Mora bancaria
No es momento de eludir, sino de enfrentar al ‘monstruo’ de la mora con seriedad
Días atrás, la Asociación Nacional de Bancos (Asoban) anunció que, según sus estadísticas financieras, los prestatarios de la pequeña y mediana empresa están dejando de pagar puntualmente sus préstamos. Es decir que el fantasma de la mora podría estar retornando tímidamente (por ahora) a los bancos, fenómeno que de confirmarse causaría muchos dolores de cabeza.
Sin embargo, la noticia no causó la más mínima preocupación entre las autoridades económicas y financieras del país, quienes incluso esbozaron una hipótesis que atribuía esta situación a que los sectores de comercio y servicios (y sus clientes) son los que no cumplen, mientras que, afirman, el sector productivo está pujante y con ello se muestra capaz de honrar sus planes de pago, además de invertir y expandir sus operaciones.
Un viejo dicho entre quienes hacen banca reza: “Si ves a un banquero serio saltar por la ventana, entonces síguelo”. Sabio consejo que bien parece una broma, pero que de todas maneras esconde una interesante moraleja, en tanto nos recuerda que si alguien cuya experiencia en los negocios se basa en tomar riesgos y percibe que algo anda mal, es porque realmente algo anda mal, y su reacción no debiera ser tomada a la ligera.
De regreso al citado anuncio, resulta relevante que cerca de $us 160 millones concedidos en créditos a un sector que supuestamente es generador de valor agregado y empleo se encuentran impagos; además, que la tendencia de la mora es creciente, tanto que el sector al que aluden los responsables de la economía nacional reboza de buena salud amparado en la informalidad y la ilegalidad.
Podría resultar ilustrativo exponer, por ejemplo, cuál es la mora actual de los fideicomisos en favor del sector productivo que administran algunas entidades bancarias estatales. De seguro se encontrarían con cifras de mora que bordean los dos dígitos y que su capacidad de recuperación cada día que pasa es menor, indicadores que afectan la solvencia patrimonial de la entidad. Y ante esta situación, tampoco se esboza preocupación.
En cualquier caso, frente al anuncio de la Asoban, sería deseable, y responsable, trazar un plan de contingencia para contener el posible “contagio” hacia otros clientes, y así evitar que la mora del 1,7% de hoy no se convierta en un 17% mañana, cuando las “papas quemen” y tarde sean los pesares y costosas las soluciones.
A manera de consejo, cuando la mora empieza a crecer, significa que la actividad económica de ese sector está decreciendo; por tanto, conviene tomar acciones correctivas de cobro, evaluación crediticia, adecuación normativa y otras que puedan mitigar un posible efecto adverso de la mora. Cuenta otro dicho que si el río suena, es porque piedras trae; pues bien, no es momento de eludir, sino de enfrentar al “monstruo” de la mora con seriedad, que por ahora se encuentra en gestación.