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Los escenarios que deja el referéndum

El resultado del referéndum para modificar la Constitución Política del Estado en favor de la repostulación de Evo Morales y Álvaro García Linera en 2019 trae aparejados cambios significativos en los escenarios políticos del país. El despliegue futuro de las tendencias emergentes dependerá, sin embargo, de las conductas que adopten las diversas fuerzas políticas dentro del país, de la reconfiguración del cuadro político en América del Sur, y de la profundidad y alcances de la crisis económica en ciernes.

Las primeras reacciones del oficialismo ante la derrota política del 21 de febrero no demuestran que se estuviera interpretando correctamente el estado de ánimo de la ciudadanía respecto de la corrupción, el abuso de poder, la ineptitud administrativa y la incertidumbre económica. Tales aspectos no son tomados en cuenta entre las causas del percance sufrido; predomina en cambio la búsqueda de culpables, que incluye a los sospechosos de siempre: el imperialismo y la derecha neoliberal, a los que ahora se añaden la guerra sucia y el uso calumnioso de las redes sociales.

Una dosis razonable de autocrítica tendría que tomar en cuenta la nueva geografía política que ponen de manifiesto los resultados de la votación por departamentos, los cuales modifican en gran medida las expectativas que se tenían en cuanto a las inclinaciones políticas y las preferencias ciudadanas en materia de continuidad del estilo de gestión del presidente Morales. En efecto, en algunos bastiones tradicionales del MAS la mayoría votó por el No, así como en áreas donde el oficialismo realizó gran esfuerzo de penetración la oposición se ha consolidado claramente.

De manera general se pueden identificar algunos vectores que han determinado el resultado del referéndum. Sin menospreciar el efecto generado en las últimas semanas por el escándalo de los contratos con la empresa estatal china CAMC y el asalto criminal a la Alcaldía de El Alto, con una secuela de seis víctimas fatales, es conveniente tomar en cuenta, en primer lugar, la movilización espontánea de la ciudadanía y, en particular, la incorporación de los jóvenes a la actividad política con su presencia en los cierres de campaña, su vigilancia en el escrutinio de votos y su activismo en las redes sociales.

En segundo lugar, la coincidencia en las campañas entre los partidos políticos tradicionales, algunos nuevos liderazgos en las entidades subnacionales y, de manera determinante, el papel cumplido por los diversos disidentes del MAS en los pasados diez años.

Por último, también han jugado en contra del oficialismo la soberbia y demagogia de sus principales voceros a la hora de intervenir en los debates organizados por los distintos medios de comunicación.

Las fuerzas opositoras, por su parte, han mostrado un triunfalismo prematuro, atribuyéndose méritos que en rigor no les corresponden. Evidente es, en cambio, que la ciudadanía ha demostrado una vez más un alto nivel de participación electoral, así como una destacable capacidad de discernimiento entre las opciones en juego; y en consecuencia ha puesto por de pronto por primera vez un freno rotundo al autoritarismo.

A pesar de ello, se puede anticipar que en los próximos meses el oficialismo buscará recuperar la iniciativa mediante los expedientes ya conocidos de su estilo de gobernar: el escarmiento personal e institucional de los supuestos culpables de su derrota; la restricción de la libertad de expresión, en especial en las redes sociales; así como la refidelización de sus principales cuadros políticos y sindicales con prebendas de toda laya.

Pese a esto, al país se le abre la oportunidad de iniciar un amplio debate sobre las reformas institucionales pendientes en materia electoral, la defensa de las libertades constitucionales y la defensa de los derechos humanos y las instituciones republicanas.