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Resultados de la COP21 y la política alemana

Para Alemania, la protección del medio ambiente es una meta política de altísima prioridad

/ 22 de abril de 2016 / 04:26

Hoy se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra. Se trata del día designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2009 para reconocer nuestra responsabilidad de promover la armonía con la naturaleza y la Tierra, a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.

En apreciación de este día, la comunidad internacional de los Estados da un paso importante hacia la lucha contra el cambio climático: hoy se lleva a cabo la ceremonia de firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático en Nueva York. Llegar a este punto clave significa que el maratón de muchos años de duras negociaciones ha concluido. En la vigesimoprimera edición de la Conferencia Climática de las Naciones Unidas (COP21) en París, celebrada en diciembre de 2015, se acordó un marco legal vigente para una transición a nivel mundial hacia un desarrollo de poca emisión, seguro, sostenible y resistente al clima, un hito histórico en la lucha contra el calentamiento global. Este logro solo fue posible porque más de 190 Estados estuvieron dispuestos a llegar a un consenso. Muchos, entre ellos Bolivia, han asumido el liderazgo en temas específicos, y así fueron parte del éxito de la COP de París.

El Acuerdo de París, que en el mejor de los casos entrará en vigencia mucho antes del previsto año de 2020, postula el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados centígrados; y dados los graves riesgos, a esforzarse por lograr que sea menos de 1,5 grados. Asimismo establece un mecanismo de revisión, que se ejecute cada cinco años, tanto de los compromisos nacionales como de los niveles de ambición. Respecto a la relación con los países pobres y vulnerables, el convenio toma en cuenta la transferencia tecnológica, el fortalecimiento de capacidades y el financiamiento de programas y acciones.

Para llevar a la práctica estas decisiones, son imprescindibles acciones concretas e inmediatas no solo desde lo político, sino también desde la economía y la sociedad civil a nivel mundial. Sabemos que para impedir un calentamiento global superior a 2 grados la respuesta más efectiva sería un cambio radical de nuestra base económica hacia una economía libre de carbón. Eso implicaría el comienzo del fin de la era fósil, y por lo tanto, la salida del carbono, del gas y del petróleo.

Para Alemania, la protección del medio ambiente y del clima es una meta política de altísima prioridad. Por eso lleva a la práctica acciones concretas y crea condiciones a nivel internacional. El histórico proyecto Energiewende es un conocido ejemplo que demuestra la transformación del sistema energético del país hacia uno más compatible con el clima. Respecto del financiamiento climático para los países en desarrollo, Alemania ha duplicado su compromiso a 3.550 millones de euros ($us 4.000 millones) hasta 2020.

En Bolivia, donde el compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se refleja en el nuevo Plan de Desarrollo Económico y Social, Alemania apoya con trabajos de asesoramiento e inversiones en la adaptación y mitigación al cambio climático en las áreas prioritarias: desarrollo agropecuario sustentable, agua potable y saneamiento, y protección de bosques.

Con el fin de complementar estos esfuerzos, la cooperación se amplió al área de energía a través de dos nuevos programas: uno dirigido al fomento de energías renovables y eficiencia energética, y el otro que —siguiendo el Enfoque Nexo— vincula los temas de energía, agua y seguridad alimentaria. Todos los proyectos que se ejecutan en el marco del Fondo Climático de la Embajada de Alemania también tienen el objetivo de promover el diálogo climático a nivel político, económico, social y científico.
 

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La caída del Muro cambió el mundo

Este acontecimiento no solo fue significativo para Alemania, fue fundamental para el mundo entero

/ 8 de noviembre de 2014 / 04:02

Hemos venido a comunicarles que hoy día su salida del país es…”. Este mensaje, de Hans-Dietrich Genscher, enunciado  el 30 de septiembre de 1989, no necesitó llegar al final. Los gritos de las miles de personas que habían huido a la Embajada de la República Federal de Alemania (RFA) en Praga cubrieron la voz del entonces ministro de Asuntos Exteriores de la RFA, expresando el júbilo de saber que les estaba permitido viajar a la RFA. El 1 de octubre de 1989, trenes especiales llevaron a los refugiados a la RFA, donde experimentaron una emocionante bienvenida. El 3 de octubre había 5.000 personas más en la Embajada de la RFA en Praga, también a ellas se las dejó salir. Lo que pasó aquel 30 de septiembre de 1989 era el gran paso hacia la reunificación de la RFA, de la República Democrática Alemana (RDA), y de los bloques de Europa de entonces.

