialización) dando a Bolivia una proyección en la economía regional y mundial. Segundo, el haber cumplido el mandato del presidente Morales de “gas para los bolivianos”. Para ello se cuenta con una red de gasoductos de primera, dedicada exclusivamente al mercado nacional, con un consumo total que se ha multiplicado por cinco desde 2010.

Bolivia es todavía un país donde el culto al “antihéroe” es muy fuerte. Carlos dio su vida para salvar, construir y desarrollar YPFB, consciente del rol de las “industrias industrializantes” (en palabras del economista Samir Amin), a quien el expresidente de Yacimientos citaba. Tal como lo hizo el presidente Evo, es importante recordar a este joven de Villazón, quien un día emigró a La Paz para estudiar una de las carreras más lindas que hay. Sin esa valiente decisión del joven Carlos en los años 70, mucho me temo que la base económica que trajo para Bolivia el joven dirigente cocalero Evo Morales en los años 90 no se hubiese dado nunca. Carlos fue un héroe por donde quiera que se lo mire.

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