Resultados de la COP21 y la política alemana
Para Alemania, la protección del medio ambiente es una meta política de altísima prioridad
Hoy se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra. Se trata del día designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2009 para reconocer nuestra responsabilidad de promover la armonía con la naturaleza y la Tierra, a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
En apreciación de este día, la comunidad internacional de los Estados da un paso importante hacia la lucha contra el cambio climático: hoy se lleva a cabo la ceremonia de firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático en Nueva York. Llegar a este punto clave significa que el maratón de muchos años de duras negociaciones ha concluido. En la vigesimoprimera edición de la Conferencia Climática de las Naciones Unidas (COP21) en París, celebrada en diciembre de 2015, se acordó un marco legal vigente para una transición a nivel mundial hacia un desarrollo de poca emisión, seguro, sostenible y resistente al clima, un hito histórico en la lucha contra el calentamiento global. Este logro solo fue posible porque más de 190 Estados estuvieron dispuestos a llegar a un consenso. Muchos, entre ellos Bolivia, han asumido el liderazgo en temas específicos, y así fueron parte del éxito de la COP de París.
El Acuerdo de París, que en el mejor de los casos entrará en vigencia mucho antes del previsto año de 2020, postula el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados centígrados; y dados los graves riesgos, a esforzarse por lograr que sea menos de 1,5 grados. Asimismo establece un mecanismo de revisión, que se ejecute cada cinco años, tanto de los compromisos nacionales como de los niveles de ambición. Respecto a la relación con los países pobres y vulnerables, el convenio toma en cuenta la transferencia tecnológica, el fortalecimiento de capacidades y el financiamiento de programas y acciones.
Para llevar a la práctica estas decisiones, son imprescindibles acciones concretas e inmediatas no solo desde lo político, sino también desde la economía y la sociedad civil a nivel mundial. Sabemos que para impedir un calentamiento global superior a 2 grados la respuesta más efectiva sería un cambio radical de nuestra base económica hacia una economía libre de carbón. Eso implicaría el comienzo del fin de la era fósil, y por lo tanto, la salida del carbono, del gas y del petróleo.
Para Alemania, la protección del medio ambiente y del clima es una meta política de altísima prioridad. Por eso lleva a la práctica acciones concretas y crea condiciones a nivel internacional. El histórico proyecto Energiewende es un conocido ejemplo que demuestra la transformación del sistema energético del país hacia uno más compatible con el clima. Respecto del financiamiento climático para los países en desarrollo, Alemania ha duplicado su compromiso a 3.550 millones de euros ($us 4.000 millones) hasta 2020.
En Bolivia, donde el compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se refleja en el nuevo Plan de Desarrollo Económico y Social, Alemania apoya con trabajos de asesoramiento e inversiones en la adaptación y mitigación al cambio climático en las áreas prioritarias: desarrollo agropecuario sustentable, agua potable y saneamiento, y protección de bosques.
Con el fin de complementar estos esfuerzos, la cooperación se amplió al área de energía a través de dos nuevos programas: uno dirigido al fomento de energías renovables y eficiencia energética, y el otro que —siguiendo el Enfoque Nexo— vincula los temas de energía, agua y seguridad alimentaria. Todos los proyectos que se ejecutan en el marco del Fondo Climático de la Embajada de Alemania también tienen el objetivo de promover el diálogo climático a nivel político, económico, social y científico.