El deseo de un cambio político, el anhelo de viajar a la RFA y a otros países del oeste, y el sueño de vivir en libertad caracterizaron el ánimo de los alemanes en la RDA, especialmente a fines de los años 80. El sistema político de aquel país no dejaba otra alternativa a la gente que no estaba de acuerdo con el gobierno que la salida ilegal.

El Muro de Berlín fue construido en 1961. Según la propaganda socialista, su objetivo era la “protección de los ciudadanos contra los elementos fascistas”. Pero en realidad el Muro sirvió para impedir la emigración masiva que ocurrió en Alemania del Este posterior a la Segunda Guerra Mundial. La RDA existió 40 años, un tiempo de presión ejercida por el Gobierno y su Servicio de Seguridad que vigiló a la población y llevó a opositores, incluso a sospechosos, a cárceles infames, donde reinaban la tortura y la vejación.

Las demandas de salida de la RDA eran mayormente rechazadas, por ello la alternativa era, por lo general, hacerlo de forma ilegal. Mucha gente intentó vencer el Muro enfrentándose a la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA. Según datos oficiales, 138 personas murieron en el intento de pasar la frontera. En el Museo Checkpoint Charlie, en Berlín, se puede ver las ideas creativas, y a la vez peligrosas, para cruzar la frontera: volar en un globo o cavar túneles ilustran solamente dos de los muchos ejemplos.

A fines de los años 80, un gran número de personas decidió tomar el desvío yendo hacia los Estados vecinos, muchos huyeron a las embajadas alemanas en Varsovia, Budapest y Praga. En mayo de 1989 los soldados fronterizos húngaros desmontaron el alambre de púas que separaba Hungría de Austria. En septiembre, Hungría abrió oficialmente la frontera con Austria, lo que permitió el paso a los ciudadanos de la RDA. No se puede desestimar el rol que jugó Hungría en este proceso de apertura.

Las calles de las ciudades de la RDA se llenaron con manifestantes que demandaban la libertad de circulación y de opinión, el permiso para la existencia de grupos opositores y el derecho a elecciones libres y transparentes.  Hasta su último día como Jefe de Estado de la RDA, Erich Honecker actuó con mano dura contra los manifestantes. En enero de 1989 anunció que el Muro “existiría durante 50 y 100 años más”. Pero con la presión de la gente en las calles, las embajadas de la RFA llenas de miles de fugitivos, la idea del Jefe de Estado de Alemania Oriental sobre la vigencia del Muro por las siguientes décadas ya no se podía sostener. El 17 de octubre de 1989 Honecker dimitió. Hasta hoy se recuerda la famosa expresión del entonces líder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov: “La vida castiga a quien llega tarde”.

La noche del 9 de noviembre de 1989, el entonces funcionario del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) Günter Schabowski anunció al mundo que todas las leyes restrictivas para viajar al extranjero habían sido derogadas con “efecto inmediato”, sin percatarse de que esa derogación entraba en vigencia recién al día siguiente. El anuncio erróneo impulsó a los ciudadanos de Berlín este y oeste a ir a derribar el Muro esa misma noche. Lo hicieron celebrando, cantando, llorando y abrazándose. Los televisores en el mundo estaban encendidos: la gente vio un espectáculo único en la historia universal. La caída del Muro de Berlín o “die wende” (el cambio) reunificó Alemania y estableció Berlín como su capital. Este acontecimiento no solo fue significativo para Alemania, sino que reviste una importancia fundamental para el mundo entero, pues significa la caída del telón de acero.
Con el advenimiento de procesos democráticos en toda Europa se formaron nuevos Estados independientes y se hizo posible el desarrollo y la ampliación de la Unión Europea. Se configuraron nuevas relaciones económicas y políticas, y emergió un nuevo círculo de valores e ideas.

