Alejandría, el faro del mundo
Alejandría fue el punto de inicio de toda la cultura racional que hoy en día rige el mundo
En el año 331 a.C., Alejandro Magno, el gran conquistador de su tiempo, fundó la ciudad más importante de la antigüedad, la que iluminaba al mundo desde el faro más grande que jamás se había construido, donde además se guardaba todo lo escrito hasta ese momento en su inmensa biblioteca.
Después de conquistar Egipto y ser proclamado hijo de Ra por los sacerdotes de las tierras del Nilo, Alejandro Magno decidió construir una ciudad que superase a todas las anteriores. Con una formación filosófica impartida por el mismísimo Aristóteles, el conquistador quería edificar una metrópoli con la capacidad de dominar su enorme imperio, que al final de su vida abarcaba desde el norte de la India hasta las tierras helenas.
Esta ciudad, que debía gobernar el mundo, fue construida en un asentamiento único, uniendo la isla de Faros con las tierras de Egipto, creando en ella el puerto más grandioso de la antigüedad. Es en esta isla donde se construyó el inmenso faro que fue considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo y es por su emplazamiento que ese tipo de estructuras se conoce como faro.
Tras la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a.C., su enorme imperio entró en múltiples guerras civiles, ya que todos sus generales querían convertirse en el nuevo monarca. Entre éstos se encontraba Ptolomeo I Sotér, gobernador de Egipto, una región más del gran imperio. Ptolomeo I actuó audazmente, llevando a la recién fundada Alejandría el cadáver de su constructor, creando en ella una ostentosa tumba para honrar a su antiguo señor, y con ello se autoproclamó faraón, es decir, rey de Egipto.
A diferencia de los demás líderes militares sucesores de Alejandro Magno, Ptolomeo I no quiso participar en las costosas guerras de unificación y dedicó toda su energía a una política cultural y de propaganda, fundando así la gran biblioteca y el templo de las musas (de donde proviene la palabra museo). Después de su muerte, todos sus sucesores se dedicaron a mantener esta política de crecimiento cultural.
Esa biblioteca se nutría de todos los libros de la antigüedad. Para ello se enviaban copistas a todo el mundo conocido y no se escatimaba en gastos con tal de obtener todo lo que se había escrito hasta ese momento. Gracias a ello, la biblioteca contenía todas las obras de filosofía, historia, astronomía, matemáticas, medicina, poesía y todo lo que uno pudiese imaginar, incluidos los planos de la construcción de las pirámides.
Paralelamente se encontraba el museo, un centro cultural en el que se impartía todo tipo de conocimiento, y era a ese punto al que todas las personas con ánimo de ciencia se dirigían. No solo los grandes astrónomos como Aristarco (quien ya había planteado que la Tierra gira en torno al sol), sino también los grandes médicos de su tiempo, ya que en este centro se permitía llevar a cabo estudios con cadáveres humanos. Incluso el gran médico Galeno hizo estudios en este gran museo en tiempos del imperio romano, y serían los conocimientos que surgieron de este emplazamiento cultural los que regirían el mundo hasta los tiempos del Renacimiento.
El último gobernante de origen griego fue la famosa Cleopatra, quien fruto de la cultura alejandrina dominaba el griego, el copto, el hebreo, el arameo, el siriaco y el latín; además de tener un amplio conocimiento en historia, filosofía y astronomía. Después de la victoria romana en la batalla de Accio el año 31 a.C., Egipto y con ello Alejandría pasó a ser una provincia más del imperio. Este cambio no afectó su característica cultural y más bien influenció en gran medida en la helenización del imperio romano, que continuó con los grandes gastos que demandaba el mantenimiento de la biblioteca y el museo.
Éste es el gran legado y enorme significado de Alejandría, que fue el punto de inicio de toda la cultura racional que hoy en día rige el mundo, después de un milenio de oscuridad.