Este año Bolivia y México celebramos 185 años del establecimiento de relaciones diplomáticas, a lo largo de los cuales hemos construido una relación de respeto y aprecio mutuo. Sin embargo, nos falta aún mucho por hacer para lograr que esos años de entendimiento y acompañamiento se reflejen hoy en una agenda bilateral más amplia y diversa, en la que los mayores beneficiarios sean nuestros pueblos.

Somos naciones con grandes similitudes que van más allá de una historia compartida y un idioma común. Creemos en la democracia y nuestros modelos descansan sobre instituciones sólidas y sociedades participativas. Somos también países pluriculturales y pluriétnicos, orgullosos de su herencia indígena. Y esas similitudes nos han permitido impulsar objetivos comunes en distintos espacios multilaterales en los que interactuamos; entre ellos, en la preparación de la Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, primera reunión de alto nivel en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas dedicada exclusivamente a analizar la situación de los pueblos indígenas.

A pesar de que nuestros modelos de desarrollo son diferentes (reflejo de la pluralidad política, económica y social que caracteriza a América Latina y el Caribe), ello no es un obstáculo para aprovechar al máximo nuestras oportunidades de colaboración. Contamos con instrumentos que nos permiten avanzar en la ruta del fortalecimiento de la relación en distintos ámbitos. En la esfera comercial en particular destaca el hecho de que, pese al complejo contexto económico internacional, en la última década el comercio bilateral se ha triplicado, creciendo a tasas anuales por encima del 13%.

Bolivia es una de las economías más vigorosas de la región. Gracias a políticas macroeconómicas responsables y al ejercicio de buenas prácticas fiscales, que han restringido la inflación y el endeudamiento público, Bolivia es hoy una de las economías más sólidas y preparadas para enfrentar el adverso entorno internacional, a la vez que ha logrado traducir este panorama económico positivo en avances concretos en materia de reducción de la pobreza y desigualdad social.

Este buen desempeño ha sido la base del reciente Plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020 del gobierno del presidente Morales, que contempla el aumento de la inversión pública y alienta a la iniciativa privada a invertir. Estas políticas públicas crean oportunidades importantes de negocios para que las empresas mexicanas puedan participar en sectores de la economía como la industria, la infraestructura, la energía y la siderurgia.

México, por su parte, ha emprendido en los últimos años importantes reformas estructurales en ámbitos estratégicos: energía, educación, telecomunicaciones y finanzas públicas, que tienen como objetivo común detonar el crecimiento de la economía y modernizar el sector productivo para sentar las bases del desarrollo social del país en los años por venir.

El turismo es otra de las dimensiones más dinámicas en nuestra relación, cuya explotación vaticina un gran potencial. En 2015 se registró un aumento de 22,9% de turistas bolivianos a nuestro país con respecto a 2014, en tanto que Bolivia recibió un creciente número de visitantes mexicanos.

La cooperación compone un pilar central de nuestra agenda bilateral. El año pasado suscribimos el VI Programa bienal de Cooperación Técnica y Científica, que comprende proyectos específicos de colaboración sobre varios temas como: la identificación molecular de la biodiversidad, el monitoreo de calidad del aire, la incubación de empresas, el agroturismo y la tele-gerencia en servicios de salud, entre otros. Asimismo, en México nos enorgullece que nuestras universidades formen a médicos que respaldarán el plan boliviano de construir más y mejores hospitales.

Nuestra cooperación se ha vuelto más amplia e incluye también iniciativas con terceros países. Con Japón trabajamos en proyectos de extensión rural; con Alemania, en reciclaje de aguas tratadas para la agricultura, y con España, en la reconstrucción de filmes antiguos.

Los desafíos que supone el escenario económico internacional actual deben conducir a renovar nuestra relación bilateral a la luz de los retos compartidos: seguridad alimentaria, cambio climático, derechos humanos y combate a la pobreza, entre otros. En nuestros países identificamos áreas de oportunidad para avanzar en los compromisos que tenemos pendientes.

Hoy, ambos gobiernos seguimos trabajando en aras de construir una agenda bilateral positiva —enfocada en nuestras coincidencias y no en nuestras diferencias— que lleve a nuestra relación al camino del fortalecimiento del diálogo político y del impulso al desarrollo incluyente y equitativo en beneficio de nuestras poblaciones y de la región latinoamericana en conjunto.

Con este ánimo, hoy celebraremos la V Reunión de la Comisión Binacional Permanente México-Bolivia en la ciudad de La Paz, en la que daremos seguimiento a los compromisos alcanzados en la Ciudad de México en julio de 2014, y delinearemos la agenda que marcará la ruta de nuestra colaboración en los próximos años.