Bolivia siempre mantuvo buenas relaciones con Alemania. Los inicios se remontan a la época cuando el país se independizó. Después de la Segunda Guerra Mundial, Bolivia retomó las relaciones diplomáticas con la RFA en 1952, y con la RDA en 1973. Puesto que muchos alemanes habían inmigrado a Bolivia, la caída del Muro también les afectó, debido a que muchos tenían familia en la RDA. Hoy las relaciones boliviano-alemanas (que se centran en las áreas del diálogo político, la cooperación, el comercio, la educación y el intercambio cultural) están en muy buenas condiciones. La presencia de la Cámara de Comercio e Industria Boliviano-Alemana, de los colegios alemanes en el país, del Goethe-Institut y de los institutos culturales en Santa Cruz, Cochabamba y Sucre, así como el Centro Cultural Alemán son ejemplos del intenso intercambio.

A pesar del entusiasmo sobre la reunificación alemana y las nuevas oportunidades que se ofrecían, perdura una forma de desilusión. La reunificación le costó mucho a la RFA: la antigua RDA no se pudo desarrollar y adaptar al mundo del oeste tan rápido como se había pensado. Aunque Alemania está reunificada desde hace casi 25 años, aún existen diferencias entre oeste y este, sobre todo en la economía. Los índices de desempleo, por ejemplo, son más altos en el este que en el oeste. Lo que es significativo también es que la diferencia existe en la mente de muchas personas cuando se habla de prejuicios y estereotipos. Por eso se dice que para alguna gente el Muro aún está en la mente. Un estudio de 2010 revela que una de cada tres personas de Alemania del oeste dice que ha sufrido más pérdidas en lugar de obtener beneficios por la reunificación.

No obstante esas desilusiones, el 9 de noviembre es un día muy importante para Alemania, para Europa y para el mundo: conmemoramos el XXV aniversario de la caída del Muro de Berlín. Muchos van a celebrar en Berlín, donde se encuentran todavía unos restos del Muro que se han convertido en una atracción turística. También se recordará a la gente que murió en el intento de superar la dura vigilancia de los guardias fronterizos.

El Muro de Berlín es el símbolo de la Guerra Fría y de la opresión, y su caída simboliza el éxito de una revolución pacífica, la reconciliación y la reunificación en el marco de una Europa unida. El 9 de noviembre es un día para recordar, alegrarse y soñar con un mundo mejor.

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Política alemana y cambio climático

La protección del medio ambiente es un tema transversal en los proyectos de  la cooperación alemana

/ 5 de julio de 2014 / 06:50

Del 23 al 29 de junio de 2014 Alemania se concentró en los “Días de Acción para la Sostenibilidad”, una actividad iniciada por el Consejo Alemán de Desarrollo Sostenible que tiene lugar cada año. Este Consejo tiene la tarea de generar aportes para la ejecución de la estrategia nacional de sostenibilidad, entendida como un asunto que tiene que ver con el comportamiento de cada ciudadano en su vida diaria. En este contexto, la embajada alemana en La Paz emitió mensajes en su página web relacionados con la utilización sostenible de los recursos en favor de usar bolsas reutilizables en vez de bolsas de plástico.

En la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en 1992, los Estados se comprometieron con el modelo del desarrollo sostenible. Desde entonces las condiciones climáticas cambiaron extremadamente, y hoy en día queda claro que para lograr este desarrollo sostenible la lucha contra el cambio climático es una tarea clave. En este sentido, en este año se llevan a cabo varios eventos internacionales como el “Diálogo de Petersberg sobre el Clima”, un foro para el diálogo político de alto nivel que tendrá lugar en Berlín en julio, en el que participará Bolivia; la “Cumbre del Clima” de las Naciones Unidas, que se celebrará en Nueva York en septiembre; y la Conferencia de las Partes (COP) 20 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, planificada para Lima en diciembre.

Estos encuentros sirven para preparar la COP 21, que será en París en diciembre de 2015, cuyo objetivo es conseguir un convenio amplio y válido como marco legal sobre la protección del clima en que todos los Estados se comprometen a cumplir medidas de reducción de sus emisiones de CO2. La aprobación de una agenda post-Kioto vinculante será clave para enfrentar la lucha contra el cambio climático.

Para llegar a este consenso global será necesario que todos los países trabajen conjuntamente en pos de lograr las metas para la protección del medio ambiente y del clima.

Es muy positivo que últimamente en este proceso algunos países —hasta hace poco reticentes— se desvelan por el asunto de una manera más constructiva. En este contexto Bolivia juega un rol muy activo en las negociaciones de cambio climático como defensor de la Madre Tierra y del Vivir Bien, y también en función de la presidencia exitosa del G77+China. Confío mucho en nuestra cooperación valiosa con Bolivia en atención a las COP en Lima (2014) y en París (2015). Juntamente con nuestros socios de la Unión Europea, esperamos que las negociaciones de la agenda post-Kioto en 2015 sean exitosas.

