Resultados del referéndum
Finalmente el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha puesto a disposición los resultados consolidados del referéndum constitucional puesto a consulta el 21 de febrero. El 51,30% de los bolivianos rechazaron cambiar la Constitución para posibilitar la reelección de Evo Morales. Así, por una diferencia de tan solo 136.382 votos, se mantiene la prohibición de que el Presidente sea reelecto al terminar su tercer mandato. Esta es la primera vez que el líder cocalero es derrotado en las urnas desde su llegada al poder en 2006.
Si bien los números nos hablan de una polarización poco propicia para la reflexión en torno a los resultados, es necesario preguntarnos sobre las diversas lecturas que este dato nos proporciona en torno a la realidad nacional. Considero un error simplista atribuir el triunfo del No a una operación política del imperialismo, o al poder hipnótico ejercido por las recientemente descubiertas redes sociales; menos aún atribuir la derrota del Sí a la “traición” de los funcionarios públicos que, ejerciendo su derecho ciudadano a la disidencia, optaron por rechazar las modificaciones a la Constitución.
Creo más bien enriquecedor y propicio plantearnos una serie de preguntas que nos podrían ayudar a profundizar en los cambios y continuidades del contexto actual. Iniciemos la reflexión con dos de ellas. La primera, formulada por Lilián Celiberti, observadora internacional del proceso electoral pasado, nos plantea: ¿se puede hablar de una práctica política nueva cuando se convoca a la reelección de los mismos líderes? Y la segunda, de carácter sociológico, planteada por el propio Vicepresidente en su análisis del domingo pasado: ¿de qué cambios o continuidades en las mentalidades sociales da cuenta el resultado del 21F?
Es indudable que el No, resultado del referéndum, nos habla de un límite al poder constituido, una negativa a relacionar inevitablemente las virtudes del proceso de cambio con el liderazgo que lo conduce. Este liderazgo, al estar excesivamente personalizado, podría ser mucho menos convincente; por ello la brecha entre el 75% de aceptación de su gestión frente un voto de 48,70% que apoya su continuidad en el cargo. El mensaje es claro: renovación, pero no solo de los actores, sino fundamentalmente de las prácticas políticas, discursos y horizontes de cambio. La expectativa es que la derrota lleve al propio MAS a desarrollar su capacidad crítica frente a su acción, y sobre todo a pensarse como un proyecto político sostenible en la nueva Bolivia que ha creado. En ese sentido, más que inquietarse por la derecha contenida en el No, debería preocuparse por entender a las izquierdas que contiene ese mismo No.
Y esto nos lleva a la necesidad de identificar y conocer más a esa nueva Bolivia producto del proceso de cambio. ¿Será, como sostienen algunos, que la integración al mercado lo que da la nueva carta de ciudadanía social? ¿Es acaso que la igualdad como nuevo pacto social es entendido tan solo en su acceso al consumo? ¿En qué medida la narrativa revolucionaria y transformadora del proceso de cambio ha alterado las prácticas y relaciones sociales cotidianas? ¿Acaso la corrupción es un rasgo biológico humano imposible de erradicar? ¿Las ideas del vivir bien son tan solo una marca y empaque de un producto for export?
El resultado del referéndum, más allá de un recuento de derrotas y victorias, debe llevarnos a comprender mejor la realidad, para poder seguir actuando políticamente en ella.