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De títulos y cátedras

Lo confieso, dos motivos me llevaron a obtener mi título de licenciatura en Comunicación Social: a) poder obtener la titularidad de una cátedra de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA); y b) cambiar el chip de las conversaciones con mi papi, ya que éstas con asombrosa regularidad terminaban con “¿ya has terminado tu tesis, hijito?”.

Me puse manos a la obra en 2002 y entregué mi trabajo que obtuvo la máxima nota que otorga la Universidad Católica. Luego me presenté a cuatro concursos de méritos, di los respectivos exámenes y los gané todos. Finalmente era titular de cátedra y podía charlar con papá de temas más importantes como el fútbol, que tanto nos gusta.

Antes de obtener el título había dado clases varios años como invitado. Lo hice junto a grandes periodistas como Antonio Peredo, Carlos Soria Galvarro, Remberto Cárdenas y otros profesores como Carlos Echazú y Álvaro García Linera. Ello gracias a que en el sistema universitario es posible dar cátedra sin tener título en materias donde uno demuestre el conocimiento necesario.

Una muy inteligente medida, ya que sería absurdo pedirle grado académico a Vincent van Gogh o a Pablo Picasso para que enseñen a pintar. Igualmente sería una barbaridad exigirle título a Ernest Hemingway o Gabriel García Márquez para que den clases de periodismo. Y fueron los dos más grandes en este oficio en el siglo XX.

Así, merced a estas invitaciones pude participar de las clases de Jaime Saenz, cuyo Taller de Literatura Creativa era de culto en la carrera de Literatura en la que estuve varios años hasta que la intolerancia política me expulsó, primero de por vida, luego por cuatro años; en fin…

Comencé a dar cátedra invitado por el centro de estudiantes de la carrera de Comunicación Social y por el entonces jefe de carrera de la misma, José Bernal, uno de los hombres más consecuentes que he conocido en mi vida. Las evaluaciones de mis estudiantes hicieron el resto, y me quedé varios años hasta que finalmente me gustó tanto enseñar que hice lo necesario para graduarme.

Discúlpenme que deba referirme a esta historia tan personal. La escribo como testimonio de la imbecilidad de pretender que todos los que enseñen tengan título. Y termino refiriendo que en 2014 obtuve la medalla al docente destacado de la UMSA, siendo el único profesor de Comunicación Social que posee ese reconocimiento. Y lo menciono no por falta de modestia, sino como muestra de gratitud a la cátedra y a los alumnos que tantos instantes inolvidables me dieron.