En la política alemana, la protección del medio ambiente y del clima es importante a nivel interno y externo. En el marco del desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático debe ser enfocada en la transformación social y económica no solamente en Alemania, sino en todo el mundo. El concepto alemán pretende conectar inteligentemente las medidas y condiciones acordadas a nivel internacional en el Acta de Kyoto con iniciativas concretas de transición a nivel nacional. El compromiso del Gobierno alemán está enfocado en la transición global hacia sistemas económicos de poca emisión de CO2, en la protección de bosques y en el financiamiento para apoyar acciones climáticas de protección.

El mecanismo europeo de Comercio de Derechos de Emisión y la “ecotasa” alemana son solamente dos componentes en la política de protección del clima, que deberían ser complementados con esfuerzos adicionales en el aumento de la eficiencia energética y el desarrollo de mucho más potencial en energías renovables. Una de las metas ambiciosas que nos hemos puesto en Alemania es la reducción de nuestras emisiones de CO2 en un 40% hasta 2020. La mayor contribución para alcanzar esta meta vendrá de la implementación del histórico proyecto Energie wende, que significa una transformación profunda de los sistemas de generación y distribución de energía hacia el uso mayoritario de las energías renovables. Con esta iniciativa, Alemania contribuye efectivamente a la reducción de emisiones de gases invernaderos y demuestra su credibilidad.

Otra contribución es la protección de bosques, un pilar importante en la política alemana de protección del clima. Por su parte, Bolivia ha propuesto un mecanismo de mitigación y adaptación concentrado en el manejo integral y sostenible de los bosques. En este marco es esencial analizar y luchar, juntamente con el sector privado y la sociedad civil, contra las causas originales de la deforestación para concienciar y para que esta política sea eficiente en todos los niveles del país.

Los mecanismos de financiamiento internacionales son importantes para que la comunidad internacional de los Estados pueda enfrentarse al cambio climático. En este marco existen instrumentos exitosos que fueron iniciados por Alemania como la “Iniciativa Internacional de la Protección del Clima” y el “Fondo de Colaboración Global para el Clima”. Abogamos por que el Fondo Verde para el Clima comience a funcionar y sea capitalizado a buen paso.

El Gobierno alemán dispone de aproximadamente 2.700 millones de dólares  para la mitigación y la adaptación al cambio climático cada año. De esta manera  asume su responsabilidad a nivel internacional y es uno de los mayores donantes a nivel mundial para esta temática. En Bolivia, desde 1962, Alemania coopera con el Estado en sus objetivos de promover un desarrollo sostenible. El apoyo se centra en contribuir a la reducción de la pobreza, a la seguridad alimentaria, al crecimiento económico y a la protección del medio ambiente y el clima, promoviendo una buena gobernanza y el respeto a la democracia y los derechos humanos. El intercambio y el diálogo con Bolivia son sumamente importantes para crear comprensión mutua y aproximación en las ideas.

A través de la combinación de la cooperación financiera y técnica, Alemania tiene un enfoque especialmente eficiente y abarcador para apoyar soluciones sostenibles en la protección del medio ambiente en nuestros países socios. Últimamente hemos ampliado el fundamento de nuestro compromiso: la protección del medio ambiente es, según nuestro estándar, tema transversal en los proyectos de la cooperación. En Bolivia el énfasis está sobre todo en las áreas prioritarias de desarrollo agropecuario sustentable y agua potable y saneamiento.

Para Alemania es importante vincular la protección del medio ambiente y del clima con el desarrollo económico, tanto a nivel nacional e internacional como en el marco de la cooperación con nuestros países socios como Bolivia. Es fundamental tomar decisiones sobre políticas de medio ambiente y de energía que se abran a la tecnología y que muestren éxitos económicos para el Estado, la región, los municipios y las empresas estatales o privadas. El caso de Alemania muestra claramente que una transición económicamente saludable hacia una economía en favor del clima no solo es posible, sino que además tiene el potencial de generar beneficios económicos adicionales a través de procesos innovadores. El crecimiento económico y la protección del medio ambiente y del clima no son excluyentes, son más bien dos aspectos que pueden complementarse y fomentarse mutuamente.

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