Los datos de un paraíso más
Los paraísos fiscales se utilizan para esconder riquezas con el fin de escapar de las leyes o reglas locales
Ciertamente el título del presente texto no es atractivo, pero me niego a caer en el efecto mediático de manada respecto a los Panama Papers, y más bien trato de ser un “economista del diablo”. La tendencia es enfocar los paraísos fiscales como un simple problema de evasión fiscal; sin embargo, Nicholas Shaxson va más allá, definiendo que “los paraísos (fiscales) son lugares donde usted puede poner su riqueza con el fin de escapar de las leyes o reglas locales”.
Pero concentrémonos en los impuestos. Cada año Tax Justice, un colectivo de abogados que lucha contra la evasión fiscal, elabora un ranking con los 92 paraísos fiscales o Índice del Secreto Financiero, donde Panamá curiosamente se encuentra en el puesto 13; Suiza, primero; tercero, el propio Estados Unidos y el Reino Unido aparece en el puesto 15; pero si le suman los territorios dependientes de la Corona Británica, como las Islas Caimán y las Islas Vírgenes Británicas, resulta que pasa a primer lugar, y esto no lo sabía Cameron.
¿A qué viene todo esto?, a que el tratamiento mediático es muy selectivo, está bien que Panamá tenga el número 13 de la mala suerte, pero no debería haber discriminación, se debería aplicar la misma regla a todos los paraísos fiscales; de lo contrario, pareciera que existe un problema de competencia desleal contra el país caribeño.
Surge así la pregunta de por qué se menciona y se incluye a tan pocos estadounidenses (9 y 250, respectivamente) en los Panama Papers. Una respuesta es que las normas de Estados Unidos son más estrictas respecto a otros países (recientemente Obama sacó una ley que grava impuestos más altos a los que tienen su riqueza fuera de EEUU, pero no a los que la llevan a esa nación). Otra es que tiene sus propios paraísos fiscales, puesto que las leyes en los estados de Delaware, Nevada y Wyoming han facilitado a las corporaciones a crear compañías pantalla para evadir impuestos más altos en otros estados de EEUU y otros países.
Y esto me trajo a la memoria el libro Simón, el magnate del estaño, de José Loayza, donde se describe que Patiño, después de nacionalizar las minas de estaño al quitar a los chilenos el control accionario, simultáneamente las globalizó, creando la Patiño Mines con sede en Delaware. Y justamente Shaxson comenta que en Delaware se incorporan cada día 5.000 compañías fuera de EEUU a sociedades offshore.
Los paraísos fiscales son resultado de la globalización financiera, donde no hay una autoridad global para controlar este sistema, una suerte de Asfi mundial, puesto que los paraísos fiscales funcionan según las ventajas comparativas, porque ofrecen el valioso recurso del silencio financiero y bajos —o nulos— impuestos. Y en este contexto, Panamá está sufriendo también esas ventajas comparativas, porque su despegue o milagro económico no se debe solo al Canal, sino también a su centro financiero, creado en 1970, que contribuye con el 7% del PIB.
Sin embargo, a nivel multilateral se ha avanzado en la suscripción por parte de 80 jurisdicciones (países y territorios) del Acuerdo de la Autoridad Multilateral Competente (MCAA, por sus siglas en inglés), sobre el intercambio automático de información contable financiera, con base en un reporte estándar común (CRS, por sus siglas en inglés) elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que entrará en vigencia en septiembre de 2017. Hasta el momento no han suscrito este convenio ni Estados Unidos ni Panamá; tampoco Bolivia, sin embargo, el país no figura entre las 92 jurisdicciones del ranking del Índice del Secreto Financiero.
Por último, huelga aclarar que los Panama Papers no son papeles, todavía, son datos, 260 0GB de unidades de almacenamiento de información, que no caben en un pendrive, y que lo más probable es que vayan a publicarse en forma discrecional y selectiva.