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Poderosas

Cuando era primera dama de Reino Unido, Cherie Blair llevaba ropa negra a todos los viajes oficiales. Tenía en la maleta hasta un sombrero oscuro. La razón: el qué dirán. La reina madre estaba mayor y podía morirse en cualquier momento —contaba ya 95 años cuando Tony Blair ganó las elecciones—. Y si su muerte pillaba a Cherie, pongamos, en Tailandia, y la primera dama británica aparecía al día siguiente en las noticias con una blusa floreada, la prensa la destrozaría.

Nadie habla de cómo se visten los importantes. Pero tratamos a las importantes como modelos de pasarela. En un viaje de Sarkozy a España, ocuparon portadas los vestidos de Carla Bruni y la entonces princesa Letizia. A Hillary Clinton le preguntan por su ropa. Para evitar ser esclavizadas por el tema, las más poderosas visten deliberadamente aburridas. Janet Yellen lleva solo colores oscuros. Angela Merkel parece tener un solo traje, que tiñe cada día de un color diferente.

La nueva actitud femenina se llama Sheryl Sandberg. La directora operativa de Facebook, séptima mujer de la lista Forbes, luce Louis Vuitton, Prada y Chanel en la empresa que hizo de la sudadera un ícono. Y, sin embargo, para contrarrestar la maldición de las mujeres, jamás habla de ello. Sandberg ha decretado el silencio. Se niega a mencionar su estilo en sus memorias, a detallar su outfit en las fotos, a contestar preguntas sobre ropa… Mientras no deja de comprarse ropa. La prensa la ha criticado duramente por vestir con gusto y evitar el tema. Pero ella, simplemente hace lo que le da la gana. Eso es ser poderosa de verdad.