Papeles del paraíso
El uso y abuso de las cuentas ‘offshore’ no se limita únicamente a evadir ciertos tributos
La noticia de la semana fue la revelación de un sinnúmero de operaciones financieras “secretas” realizadas por personalidades de todas las latitudes del planeta, quienes optaron por recurrir a la práctica de constituir cuentas offshore (extraterritoriales) para alejar sus fortunas de los alcances impositivos, normativos y regulatorios en los países donde residen, emprenden o trabajan.
Más allá de la lista de personajes involucrados en esta maraña de actos asociados al camuflaje de riquezas, quedan flotando en el aire muchas interrogantes respecto a la legalidad y moralidad que significa emplear este mecanismo financiero como una vía para evitar tributos y controles monetario-fiscales sobre el capital; y más aún, como instrumento de legitimación de patrimonios provenientes de actividades ilícitas.
Las operaciones extraterritoriales no representan en sí mismas un acto ilegal, pues, según los cánones de operación, este tipo de banca se encuentra autorregulada. Sin embargo, el trasfondo radica en los motivos que pueden llevar a un determinado individuo o a un grupo de individuos a abrir y emplear una cuenta de esta naturaleza, que en su esencia está diseñada para dar un manto de protección y anonimato.
A mediados del siglo XX se constituyeron los primeros paraísos fiscales, en países en los que diversos bancos transnacionales iniciaron operaciones offshore con dinero cuyo origen no era cuestionado. A estas actividades se sumaron casos de fraude financiero, el surgimiento de empresas fantasma para fines desconocidos, actos de corrupción política, desarrollo de actividades de terrorismo, trata y tráfico de lo que se pueda imaginar y otras actividades ilícitas. Con el tiempo se descubrió que el origen de todo lo anterior había empezado a partir de las operaciones extraterritoriales constituidas en una paradisíaca isla caribeña o en los apacibles Alpes.
Esta evidencia histórica nos recuerda que el uso y abuso de las cuentas offshore no se limita únicamente a evadir ciertos tributos, sino que en realidad se trata de una herramienta que forma parte de una arquitectura financiera y empresarial diseñada para transformar el dinero ilegal en legal, y más aún hacer de la acumulación de capital un fin en sí mismo, sin importar su origen, transgrediendo principios morales y éticos, haciendo de la avaricia el motor que impulsa el capitalismo y no así el espíritu emprendedor.
En los días venideros seguramente se develarán entramados, redes y todo tipo de asociaciones vinculadas a actos ilícitos de “blanqueo” de dinero, que muy probablemente inspiren más de una producción cinematográfica, pero la acción efectiva pasa por erradicar estas prácticas deshonestas, empezando por sancionar con todo el rigor de la ley a quienes se valen de los paraísos fiscales para lavar dinero o acumular fortunas mal habidas.