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Redes sociales digitales y representación

Varias son las hipótesis que giran en torno a lo que ocurrió en las redes sociales digitales en el pasado referéndum constitucional del 21 de febrero, la mayoría de ellas tiene que ver con el supuesto protagonismo político que habría alcanzado la ciudadanía en este evento electoral a través del uso de estas plataformas. En un sentido conceptual se pueden leer, por una parte, estos fenómenos a través de los procesos de representación, por cuanto se constituyen como elementos tanto de la política como de la comunicación. Y, por otra parte, porque en la esencia misma de la emergencia de la comunicación política se encuentra lo que es la representación, y se sabe que los “nuevos tiempos”, al menos de manera hipotética, están modificando nuestro espacio público.

Primero, es necesario recordar que los procesos de representación dan cuenta de relaciones existentes entre actores de la sociedad y el Estado. En la representación política, al afrontar conflictos (crisis de sistemas de partidos políticos) entre los actores que participan de esta relación, se está inaugurando nuevos ámbitos e introduciendo nuevos actores al espacio público para que otros actores retomen la relación extraviada. Esta idea ha sido trabajada por intelectuales como Touraine, Verón y Morató, quienes plantearon que el nuevo ámbito/actor que toma la posta de mediar la representación es la comunicación política, a través de los conglomerados mediáticos y sus contenidos, generando lo que se conoce como representación mediática.

Instalada ya la idea de la existencia de un renovado espacio público (nuevos actores y dinámicas) donde se encuentran en diálogo los procesos de representación política con los de representación mediática, llegó el momento de estudiar los niveles de representatividad que los medios de comunicación estaban cumpliendo, toda vez que las sociedades son esencialmente dinámicas y la actual particularmente atraviesa un histórico momento de reconfiguración estatal. No obstante, tanto la consolidación de la sociedad de la información y el aún insuficiente incremento de conectividad de la población fueron dando cuenta de algunos indicios-sucesos (aún emergentes) de desmediatización, lo que pondría en conflicto la representación mediática como tal.

Entonces, desde estos enfoques, ¿qué podríamos haber presenciado, de forma muestral, el pasado evento electoral? Chul Han, un apocalíptico autor coreano, señala la hipótesis de que “la desmediatización pone fin a la época de la representación. Hoy, cada uno quiere estar presente él mismo, y presentar su opinión sin ningún intermediario. La representación cede el paso a la presencia, o a la copresentación. La creciente presión de desmediatización se apodera también de la política”.

Dudas: a reserva del debate, es preciso señalar que sí existe una certeza al respecto, aquella que da cuenta de que, de forma definitiva, el ingreso de nuevos actores modifica la naturaleza de cualquier espacio público, casi siempre complejizándolo. Certezas: lo que quedan son preguntas que debieran ir más allá de las explicaciones sobre la incidencia de estas plataformas en los resultados, sino más bien, en los procesos comunicacionales y políticos.