El 1 de febrero, la OMS declaró a la fiebre zika, transmitida por el mosquito vector Aedes aegypti, “emergencia de salud pública de importancia internacional”. Se trata de una medida oportuna para la sensibilización sobre esa enfermedad, endémica en África y en ciertas regiones de Asia, que se propagó también en gran parte del continente americano durante el último año. De hecho, la epidemia del zika ya alcanzó escala regional: la Organización Panamericana de Salud (OPS) constató la transmisión local (autóctona) del virus en 28 países y territorios americanos, inclusive en Bolivia, donde fueron confirmados 12 casos. En Brasil, el país más afectado hasta el momento, el Ministerio de Salud estima que entre 500.000 y 1,5 millones de personas habrían contraído la enfermedad en 2015.

Aunque el virus del zika provoque síntomas leves en la mayor parte de los infectados (se estima que el 80% de los casos son asintomáticos), a las autoridades de todo el mundo les preocupa las serias consecuencias observadas en un pequeño grupo de personas infectadas con este virus. Existe creciente evidencia de una probable asociación del zika con el síndrome de Guillain Barré, que provoca un serio cuadro de parálisis. Estudios epidemiológicos en Brasil y en la Polinesia Francesa (que vivió la epidemia del zika en 2014) dan cuenta de un aumento de casos de ese síndrome bastante raro.

También es objeto de preocupación el posible nexo causal entre el virus del zika y la microcefalia en recién nacidos, cuyas madres habrían  contraído la enfermedad durante el embarazo, en especial en el primer trimestre. En octubre de 2015, Brasil fue el primer país en observar esa correlación, a partir de datos epidemiológicos que revelan una creciente incidencia de microcefalia en recién nacidos en las regiones brasileñas donde se propaga esta enfermedad. Resultados iniciales de investigaciones en curso apuntan a que el virus puede atravesar la placenta y contaminar al feto durante la vida uterina, alojándose en el cerebro, cuyo desarrollo normal puede verse perjudicado.

El Gobierno brasileño montó una fuerza de tarea (con acciones en diferentes frentes) para poder contener la epidemia del zika. El Ministerio de Salud de Brasil está investigando todos los casos de microcefalia y su posible relación con este virus y otras infecciones congénitas; además ha desarrollado un programa de atención especial a mujeres embarazadas en regiones de riesgo. En diciembre pasado fue creado el Plan Nacional de Enfrentamiento al Aedes y la Microcefalia, que comprende acciones de casa en casa. Están movilizadas cerca de 600.000 personas, entre agentes de salud y militares, en el combate a los criaderos de mosquitos. El 13 de febrero, el Gobierno brasileño promovió una campaña de limpieza comunitaria contra el mosquito Aedes aegypti, que incluyó acciones en más de 350 municipios y contó con la participación de la presidenta Dilma Rousseff, de ministros, de alcaldes, gobernadores y otras autoridades. El plan nacional también contempla actividades conjuntas en las fronteras, realizadas con Bolivia y otros países.

Otra vertiente de combate al zika es conducida en laboratorios científicos. El Gobierno brasileño está apoyando generosamente la investigación sobre el zika desarrollada en instituciones nacionales de excelencia, como la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el Instituto Evandro Chagas y el Instituto Butantã.

Regístrese que además de observar la probable correlación entre el virus del zika y la microcefalia, los científicos brasileños fueron los primeros en aislar el agente patógeno y en realizar su secuenciación genética. Diferentes grupos de investigación continúan trabajando todavía en la vacuna contra el virus y exámenes serológicos que permitan un diagnóstico más célere de la enfermedad.

En agosto, los Juegos Olímpicos se realizarán en Río de Janeiro. Como se trata del periodo de invierno, en el que el Aedes aegypti es menos activo, el riesgo de infección por zika es menor. Aun así, el Gobierno brasileño trazó un plan de prevención, que prevé visitas diarias de agentes de vigilancia ambiental para control de focos del mosquito. Se realizarán también trabajos de vigilancia y concienciación en los alrededores de las instalaciones deportivas y en locales de gran circulación.

Durante la visita del presidente Evo Morales a Brasil, el 2 de febrero, la presidenta Dilma Rousseff manifestó el compromiso de Brasil en colaborar con Bolivia en la lucha contra el zika. Los dos países ya están coordinando acciones sobre el tema en diferentes instancias multilaterales como la OPS, la Celac y la Unasur. En el ámbito del Mercosur, en reunión de los ministros de salud en Montevideo, el 3 de febrero, Brasil se comprometió a realizar capacitación regional sobre exámenes de diagnóstico del virus del zika. El espíritu de cooperación que marca las relaciones entre nuestros países, y en todo el continente americano, favorecerá a la superación de ese desafío de salud pública, que requiere la actuación conjunta contra el virus del zika y del mosquito Aedes, que ignoran fronteras nacionales.